Uno de los motivos que explica la meteórica e imparable trayectoria de Oasis se localiza en el hecho de que el grupo desarrolló los dos primeros años de su carrera de manera ininterrumpida, desde que viesen publicado su primer single en abril de 1994 –‘Supersonic’ (Sony, 94)– hasta que hicieron lo propio con el último sencillo extraído de su segundo álbum en mayo de 1996 –‘Champagne Supernova’ (Sony, 96)–. Los hermanos Gallagher y compañía llamaron la atención de toda la prensa especializada con una canción perfecta como fue “Supersonic” y, amparado por su por entonces inagotable talento compositivo, Noel resultó ser lo suficientemente inteligente y productivo como para aprovechar las peculiaridades del momento. A mediados de los noventa, los tabloides del Reino Unido estaban ya enfrascados a pleno rendimiento en reivindicar la valía de la cultura inglesa como respuesta al apogeo previo del grunge norteamericano. Oasis vieron la oportunidad con una claridad meridiana y, tras presentar en agosto de 1994 ese perfecto compendio de rock clásico que fue ‘Definitely Maybe’ (Sony, 94) –del que se extrajeron un total de cuatro sencillos–, el grupo lanzaba en las navidades del mismo año el delicioso single inédito ‘Whatever’ (Sony, 94) haciendo de nexo con lo que vendría a continuación. Porque sólo cuatro meses después llegaría el no menos espectacular ‘Some Might Say’ (Sony, 95), primer adelanto del que sería su segundo larga duración, ese ‘(What's The Story) Morning Glory?’ (Sony, 95) publicado el 2 de octubre de 1995 que confirmaría al quinteto como la formación más popular del Reino Unido de los noventa, con el consiguiente beneplácito del resto de Europa.
Oasis se aseguraban así una posición privilegiada dentro de la nueva ornada de bandas inglesas que, al amparo del término global y algo difuso del Britpop, iban a disfrutar de gran aceptación y un éxito indiscriminado. Si ‘Definitely Maybe’ había sido un estreno excepcional, resultaba que su continuación mantenía el nivel y no sólo alargaba la euforia, sino que además la potenciaba. Sucedía gracias a una obra que, sin acometer marcados giros de guión, sí que viraba en su mayor parte hacia preferencias más pop y accesibles, tras domesticar la instrumentación en general y las guitarras de forma específica. Dicho de otro modo: si la ópera prima de los mancunianos era un disco de rock ajeno a modas, éste era, efectivamente y ahora sí, un disco cuyo contenido cabía calificar de Britpop. Pero, lejos de situarse en la misma estatus que multitud de obras más mediocres y sin duda menos trascendentes que surgieron al amparo del movimiento, resulta que ‘(What's The Story) Morning Glory?’ era un disco redondo, compuesto por canciones impecables que venían amparadas por una producción más trabajada y pulida, en una licencia con la que definitivamente convergían dos mundos: el de la escena pop/rock independiente y el mainstream apto para todo tipo de público. Una confluencia impecable, que Noel Gallagher y el productor Owen Morris supieron manejar con maestría y sagacidad. De este modo, Oasis sonaban en radios y canales alternativos, pero también abrían los informativos generalistas de Inglaterra con casi cada uno de sus nuevos pasos, mientras que en nuestro país copaban las listas de Los 40 Principales. No cabe duda de que el objetivo había sido consensuado. Y de qué manera: las diez canciones (que se completaban con dos interludios) facturadas en el álbum eran auténticos singles potenciales, todas y cada una de ellas, motivando una referencia difícilmente cuestionable y que además lucía una fuerza de conjunto arrasadora.
La referencia se abría con la espléndida “Hello” ejerciendo de bienvenida, antes de dar paso al archiconocido sencillo “Roll With It”. Ésa fue la baza de los Gallagher en aquélla histórica ‘Batalla del Britpop’, promovida por la ávida prensa del país y acontecida después de que Oasis y sus (por entonces) archienemigos Blur decidiesen poner a la venta el mismo día sus respectivos singles (“Country House” en el caso del cuarteto). Parece ser que la idea surgió del propio Damon Albarn quien, harto de las bravuconadas de Liam y Noel, decidió plantear un combate cara a cara. La jugada le salió bien en aquel momento, porque efectivamente Blur ganaron esa batalla del 14 de agosto de 1995 al vender bastantes más singles, pero posteriormente Oasis saldrían victoriosos y reafirmados de la guerra. ‘(What's The Story) Morning Glory?’ facturó muchísimas más copias, arrasó en los premios Brit (cuando la gala era paradigma de modernidad en las islas) y, sobre todo y lo más importante, resultó ser un disco bastante mejor que ‘The Great Escape’ (Virgin, 95), que contenía momentos inspiradísimos, pero resultaba algo irregular.
