Andrea Arnold ya había ganado el Premio del Jurado en Cannes con 'Red Road' y 'Fish Tank', pero fue 'American Honey' la que terminó de ganarle el favor de la crítica. Sin embargo, llevaba casi diez años sin entregar un largo de ficción (entre medias vinieron el documental 'Cow' y episodios de 'Big Little Lies' y 'Transparent'), por lo que había bastante expectación alrededor de 'Bird', incluida entre las Perlak del 72º Festival de San Sebastián. Máxime cuando, en esta ocasión, Arnold decidía añadir un elemento fantástico.
Y es que la británica nos cuenta la historia de Bailey, una niña de doce años creciendo en un entorno bastante desfavorable, pero su realismo marca de la casa ahora se acerca, salvando las distancias, al realismo mágico cuando aparece Bird. Se trata de un extraño personaje del que a veces dudas sobre si forma parte de la imaginación de Bailey, otras dudas sobre si tiene poderes, y otras dudas sobre lo que Arnold quiere representar con él. Este caos no tiene que ser negativo, pero no termina de encajar aquí; incluso, funcionan mejor como simbolismo los planos recurso de pájaros y de distintos animales que hay a lo largo del metraje.
Entre los puntos altos de 'Bird' se encuentran esa cámara siempre pegada a Bailey, una estupenda banda sonora mano a mano entre Burial y temas ya existentes de Blur, Fontaines D.C., The Verve o Coldplay, y la magnífica interpretación de la pequeña Nykiya Adams (ojo también con Jason Buda, que da vida a su hermano), y de los siempre eficaces Franz Rogowski (te sonará de 'Great Freedom' o 'Passages') y Barry Keoghan (que incluye un guiño meta a 'Saltburn', ¡¿hizo un reshoot para meterlo o es que todo va así de rápido?!). En esta ocasión, Arnold no se ha llevado el Premio del Jurado en Cannes (sí el Prix de la Citoyenneté), pero toma algo de riesgo y distancia respecto a su trabajo anterior y, aún así, vuelve a entregar una buena película.
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