La rapa das bestas es una tradición en la que un grupo de personas, llamadas aloitadores, únicamente con destreza y movimientos milimétricos inmovilizan a caballos para cortarles la crin. No cuento esto sin motivo, pues son las primeras imágenes de “As bestas”, la nueva película de Rodrigo Sorogoyen y también es como te sientes al verla; inmóvil, impotente y sumiso ante una historia que te absorbe desde que ves al caballo de la rapa calmar su respiración poco a poco.
Rodrigo Sorogoyen ya había logrado demostrarnos su capacidad de narrar y de transmitir sensaciones potentes en otros títulos como “Que Dios nos perdone”, “El reino”, la serie “Antidisturbios” y el cortometraje nominado al Óscar, “Madre”, con el que ya se te ponían los pelos de punta. No obstante, “As Bestas” recapitula toda la trayectoria del director y la hace avanzar hacia una nueva cúspide al confiar en riesgos narrativos importantes, una banda sonora que juega entre la percusión, la melodía y los silencios, unos villanos redondos y comprensibles, un protagonista quijotesco y una ambigüedad de género que no dejará al espectador tranquilo. Desde “Jagten” (“La caza”), de Thomas Vinterberg, que no me había sentido tan incapacitado, tan atrapado. Un caballo al que le cortan la crin.
Aunque no se consigue solo por la mirada de su director, sino también por ese equipo con el que ha trabajado tanto tiempo, con el que se entiende a la perfección y solo es necesario buscar el contar una historia. Entre otros, Isabel Peña repite junto a él en el guion y Olivier Arson en la banda sonora, incluso ese actor que ya parece un asiduo, Luis Zahera, quien devora la pantalla en cada una de sus apariciones. Aunque, igual que en la historia, son los dos extranjeros –Dénis Menochet y Marina Foïs– quienes le roban el corazón al filme. Ambos vienen a decirnos “Esta también es nuestra película”, protagonistas de un problema humano que trasciende a lo animal pasando con mimo entre la visión masculina y femenina de un conflicto pequeño que alcanza una tensión palpable.
Parte de esa tensión que nos asfixia en la película proviene de la tendencia del director, a utilizar la steady cam y los planos secuencia que nos agitan, nos absorben y nos meten de lleno en un drama rural, en un thriller, en una película de un terror cotidiano, en una historia de amor, en el choque entre el idealismo y lo racional, en la bestialidad que llevamos dentro, en la sensibilidad que nos aleja de nuestro salvajismo.
A pesar de que ha sido un año muy competente, tanto a nivel nacional como internacional, creo que es la mejor obra del director y su equipo y, sin duda, una de las mejores películas del 2022.
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