El elepé también contenía himnos emotivos, caso de la ultra radiada “Wonderwall” –pieza ahora algo desgastada por la reiteración– y la épica “Don’t Look Back In Anger” que, por primera vez en un disco de Oasis y más allá de caras B y rarezas, sonaba en voz de Noel. Parece ser que el mayor de los hermanos dejó escoger a Liam cuál de esas dos canciones cantaría, con el convencimiento de reservarse la otra a sabiendas del potencial de ambas. En la misma categoría entraría la bella “Cast No Shadow”, dedicada a su colega Richard Ashcroft por entonces al frente de The Verve. “Hey Now!” es seguramente la pieza menos recordada del lote, sin duda una buena canción, algo machacona pero que soporta el envite y no desentona. Entre las piezas más verticales y aceleradas estaba la mencionada “Some Might Say” –una de las destacadísimas dentro del cancionero del grupo– que además brillaba como la más áspera de entre las seleccionadas, la pegadiza y simpática “She’s Electric”, y la orgullosa “Morning Glory”. Los sugestivos siete minutos de “Champagne Supernova” funcionaban como cierre memorable, al certificar el triunfo con orgullo y en lo que a la postre también sería otra de las mejores piezas del legado de Oasis. La composición cuenta además con la colaboración de Paul Weller, pletórico en su papel de reverenciado modfather y padrino de esta nueva camarada con marcado acento british.
El segundo álbum de Oasis fue resultado de aunar a un Noel Gallagher absolutamente desatado a nivel compositivo (ahí quedan también las meritorias caras B de la época como prueba adicional) y a un Liam Gallagher de amplia capacidad vocal y pose chulesca, luciendo radiante y espectacular, asentado ya en su papel de frontman y rock & roll star tan carismático como vicioso y hooligan. Ambos y junto a Paul “Bonehead” Arthurs, Paul “Guigsy” McGuigan y Alan White (reemplazando tras la batería al despedido Tony McCarroll) materializaron un trabajo en el que de nuevo los grandes nombres del legado musical británico lucían en la solapa como referentes nada disimulados: desde The Beatles a The Stone Roses pasando por The Rolling Stones, los propios The Jam, Bowie, The Who, Small Faces, Slade o The Kinks. El disco vino adornado con una portada no menos mítica, con esa instantánea tomada al amanecer en pleno SOHO londinense, concretamente en Berwick St. (en donde se asientan multitud de tiendas de discos) y más o menos a la altura de (oh, sorpresa) Noel St.
Dos años de actividad continuada que los de Manchester aderezaron así mismo con videoclips inolvidables, conciertos históricos como los de Maine Road, Knebworth Park o Earls Court, además de un sinfín de sus habituales declaraciones deslenguadas, agresivas y carentes de cualquier modestia, con las que copar aún más cualquier medio de comunicación. De hecho, en pleno subidón y en medio del conflicto con Blur, Noel Gallagher llegó a declarar: “Creo que el batería (Dave Rowntree) es un buen tío y no tengo nada en contra del guitarrista (Graham Coxon) –quien a cambio tendría una pelea con Liam en un pub–, pero espero que el cantante (Damon Albarn) y el bajista (Alex James) cojan el sida y se mueran, porque les odio”. Poco después y ante las críticas de diversas asociaciones que luchaban contra la enfermedad, Noel haría una generosa donación para la causa con la que redimirse.
‘(What's The Story) Morning Glory?’ fue una brillante maniobra del grupo, tanto en un plano artístico en el que confirmaron las excelencias de su debut ¡sólo un año después de su estreno en formato largo!, como a nivel estratégico, aprovechando las circunstancias para convertirse en estrellas surgidas de la clase obrera y paradigma de toda una generación. Lo hicieron tirando de lógica y continuidad, pero también de una inspiración desatada, en una época en la que escuchar un disco completo desde el principio hasta el final y repetir la operación compulsivamente era la única (y romántica) opción. Un par de años después, ya desde las alturas y con la cocaína formando parte de su dieta habitual, Oasis firmarían el mastodóntico ‘Be Here Now’ (Big Brother, 97), una obra adornada en exceso y para muchos el principio del fin de la burbuja del Britpop, pero que en su momento fue injustamente maltratado. Aunque esa ya es la historia de otra mañana.
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