Annie Clark es una de las artistas más interesantes del Siglo XXI, desde que debutó en 2007, bajo el seudónimo de St. Vincent (cogido de una canción de Nick Cave), se ha convertido en una de las puntas de lanza del Art Pop, equilibrando a la perfección su faceta más experimental con la más directa y pop, sabiendo conjugar a la perfección melodías con angularidades y su faceta como original guitarrista. Esta dualidad se puede ver también en el hecho de que haya colaborado con David Byrne o Swans, pero también con Dua Lipa o Taylor Swift. Se la podría comparar como una extraña mezcla entre el propio Byrne, Prince, PJ Harvey y Bowie, principalmente con los c-c-c-c-cambios de este último, siendo algo así como la nueva camaleona del pop más artístico.
Ante la publicación de su octavo disco (sí, contamos su colaboración con Byrne), "All Born Screaming", en diecisiete años de carrera, vamos a repasar sus discos del peor al mejor:
8. "Love This Giant" (2012)
Tras sacar el disco que marcó su carrera, “Strange Mercy”, St. Vincent vio cumplido uno de sus sueños, una colaboración con uno de sus referentes más claros, David Byrne, el ex líder de Talking Heads. Su disco conjunto, “Love This Giant”, no es lo mejor que han sacado ninguno de ellos pero eso no quiere decir que no esté fantásticamente arreglado, con todo el disco basado en unos omnipresentes vientos, e interpretado, repartiéndose la voz principal en todas las canciones. Tiene la pinta de que colaboraron en casi todas ellas, por mucho que las dos mejores, "Dinner For Two" y, sobre todo, la fantástiva "Who", tengan a Byrne como cantante principal. Eso sí, el ex “cabeza parlante” se quedó fascinado por Clark viendo todo su enorme potencial: "A pesar de haber estado de gira con ella durante casi un año, no creo conocerla mucho mejor, al menos no a nivel personal... El misterio no es algo malo para una mujer (o un hombre) joven, hermosa y con talento. Y lo hace sin parecer distante o huraña".
7. "Marry Me" (2007)
El debut de Annie Clark como St. Vincent llegó en 2007 con este “Marry Me” que apareció poco después de su experiencia como parte de la banda en directo de Sufjan Stevens que estaba presentando su aclamado “Illinois”. En el disco se puede notar ese aire de pop barroco, así como la influencia de otros artistas contemporáneos como The Decemberists, que se une a sus fijaciones por gente más alienígena como Bowie o Kate Bush. Aun así es el disco en el que se nota más que todavía está buscando una voz propia, aunque es evidente que ya está muy cerca de ella, como se puede notar en la amenazante "Your Lips Are Red", la primera en la que suenan sus cortantes riffs de guitarra.
Eso sí, a pesar de esa búsqueda, el disco está lleno de grandes canciones que ya prometen un futuro brillante, como ese inicio con "Now, Now", en la que coros angelicales, tipo Sufjan Stevens, se mezclan con complicados riffs de bajo y guitarra, mostrándonos a una compositora intrincada y brillante. "All My Stars Alligned" nos la descubre en perfecto modo confesional, con piano y acústica, ah, y la canción titular es, sencillamente, una de las melodías más bellas de su carrera, un precedente claro de futuras glorias como "Prince Johnny" o "New York".
6. "Daddy's Home" (2021)
Hasta la llegada de “All Born Screaming” su última reinvención había sido como decadente estrella de la factoría Warhol en "Daddy’s Home", con peluca rubia a lo Raffaella Carrá. Aquí, Annie Clark desempolva la colección de discos de su padre (referentes como el Stevie Wonder de su etapa dorada, los Steely Dan de “Pretzel Logic” y "Aja", el "There’s A Riot Goin’ On" de Sly & The Family Stone y sobre todo el Bowie de su etapa como "el Delgado Duque Blanco") y decide celebrar su vuelta a casa tras diez años de prisión por estafa financiera. Para ello recrea esos sonidos desde su propio punto de vista, tendiendo puentes entre los setenta y la actualidad.
