Cuando apareció el primer disco de los White Stripes nadie hubiera dado un duro por la banda, no tanto artísticamente sino comercialmente, lo suyo era claramente algo ‘underground’, música blues tocada por un dúo de garaje punk salvajemente eléctrico, con una batería totalmente rudimentaria y un guitarrista que deconstruía los riffs de Jimmy Page y Hendrix a sus más esqueléticos mínimos, eran punk blues, algo así como Led Zeppelin para entusiastas de los Stooges.
Pero cuando comenzaron a grabar su cuarto disco, “Elephant”, todo había cambiado, su anterior disco, “White Blood Cells”, les había visto ampliar su paleta sonora, Jack White era capaz de escribir píldoras tan adictivas como “Fell In Love With A Girl” o “Hotel Yorba”, además de encantadoras baladas acústicas como “We’re Going To Be Friends”, pero es que, además, el disco salió el mismo mes que “Is This It” de los Strokes y entre los dos volvieron a hacer del rock de guitarras afiladas algo ‘cool’ y con futuro comercial.
De repente el garaje rock era la nueva moda y todos los ojos se posaron en la banda de garaje rock más molona del planeta, un dúo de chico y chica, que decían que eran hermanos (pero en realidad eran ex pareja), vestidos de blanco, rojo y negro, y con los videoclips más divertidos de todos.
Había que estar a la altura del enorme ‘hype’ que les precedía y Jack y Meg White no solo lo consiguieron sino que lo superaron ampliamente. Si ellos fueron la cabeza visible del último ramalazo del rock de guitarras como movimiento visible para el gran público, lo iban a hacer con una obra maestra a la altura.
Además Jack White lo iba a hacer en modo estrella absoluta del rock, convirtiéndose en el último de esa vía en especie de extinción que fueron los ‘guitar heroes’, entregando con “Seven Nation Army” el único riff del rock del Siglo XXI que se puede codear con sus hermanos mayores del Siglo XX, cosas como “Whole Lotta Love”, “Satisfaction” o “Smoke On The Water”, pero también con varios de los solos de guitarra más incendiarios de los últimos 25 años, los que aparecen en “Ball And Biscuit”. Si este iba a ser el canto del cisne del rock & roll como música más popular de su tiempo, sería un corolario perfecto.
A continuación vamos a repasar sus canciones una a una
Seven Nation Army
No deja de tener su gracia que un dúo que se hizo famoso por no haber reducido al máximo la fórmula del rock, solo guitarra y batería, se hiciera mundialmente famoso con un riff que suena como un bajo (aunque es una de las guitarras de Jack White pasada por un efecto). El caso es que sobre ese riff se edifica todo el disco, como si el guitarrista decidiera que era su momento y quisiera conectarse con la historia del rock a lo grande. Un riff tan grande y coreable que se ha convertido en un canto habitual en los campos de fútbol y otros acontecimientos deportivos, una batería tan simple como efectiva y una canción tan bien construida que es imposible quitarse de la cabeza tras una sola escucha (aunque es imposible que la hayas escuchado menos de 300 veces…)
Black Math
“Black Math” conjuga a la perfección loss impulsos punk del dúo pero los mete en un contexto de hard rock. Aquí Jack White vuelve a utilizar otra de esas extrañas guitaras por las que también se hizo famoso, en este caso una Airline roja del 64, fabricada por la compañía Valco, la misma que también hacía las National y las Supro, hasta que tuvo que cerrar en 1968. Es una de sus canciones más sucias y brutales, lo más cercano que han estado del sonido crudo del “Raw Power”, aunque con mucho más blues. El solo de guitarra era una nueva demostración del arsenal de trucos y efectos que White se sacaba de la manga con la misma facilidad que un mago sacaba conejos de su chistera.
