Sigur Rós y "Ágaetis byrjun":  el sonido de un nuevo mundo
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Sigur Rós y "Ágaetis byrjun": el sonido de un nuevo mundo

Sergio Ariza — 16-10-2024
Empresa — Krunk
Fotografía — Carátula del disco

El disco que inauguró el Siglo XXI, abriendo nuevos caminos a la música pop.

"No pretendemos convertirnos en superestrellas ni millonarios. Simplemente vamos a cambiar la música para siempre, y la forma en que la gente piensa sobre la música. Y no creas que no podemos hacerlo, lo haremos".

Existen cientos de miles de bandas con la suficiente arrogancia juvenil como para hacer semejante afirmación, quizás decenas con la ambición necesaria como para tomarlas en serio y sobran los dedos de una mano para contar aquellas que la han conseguido hacer realidad. Esta es la historia de una banda que en 1999, con un disco no muy prometedor que había vendido apenas centenares de copias a sus espaldas, hizo esas declaraciones y sacó un disco que transformó la hipérbole en profecía. Esta es la historia de Sigur Rós y "Ágaetis byrjun".

La banda se había formado en Reikiavik en enero de 1994, estaba formada por Jón Þór "Jónsi" Birgisson (en la voz y la guitarra), Georg Hólm (al bajo) y Ágúst Ævar Gunnarsson (a la batería), el nombre de la banda era el de la hermana pequeña de Jónsi, Sigurrós, que había nacido unos días antes de que se formara la banda. En 1997 publicaron su debut, "Von", en el que había experimentación y promesa pero no especialmente canciones, aunque "Myrkur no estaba mal, pero sus huellas sonoras todavía podían ser rastreadas, My Bloody Valentine, como en la canción comentada, o Smashing Pumpkins. El disco vendió 313 copias en Islandia.

En 1998 se unió a la banda el teclista Kjartan Sveinsson, con conocimientos teóricos de música, que sería el encargado de darles la mayoría de sus arreglos de cuerda y orquestales. A ello se unió que la banda también decidió poner el foco en su herramienta más personal y bella, la voz de Jónsi, utilizando su falsete como si fuera de otro mundo, una sonoridad totalmente nueva que se convertía en fundamental después de haber sido dejada en el fondo por la oscura dirección sónica de su debut.

Las nuevas canciones también habían mejorado mucho, tras escuchar una de ellas un amigo les dijo que era "un buen comienzo" y así terminaron llamándose la canción y el disco, "Ágaetis byrjun". Una obra que fue el comienzo de un quimérico sonido que acabaría por hechizar al mundo y hacer buenas sus audaces palabras. Sigur Rós encontró un nuevo sonido que es uno de los más inventivos y bellos de los últimos 25 años, consiguiendo romper los límites de su cultura y su idioma para trascender en medio mundo, incluido el cerrado universo anglosajón. Pero es que no hacía falta entender una palabra de lo que estaban cantando para dejarse emocionar por la angelical voz de Birgisson.

Canción a canción

El disco comenzaba con una pista tocada del revés, esa técnica qe ya utilizaron los Beatles en "Tomorrow Never Knows" y "Rain", le daba un sentimiento psicodélico que se pierde cuando comienza a sonar lo que parece el pitido de un submarino y parecemos meternos dentro del útero materno.

Y es que para estos cuatro islandeses era la música la que imponía el significado, no las letras, y tenían una pieza absolutamente colosal que sonaba a eso, a flotar placenteramente dentro de la madre sin otra preocupación que existir o ser. Era lo que a los cuatro les sonaba esa maravilla instrumental que habían creado, con la guitarra tocada con un arco de Jónsi, la imagen que les transmitió era eso, un feto con alas (así surgió la portada del disco), en la letra se mezcla esa sensación con otra parecida, el sexo "Estoy de vuelta dentro de ti, es tan bueno estar aquí. Es sólo una parada rápida. Vuelo bajo el agua" pero, quizás, lo que más llegaba eran esas palabras en el idioma inventado que habían creado "Tjú Tjú" que se repetían constantemente y que sonaban parecidos a "It's you" en inglés, y puede que lo fueran porque en esa canción es difícil encontrar un solo ser humano que la escuche y no se reconozca en ella.