Vincent entrega un disco “retro” con su personal forma de tocar la guitarra en el que se encuentran grandes canciones como ese guiño a "Fame" que es "Pay Your Way In Pain", el repaso a sus heroínas en "The Melting Of The Sun", como Joni Mitchell, Marilyn Monroe o Nina Simone, la soulera "Down And Out Downtown", guiños a la Factoria de Andy warhol, "Candy Darling", o la preciosa "...At The Holiday Party". El problema de este disco es que, a pesar de su evidente calidad, parece el único disco de toda su carrera en el que una innovadora como ella no mira al futuro sino al pasado para inspirarse.
5. "Actor" (2009)
Un disco de transición entre su periodo más de pop barroco a sus transgresiones más art pop que queda perfectamente ejemplificado en la maravillosa canción que lo abre, "The Strangers", con su inicio casi coral, su preciosa melodía y un arreglo que, de repente, se rompe en unos riffs de guitarras saturadas y ruidosas, para luego volver a la calma. Este es el disco que explica la transición entre "Marry Me" y "Birth In Reverse". Ella misma explicaba como primero creó un disco que sonaba como la banda sonora de una película de Disney y luego le regrabó entero añadiéndole las angularidades y las espinas, aunque dejando las cuerdas, los vientos y esas melodías de ensueño, sonando como el resultado como si el director de esa película fuera John Carpenter.
Aparte de la mencionada, las mejores canciones son la nerviosa "Actor Out Of Work", algo así como punk o nueva ola con armonías corales, "Black Rainbow", en la que todavía se nota la sombre del Sufjan Stevens de "Illinois", "Laughing With A Mouth Full Of Blood", que por muy angelical que sea la melodía tiene la sombría temática que cabría esperar del título, utlizando uno de sus trucos más recurrentes, esa mezcla entre lo melódico con un punto de peligro por debajo. "Marrow" es otra de sus grandes canciones, otro momento en el que adelanta su modo diva, con sus extraños riffs, y un avance de su personal estilo como guitarrista, como si fuera un adelanto de su disco homónimo. Por último, nes obligado destacar la preciosa "The Party", una maravilla con una de las mejores frases de su pluma "Oh, my pockets hang out like two surrender flags".
4. "Masseduction" (2017)
Annie Clark volvía a reinventarse, esta vez como diva pop cubierta de látex y un personaje al que ha calificó como una “dominatrix en una institución mental”. Pero debajo del personaje puso las letras más personales de su carrera, posiblemente afectada por su separación de la modelo Cara Delevingne, lo que la llevó a estar en portada de revistas del corazón, algo que odió profundamente, pero que también la dio mayor visibilidad.
Aun así la música venía recubierta de cientos de capas pop cortesía del omnipresente Jack Antonoff, con las guitarras perdiendo peso frente a los sintetizadores y las programaciones. Pero si se escarbaba hasta el esqueleto de las composiciones encontramos algunas de las mejores canciones de su carrera como la bella “New York”, el homenaje al “Brazil” de Terry Gilliam en “Los Ageless”, los ecos al funk sintético de Prince en la canción titular, la contagiosa “Pills” en la que exponía la enorme dependencia farmaceútica de la sociedad moderna, la emocionante “Happy Birthday, Johnny”, en la que regresaba al personaje de Prince Johnny, el maravilloso pop barroco de “Slow Disco” (que se convertiría en uno de los mayores éxitos de su carrera en su versión bailable, “Fast Slow Disco”) o el escalofriante final con “Smoking Section”, algo que demuestra que el corazón del disco estaba en sus medios tiempos, y que, a pesar de las capas de látex y colágeno en la producción, este era el disco en el que más se exponía.
Publicado en 2017, solo un año después de la muerte de David Bowie y Prince, St. Vincent se confirmaba como la aventajada discípula de los dos mitos desaparecidos.