There's No Home for You Here
Otra de las canciones que demuestran que Jack White estaba buscando un sonido más amplio y con más cosas que el punk blues de guitarra y batería. Esta canción, que fue editada como cuarto sencillo de la banda, se abría con su voz doblada varias veces, posiblemente alguna pista con la voz de Meg también y el estribillo, ampliado además con piano. Luego se calma en las estrofas hasta que explota otra vez el estribillo. Sobre la canción el propio White comentó: "Nuestra idea era ver hasta dónde podíamos llegar con una grabadora de ocho pistas, y creo que hasta dónde llegamos era demasiado lejos...". Gran riff y otro solo explosivo justo antes y después de un puente que es casi lo mejor de otra de las canciones destacadas del disco.
I Just Don't Know What to Do with Myself
Quien dudase de la enorme sensibilidad pop del dúo, solo tenía que escuchar su maravillosa versión del clásico de Burt Bacharach y Hal David, compuesto originalmente e 1962 y con cientos de versiones como las de Tommy Hunt, Dusty Springfield o Dionne Warwick, los White Stripes se la llevan a su terreno, el rock de garaje, y entregan una golosina pop que decidieron convertir en el segundo sencillo del disco, con vídeo incluido de Sofia Coppola, que se convirtió en un éxito en el Reino Unido.
In the Cold, Cold Night
Una canción misteriosa e insinuante, con Meg como voz principal que es otro de los puntos fuertes del disco, dejando ver que había muchas cosas más en este dúo, fuera de los riffs y los ramalazos punk. Jack White cuenta sus orígenes: "La escribí específicamente para Meg. Quería que fuera mitad Mazzy Star y mitad Peggy Lee. La toqué para ella en mi ático. Meg se rió, le gustó. El sonido del órgano lo hice tumbado en el suelo del estudio pisando los pedales del órgano. Si escuchas de cerca, oirás el chasquido de la madera en el pedal del piano".
I Want to Be the Boy to Warm Your Mother's Heart
Otra de las canciones que demostraban que la fórmula original se le estaba quedando corta a Jack White para expresar sus distintas influencias, una especie de súplica melancólica a la madre de una chica para que le acepte, con un ligero toque country sureño que se acentúa con el maravilloso trabajo de White al slide, en una canción en la que el piano también se hace notar.
You've Got Her in Your Pocket
Y entonces comenzaba esta preciosidad acústica donde White se quitaba del todo la máscara y sacaba a relucir al enorme fan de los Beatles que siempre ha sido (es capaz de adivinar cualquier canción de los Fab Four con solo escuchar los primeros segundos). En este caso es la sombra del McCartney acústico, el de “Blackbird” o “Every Night”, la que más se proyecta en una de las canciones más bonitas que ha escrito nunca, en la que no hay nada más que su voz, la acústica y una melodía digna del rey de las melodías. Una deuda con McCartney que ya había dejado ver en "White Blood Cells" con "We're Going to Be Friends", con la que esta canción está claramente relacionada.
Ball and Biscuit
Jack White se pone el traje de ‘guitar hero’, el mismo que le llevaría a grabar el documental “It Might Get Loud” junto a Jimmy Page y The Edge, agarra su Airline "JB Hutto" Res-O-Glass roja, y se lanza a degüello a por las seis cuerdas en uno de los momentos más definitorios de su carrera, la más perfecta definición de su estilo, poca técnica y mucha garra, explosividad y fuerza. La octava canción de “Elephant” comenzaba como un blues rock de toda la vida, pero en el minuto y 48 segundos White decide mandar una descarga eléctrica de distorsión con uno de los solos más incendiarios de la historia. Una tormenta de energía en la que ataca sus cuerdas como si quisiera destrozar su guitarra mientras la toca, jugando con la fórmula calmado/ruidoso de los Pixies pero llevándosela al blues. Pero es que luego hay varios solos más, puede que el mejor de todos sea el último, cerca de los cinco minutos, donde ya no da notas sino latigazos salvajes y viciosos, logrando el clímax necesario para la que puede que sea la mejor canción del disco.