Lo increíble es que después de semejante obra maestra el disco no se les venía abajo, pero Sigur Rós no iban a cambiar el rumbo de la música con una única canción, por muy inmortal que fuera, y sin habernos recuperado de conectar con nuestros orígenes comenzaban a sonar lentamente las majestuosas cuerdas de "Starálfur" y era como abrir los ojos y descubrir la belleza del mundo, entonces Jónsi volvía con su canto de sirena y te demostraba que la vida podía ser maravillosa. Georg era el responsable del maravilloso arreglo de cuerdas sobre el que Jónsi escribió, sobre dos acordes, su melodía más arrebatadora. Las cuerdas se volvían palindrómicas o sea suenan igual tocadas al derecho o al revés, lo que no deja de ser una curiosidad hasta que escuchas esta canción y parece una revelación cósmica en la que nacimiento y muerte se convierten en una misma cosa.

Revelando secretos arcanos

Después de una especie de tormenta al final de "Starálfur", sonaba un órgano que parece mortuorio y triste, al comienzo de "Flugufrelsarinn", pero el ritmo pausado del comienzo te va tranquilizando, a pesar de la amenazante guitarra con mucho eco y los múltiples efectos de fondo, Jónsi canta menos angelical y con más garra que en las anteriores canciones, lo hace sobre los recuerdos de infancia de Ágúst, cuando se sentaba junto al arroyuelo al lado de su casa y salvaba moscas. Pero como en el resto del disco, la letra no es tan importante como la música y la melodía, Jónsi parece estar revelando arcanos secretos sobre el sentido de la vida. Cuando el disco se publicó por primera vez en 1999, se convirtió en la canción más popular del disco en Islandia.

"Ny Batteri" comenzaba con unos vientos extraños, ligeramente jazz, hasta que iba tomando forma poco a poco, una línea de bajo, un órgano, unas teclas y la caricia de la voz de Jonsi. Nuevamente es difícil de categorizar, puede haber una ligera conexión con Godspeed! You Black Emperor, por su formato calmado/fuerte/calmado y su explosión en un clamor orgiástico y palpitante, pero vuelve a sonar a alquimia musical, a una banda explorando nuevos horizontes y abriendo nuevos caminos a explorar. Es imposible no escuchar esta canción y no pensar en los Radiohead deKid A y Amnesiac”, también es evidente que el falsete de Thom Yorke es una de las influencias vocales en Jónsi, aunque también hay que recordar que no la única, como demuestra esta canción que en origen se llamaba “Stina”, en homenaje a la cantante sueca Stina Nordenstam, una de las debilidades del cantante islandés.

Cuando a continuación suena "Hjartað hamast (bamm bamm bamm)" con su inicio de órgano y armónica, uno no se puede creer que esta banda pueda sonar con algún tipo de conexión terrenal, luego entra la guitarra fuertemente distorsionada y tocada con el arco, y las conexiones con el rock progresivo se hacen más evidentes. Es un gran tema, pero en un disco que suena a nueva piedra Rosetta para el rock, o para la música popular, es la que menos suena a milagro de todas.

Buen tiempo para un ataque aéreo

Luego suena la canción más larga de un disco de canciones largas, "Viðrar vel til loftárása", más de 10 minutos de viaje sonoro, con una preciosa intro al piano del nuevo miembro de la banda Kjartan que demostraba la enorme importancia de su incorporación. A los dos minutos se le unía el bajo, a los tres entraban las cuerdas y ya te querías quedar a vivir en ella. A los 4 minutos entra la 'lap steel' de Pétur Hallgrímsson, un amigo de la banda, y a la majestuosidad sinfónica se le añade un aire country, es entonces cuando crees que no puede sonar más bonita pero entonces, poco antes de alcanzar los 5 minutos, entra la voz de Jonsi y la batería y te sientes elevar del suelo en una especie de trance extra corporal, es sencillamente sublime cómo está construida la canción. A esta maravilla la titularon "Buen tiempo para un ataque aéreo", después de oírle la frase a un hombre del tiempo en la época de los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia. Las cuerdas se van desatando en un arreglo celestial pero, como para homenajear al nombre de la canción, la banda les pidió a los músicos que se fueran volviendo progresivamente locos, desencadenando en ese agresivo final.