3. "Strange Mercy" (2011)
"Strange Mercy" es la primera gran reinvención de St. Vincent, el disco que marca un antes y un después en su carrera, baste ver la portada del disco y escuchar los primeros compases de la canción que lo abre, "Chloe In The Afternoon", para saber que estamos ante una nueva Annie Clark, una que ha dejado atrás a la chica modosa de "Marry Me" (o como la llamaba ella misma la “Pollyanne asexuada”) por esa boca que grita recubierta de látex hermético y que tiene su equivalente sonoro en su nuevo sonido, más intenso y vigorizante con un nuevo punto focal, su innovador sonido a la guitarra, lleno de efectos y distorsión, sonando como nadie antes que ella. Y es que Clark es una guitarrista totalmente original, en su estilo no se puede rastrear nada de blues, aunque sí cosas de iconoclastas como Lee Ranaldo o Robert Fripp.
Clark crea nuevos sonidos y frecuencias, convirtiéndose en la nueva diva del art pop, eso sí, sin olvidarse de redondos estribillos como los de "Cruel", posiblemente su mejor canción hasta esa fecha, en la que su sensibilidad pop se veía azotada por los ramalazos de su guitarra con esos riffs que suenan a descargas eléctricas. En "Cheerleader" (la canción que más veces ha tocado en directo en su carrera), tras una maravillosa introducción, nos presenta otro estribillo inolvidable pero recubierto de amenaza y que golpea como un boxeador, Clark se revelaba definitivamente. No quería volver a ser una “cheerleader” nunca más, ella era la capitana del equipo. "Surgeon" y la canción titular son otras dos piezas imprescindibles del disco con el que Annie Clark se convirtió definitivamente en St. Vincent.
2. "All Born Screaming" (2024)
Muchos vieron en "Daddy's Home" un traspiés en la carrera de Clark, claro que si ese disco lo fuese solamente serviría para dar a entender lo increíble de su trayectoria, en la que no tiene ni un solo disco malo. El caso es que desde entonces tampoco ha parado quieta haciendo versiones del "Funkytown" de Lipps Inc para una de las películas de los Minions, viendo como una de las canciones que compuso con Taylor Swift y Jack Antonoff se convertía en la banda sonora del "Eras Tour" de la primera y, por ende, una de las canciones más famosas del mundo, pero también la veía, el año pasado, haciendo una versión del "Piggy" de Nine Inch Nails.
“All Born Screaming”, su nuevo disco, está mucho más fuertemente influido por el grupo de Trent Reznor que por Swift o los Minions, lo que deriva en el disco más oscuro y agresivo de toda su trayectoria. Y también el más St. Vincent, puesto que es el primero en el que se ha encargado en solitario de toda la producción. Si escuchando los dos primeros más adelantos, "Broken Man" y "Flea", se podía pensar que este iba a ser un disco de rock industrial, escuchándolo al completo podemos ver que esa es solamente una de sus caras, con una primera parte llena de furia y estrépito, de un sentimiento de este mundo se va a la mierda, suavizada ligeramente por una segunda que deja paso a un hilo de esperanza.
“All Born Screaming”, es un claro retorno a su mejor forma: art rock teatral, extravagante y con su particular estilo a la guitarra en primer plano. Es mucho más espartano que "Masseduction" y, por primera vez, esta experta en cambios como David Bowie, renace como ella misma, sin filtros ni personajes. "Hell Is Near" es un magnífico comienzo, un inicio que suena intrigante y amenazante, hasta que entra un increíble bajo y Clark canta un estribillo que recuerda al "All I Need" de Air, para luego derivar en una línea de bajo que nos trae a la mente a Massive Attack y el trip hop, pero mezclado a la vez con un sonido como de folk rock británico. Una mezcla espectacular para una de las mejores canciones del disco.
"Reckless" empieza como una balada de piano pero con amenaza subyacente, más como un negro presagio que como una canción de amor, y termina rompiéndose en una explosión de sonidos electrónicos y coros lúgubres.
Luego llega la dupla "Broken Man" y "Flea", con Dave Grohl añadiéndole picante desde la batería a dos canciones espectaculares, con riffs, rabia y dureza con una enorme huella de Nine Inch Nails. De haber redondeado un disco así quizás estaríamos hablando de una salvadora del rock. “Broken Man” es desde ya uno de los mejores momentos de su carrera y “Flea” es la combinación perfecta entre esos caminos industriales y el sonido cien por cien St. Vincent. Les sigue “Big Time Nothing” con una robusta bassline electrónica y un aire al “Big Time” de Peter Gabriel.