The Hardest Button to Button
Revitalizados por las descargas eléctricas de "Ball and Biscuit" los White Stripes entregan otro de sus clásicos, y tercer sencillo del disco, con otro de esos inolvidables vídeos que les dirigía Michel Gondry (responsable también de los de "Fell in Love with a Girl" y "Dead Leaves and the Dirty Ground") que iban a la perfección con una machacona canción que se quedaba incrustada en tu cerebro y en la que Meg White demostraba que su rudimentario estilo era perfecto para las canciones de Jack White.
Little Acorns
Una voz comenzaba diciendo: "Cuando los problemas nos abruman y la tristeza nos asfixia, ¿dónde encontramos la voluntad y el valor para continuar?", al fondo se escuchaba un piano impresionista. Después de la extraña narración "Little Acorns" se convierte en una de las canciones más sucias y punk de "Elephant", construyéndose sobre la historia inicial, pero dejemos que sea el propio Jack White quien la explique: "Mi hermano, que trabajaba en un distribuidor de anuncios de radio, me traía cintas para grabar. Estaba grabando una melodía de piano y, cuando la reproduje, había un tipo hablando en la otra pista. Totalmente accidental. Basé una canción en su historia. Estaba perfectamente sincronizado. La forma en que la oyes en el disco es como yo la oí cuando ocurrió por primera vez, este accidente. Escribí el resto de la canción en torno a esa historia porque me encanta. Este tipo de cuentos morales". Una de las canciones que más les une con sus primeros discos.
Hypnotize
Otra canción directa y agresiva de garaje punk, es evidente que le falta el gancho de un "Fell In Love With A Girl", pero sus menos de dos minutos la hacen totalmente digerible, aunque sea una de las canciones más flojas de un disco, por otra parte, casi perfecto.
The Air Near My Fingers
La segunda cara de "Elephant" (sí, hace 20 años los discos todavía tenían dos caras) es más floja que la primera, pero eso no quita para que también contenga unas cuantas maravillas. Una de ellas es este "The Air Near My Fingers", en la que White vuelve a añadir unas teclas a la fórmula magistral de la banda ("Get Behind Me Satan" estaba a la vuelta de la esquina), combinando una melodía serpenteante, una letra sutilmente siniestra y un estribillo a medio camino entre lo banal y lo irresistible con esos "doo-doo".
Girl, You Have No Faith in Medicine
Los White Stripes vuelven a sus raíces, punk blues sin aditivos, voz desencajada, guitarra distorsionada a niveles radioactivos y batería simple y efectiva. No es lo más genial que han hecho nunca pero es una banda haciendo lo que mejor sabe hacer.
Well It's True That We Love One Another
Un final divertido y con mucho encanto, una pequeña maravilla pop acústica cantada a tres voces entre Jack, Meg y la cantante británica Holly Golightly en la que los White se toman con humor las muchas especulaciones que comenzaba a haber, según se iban haciendo más y más famosos, sobre cuál era su verdadera relación. La canción comenzaba con los tres cantando "Bueno, es verdad que nos queremos el uno al otro" mientras Golightly respondía "quiero a Jack White como a un hermano pequeño"... Para una banda que seguía respondiendo que eran hermanos, a pesar de que su certificado de matrimonio, y divorcio, ya habían salido a la luz, no dejaba de tener su gracia.
Por supuesto, “Elephant” fue el disco con el que los White Stripes dieron el salto de banda de culto a cabeza de cartel gigante en los festivales. Este es el disco con el que se tiene que medir cada vez que saca una obra nueva Jack White, ya sea los que le quedaban junto a Meg, junto a los Raconteurs o en solitario. No creo que lo haya superado todavía pero es que, en su género, pocos lo han hecho desde entonces, el rock del Siglo XXI sigue estando en deuda con los White Stripes.
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