Entonces aparece "Olsen Olsen", otra canción mayúscula, describiendo la pieza en su propia página web la banda apunta "la canción es típica de la banda a finales de los 90, sin letra (utilizaron por primera vez su lenguaje inventado el Vonlenska), sin fuzz, sólo una atmósfera de bienestar". Igual que habían sido atrevidos en la declaración que abre este artículo, aquí, sin embargo, pecan de humildes, a no se que por "atmósfera de bienestar" entiendan que lograron descifrar el sonido de la felicidad y lo convirtieron en canción. Las armonías corales de la canción y las majestuosas notas orquestales le confieren una triunfal sensación de alegría.

¿Y cómo se sigue a una canción así? Pues Sigur Rós lo tenían claro, a una maravilla solo le puede seguir otra. La canción titular "Ágaetis byrjun" estuvo pensada como comienzo del disco, ya que hacía referencia a la alegría y a la decepción que habían sentido con su primer disco, "Von". El título significaba "Un buen comienzo", la frase que les dijo un amigo cuando escuchó la canción, lo bueno es que, aunque bien intencionado, "buen comienzo" estaba a años luz de lo que significaba esta canción en la que volvía a brillar enormemente la voz de Jonsi, "un comienzo genial" también se habría quedado corto, al igual que "asombroso", "excelente", "estupendo" y cualquier otra exageración que se les hubiera ocurrido.

Su alargada sombra

Al final la pusieron como última canción, propiamente dicha, hasta que llegaba el epílogo con "Avalon", que no era sino el final de "Starálfur" ralentizado mucho. Se había alcanzado el fin de un disco que había cambiado el rumbo de la música para siempre, abriendo nuevos caminos por los que transitarían cientos de bandas, desde las más populares (Coldplay suelen referirse a ellos como la mejor banda del mundo) a las más 'underground', incluso llegando a influir a artistas gigantes que les habían influido a ellos mismo, como los comentados Radiohead o su compatriota Björk, cuyo excelente siguiente disco, "Vespertine", también llevaría su huella.

Lo habían conseguido, habían entregado un disco que estaba a la altura de sus intrépidas declaraciones, se estrenó en junio de 1999 en Islandia pero, poco a poco, fue abriéndose paso y saltó al mundo anglosajón donde se terminaría editando en el año 2000, siendo una de las revelaciones de esa año. Rompiendo etiquetas y barreras estilísticas, se les acomodó en la de Post Rock, que era el cajón de sastre en el que colocar a las bandas incalificables y rompedoras como Sigur Rós, pero es que ellos a esos nuevos horizontes y texturas sonoras le añadían canciones como una catedral de grandes. No solo eran inventores, tambiñen artesanos de la melodía.

"Ágaetis byrjun" simplemente restableció y recordó al mundo la inocencia, la pureza y la alegría del descubrimiento musical, la idea de que a la música rock y pop todavía le quedaba camino por recorrer antes de pasar a mejor vida. Cuando la música pop y rock parecía estancada, Sigur Rós derribó varios muros y abrió nuevas puertas para explorar nuevos sonidos y matices. No fue solo "un buen comienzo", fue un nuevo comienzo. Adelantándose en unos meses "Ágaetis byrjun" inauguró el Siglo XXI musicalmente (muchas publicaciones anglosajonas lo siguen sacando en sus listados de mejores discos de los años 2000 y del Siglo XXI, a pesar de aparecer en los 90).

Sigue sonando a nuevo descubrimiento con cada nueva escucha, hasta en estos momentos en los que su huella es tan profunda en la música. Fue también el pico de una banda que después de él han hecho buenos discos e incluso grandes discos pero no han vuelto a crear algo tan inmaterial y sagrado como éste disco. Y es que "Ágaetis byrjun" es magia, el sonido de otro mundo, de uno mejor en concreto, abriéndose paso por primera vez.

 

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