Wayne Coyne y los Flaming Lips están llenos de paradojas y contradicciones, que son, asimismo, una de sus grandes virtudes, estamos hablando de un grupo con un gancho melódico inaudito que es capaz de entregar discos tan lunáticos como “Zereeka”, con música en cuatro CDs distintos hecha para ser reproducida al mismo tiempo, estamos hablando de una banda que consigue que cantar la más descorazonadora de las frases "¿Te das cuenta de que un día toda la gente que conoces estará muerta?" suene esperanzadora y te de ganas de vivir, puesta con su melodía más maravillosa y una producción tan detallista que dejaría al mismísimo Brian Wilson contento. Todo dentro de un disco que, supuestamente, va sobre una chica japonesa que se está muriendo de cáncer y que dentro de su cabeza es una guerrera que lucha contra unos malvados robots rosa que son la encarnación de su enfermedad. ¿Entienden algo? Bienvenidos al maravilloso mundo en tecnicolor de los Flaming Lips.
Para cuando en junio del año 2000 Coyne y sus dos principales secuaces, Steven Drozd y Michael Ivins, se metieron a grabar “Yoshimi Battles the Pink Robots”, los Flaming Lips eran una banda bien distinta de la que había comenzado diecisiete años y nueve discos atrás, Con “The Soft Bulletin” se habían reinventado como banda de pop sinfónico mezclada con ligeros toques electrónicos y percusiones programadas, todo ello con el mágico toque de Dave Fridmann, que ya les había producido cuatro discos antes de ese, detrás de la mesa.
Para este disco se volvieron a reunir con Fridmann en su estudio cerca de Buffalo, lejos de las distracciones de la gran ciudad y de las tragedias que rodearon a “The Soft Bulletin”, como la muerte del padre de Coyne, el terrible accidente de coche de Ivins o el hecho de que casi tuvieran que amputar un brazo a Drozd, no por culpa de la mordedura de una araña, sino por su adicción a la heroína.
Ahora parecían más enfocados en la música, de hecho lo estaban tanto que grabaron “Yoshimi Battles The Pink Robots” a la vez que trabajaban en otros dos proyectos, la banda sonora del documental “Okie Noodling” de Bradley Beesley, que se publicaría en forma de EP en 2001 bajo el nombre de “The Southern Oklahoma Cosmic Trigger Contest”, y el comienzo del desarrollo de la película propia “Christmas on Mars” y parte de su banda sonora (aunque, al final, la película y su banda sonora, “Once Beyond Hopelessness”, no verían la luz hasta 2008).
La verdadera Yoshimi
Una de las primeras piezas que comenzaron grabar para el disco fue una pieza instrumental sin nombre con una percusión agresiva a la que invitaron a su amiga Yoshimi P-We, de la banda japonesa Boredoms. Yoshimi comenzó a dejarse llevar en la grabación y a soltar unos gritos y chillidos que, supuestamente, imitaban a una karateca. Cuando Coyne y Drozd se unieron con Fridmann en la sala de mezclas el productor les dijo muy serio: "Eso suena como si Yoshimi estuviera teniendo sexo o luchando con un robot gigante". Lo que no debería haber pasado de un comentario casual hizo clic en la cabeza de Coyne que, al momento, respondió “sería un robot rosa” y le dio la idea para todo el disco. Así funciona la extraña cabeza de un Coyne que en poco tiempo había elaborado una historia, compuesto varios temas e incluso hecho el dibujo que ilustra la portada del disco.
Al final ese instrumental se llamaría "Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 2", y sería la resolución a la maravillosa "Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 1", otra melodía increíble, sobre la que Coyne escribió la historia de Yoshimi teniendo que enfrentarse a los malvados robots rosa para salvar el mundo, o, en realidad, para salvarse a sí misma de cáncer, que a Coyne siempre le han gustado las metáforas enrevesadas.
A pesar de que la línea argumental no se mantiene a lo largo del disco, se podría decir que el concepto como tal acaba tras las cuatro primeras canciones, el disco está maravillosamente cohesionado en lo musical. “Yoshimi” tiene más instrumentos electrónicos y manipulación informática que “The Soft Bulletin”, utilizando una colorida mezcla de sintetizadores vivaces, líneas de bajo conmovedoras y letras hermosas sin mucho sentido.
“Pet Sounds”, Air y Daft Punk
Fridmann vuelve a prestar una majestuosidad sónica a todo el disco, las cuerdas, las trompetas, las campanas de iglesia, el arpa, las guitarras acústicas, los pitidos robóticos y los sintetizadores crean un manto neopsicodélico que le da una identidad propia al disco, como si Yoshimi, el personaje, tuviera un sonido propio. Una especie de “Pet Sounds” producido por Air o Daft Punk.