Pero todo cambia a partir de "Violent Times", la mejor canción Bond que jamás ha salido ni ha sido hecha para una película de James Bond, y que da el mensaje de la segunda parte del disco: si todo se va a la mierda, mejor repartir un poco de amor que de odio: "All of the wasted nights fighting mortality / When in the ashes of Pompeii lovers discovered in an embrace for all eternity".
"The Power's Out" es otra preciosa balada a la que le mete oscuridad y disonancia, con sonidos distorsionados y su desquiciada y original forma de tocar la guitarra. Por su parte "Sweetest Fruit" es un bonito homenaje a la desaparecida artista electrónica SOPHIE. "So Many Planets" es otra de las sorpresas del disco, St. Vincent haciendo un tema regae/ska, con solo incluido marca de la casa, y dando una definición perfecta de sí misma: "He tenido que visitar tantos planetas hasta poder encontrar el mío propio". La alienígena se encuentra a gusto consigo misma.
El disco se cierra con la catárquica canción titular, después de toda la ansiedad y sufrimiento anterior, mejor celebrar a gritos la vida, nacemos gritando, mejor irnos también por todo lo alto. St. Vincent no se ha ido pero, desde luego, con este disco, ha entregado uno de los que mejor resumen su carrera.
1. "St. Vincent" (2014)
Annie Clark utilizó su gira conjunta con David Byrne para recargar la energía y la creatividad. Supongo que es lo que tiene pasarte varios meses cantando canciones como "Burning Down the House", "Road To Nowhere" o "This Must Be The Place (Naive Melody)", noche tras noche, con el tipo que las compuso. Según sus propias palabras, treinta y seis horas después de finalizada la gira de presentación de “Love This Giant”, ya se puso a componer y a crear su reinvención definitiva, el disco al que llamaría de manera homónima, como si fuera su debut…
Parece evidente que la colaboración con uno de los ídolos de su infancia sirvió de revulsivo a Clark que saldría con el pico creativo de su carrera. Los ecos de su colaboración con Byrne se pueden escuchar en “Digital Witness”, en esos vientos que parecen sacados de “Love This Giant” o en esa forma tan angular que invita a meterse en uno de esos inenarrables bailes esquizofrénicos tan propios del autor de “Once In A Lifetime”. Esos mismos ecos, en concreto los de los Talking Heads, también se pueden oír en “Psycopath” pero “St. Vincent“ va mucho más allá de la influenca de Byrne, siendo en el que queda definido para siempre el sonido de la propia St. Vincent.
El disco era una suma perfecta de las dos caras de Clark, la más experimental y la de las melodías pop irresistibles. Donde “Birth In reverse” sonaba caótica y a la vez accesible, además de ser otra prueba de su inventiva como guitarrista, “Prince Johnny” era una increíble melodía que podría haber sido escrita en los mejores días del doo wop. “Huey Newton” podía servir como una mezcla entre las dos, con una primera parte calmada que se rompe en un tremendo riff.
“I Prefer Your Love'” era una oda de amor a su madre, mientras que “Bring Me Your Loves” enseñaba su lado más experimental y art pop, funcionando como un reloj suizo. Podría seguir así con todas y es que de las once canciones que había en ese disco solo “Every Tear Disappears” no alcanzaba, al menos, el notable.
Pero es que además de su originalidad musical, Clark se volvía a destapar como una acertada letrista y cronista de su época. Este disco era una reflexión sobre el siglo XXI y sus males, perfectamente encapsulada en ese "¿Qué sentido tiene hacer algo? Si no lo comparto, no puedes verme", la mejor descripción de estos tiempos de redes sociales y mensajes de Whatsapp, en los que la gente está más preocupada en mirar su pantalla y compartir lo que sea que está haciendo que en disfrutarlo.
La confianza ciega de Clark en este disco se notaba desde la portada, en la que posaba cual diva futurista. Fue su declaración definitiva de principios, esto es lo que soy y esto es lo que hago. Razones más que suficientes para entregarle la posición suprema en su discografía.
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