La cosa empieza con “Fight Test” una melancólica canción que coge su melodía, y progresión de acordes, “prestada” del “Father And Son” de Cat Stevens (Yusuf Islam no dudaría en demandar a la banda y ahora recibe el 75% de los beneficios de la canción) y que ve a Coyne filosofar sobre su opción de no meterse en ninguna pelea, aunque al final llega a la conclusión de que sí hay peleas que merece la pena luchar, como en el caso del disco, la pelea contra el cáncer.
A pesar de sus evidentes similitudes con el tema de Stevens, la canción suena a los Lips por los cuatro costados, con su línea de bajo sintetizada, su guitarra acústica enterrada en su lujosa producción, y una batería animada en contra del sentimiento agridulce de la canción. Luego llega "One More Robot/Sympathy 3000-21", una elegante y melancólica historia de robots que desarrollan emociones propias, con lujosa orquestación y ese sentimiento agridulce que impregna todo el disco.
Derrotar a esos malvados robots
Después de una preciosa coda sinfónica aparece la mencionada “Yoshimi Battles the Pink Robots: Pt. 1”, el corazón del disco. Es increíble que una canción sobre una maestra de kung-fu y su misión de derrotar a los robots rosas gigantes y salvar a toda la humanidad se convierta en algo tan bonito, claro que ya sabemos que los robots son un símbolo de su cáncer y lo que intenta salvar es su propia vida. El caso es que todo funciona aquí, la guitarra acústica sobre la base programada, la preciosa melodía, los gritos y ruidos de fondo. Cuando Coyne dice eso de “Cause she knows that it's demanding to defeat these evil machines - I know she can beat them”, lo cual está bastante lejos de poder ser calificado como poesía, no puede sonar más bonito y esperanzador.
En “Yoshimi Battles the Pink Robots: Pt. 2” se produce el enfrentamiento, entre gritos orgásmicos y percusiones que suenan a patadas. La ovación y los aplausos finales dejan claro que Yoshimi ha vencido. Esos aplausos siguen en “In The Morning Of The Magicians”, quizás la canción más bonita del disco, una épica balada de art rock electrónico que suena como una colaboración entre los Moody Blues, Brian Wilson y Vangelis, y que líricamente es una reflexión sobre el amor y el odio.
Por su parte “Ego Tripping At The Gates Of Hell” está construida sobre un bajo funky con fuzz, al que se le añaden guitarras acústicas y esas voces agudas psicodélicas propias de la casa, es un título perfecto para una canción que parece un sueño a punto de convertirse en pesadilla. Mientras, “Are You A Hypnotist??” tiene un punto de dub electrónico, de letárgico despertar de esa pesadilla o, como diría Coyne, del sueño de un hipnotista.
¿Te das cuenta?
El tema onírico continúa con “It's Summertime”, una canción sobre sueños psicodélicos veraniegos y acústicos contra la depresión. Y llegamos al momento más recordado, con razón, tanto del disco como de la carrera de los Flaming Lips. Se trata de “Do You Realice??”, una canción tan grande y mayestática que podría haber salido de la mente de Brian Wilson en el 66 o el 67. La felicidad te hace llorar, todos los que conoces algún día morirán, va cantando Coyne, y yo no puedo evitar llorar de felicidad, y de tristeza, cada vez que la escucho.
El resumen del disco lo da “All We Have Is Now”: “Todo lo que tenemos es el ahora, todo lo que tendremos alguna vez es el ahora”. No vale la pena lamentarse por lo que va a pasar, todos vamos a morir, por eso lo que importa es el presente, hay que vivir la vida sin miedo al futuro. Carpe Diem. El disco se cierra con el instrumental “Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia)” que les dio un Grammy en la categoría de Mejor Instrumental de Rock, con el que pueden sacar sus impulsos más experimentales.
Cuando entrevisté a Coyne hace un par de años con motivo de la presentación de “American Head” me dijo que su disco favorito de los últimos años era el debut de Billie Eilish y hace poco declaró que le encantaría que esta versionara al completo este “Yoshimi Battles The Pink Robots”, dejando claro que el disco tiene un sitio especial en su corazón.
Y es que como me dijo, “Yoshimi Battles The Pink Robots” “tiene unas maravillosas y melódicas canciones”, entre ellas la que puede que sea la mejor de toda su carrera, esa canción en la que nos dejan claro que todos los que conocemos, padres, hijos, amigos, van a morir, pero, aceptando ese hecho, prefieren no regodearse en él y deciden vivir la vida al máximo. Por eso, la canción no termina con su frase más famosa sino con ese falsamente insustancial “¿te das cuenta que tienes la cara más bonita?”. La vida se acaba, sí, así que más vale que dejes de pensar en ellos y la vivas.
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