En los años noventa, Núria Prims iba a los conciertos de la sala B de Zeleste –ahora Razzmatazz– de Barcelona “en la que tocaban los grupos desconocidos más frikis que venían de todo el mundo” y allí conoció a músicos, promotores e incluso periodistas de esta publicación. “Yo iba sola porque quería disfrutar, pero tengo un muy buen recuerdo de esos años”, confiesa, aunque reconoce, entre risas, que ahora se ha hecho “mayor” y se va “a dormir pronto”. “Hago lo que puedo, pero no estoy tan atenta en conocer grupos nuevos”, concluye. Efectivamente, ha pasado mucho tiempo desde que fuera una de las protagonistas de aquellas sonadas “Historias del Kronen” sobre la juventud del momento. Ahora le toca hacer papeles de madre como el que desempeña en “Sica”, el primer largometraje de ficción de la documentalista Carla Subirana (“Nadar”, “Volar”), que se estrena tras haber pasado por la Berlinale y haber clausurado el BCN Film Festival, marco de este encuentro con Prims y Subirana.
“Sica” es el relato iniciático de una adolescente –la debutante Thais García– de la gallega Costa Da Morte que espera que el mar le devuelva el cadáver de su padre, pescador desaparecido en un naufragio. “El mar me entusiasma y me siento muy libre en él, pero, a la vez, me da miedo. Su inmensidad, no tocar fondo y que lo que haya bajo su superficie siempre sea algo desconocido me genera cierta inquietud. Y es lo que me pasó con la Costa Da Morte”, confiesa Subirana sobre el paisaje que domina la cinta. “Cuando caminas por ella tienes la sensación de estar haciéndolo por un planeta inhóspito, desconocido; esa sensación de fragilidad del ser humano ante estos paisajes tan brutales”, remata. En la cinta, Prims es la madre de la protagonista –la Sica del título– con quien mantiene una relación difícil: “El film es el proceso de esta chica que está perdiendo la piel de la infancia. Es el viaje de la heroína de [Joseph] Campbell [mitólogo que, en su obra ‘El héroe de las mil caras’, analiza las historias épicas y extrae una estructura básica] para, en este caso, descubrir que este padre mitificado no es más que una ausencia y que la que está presente es ella, la madre”, descubre Subirana.
La película está dedicada a otra madre, la naturaleza, que con toda su fuerza, texturas y sonidos tiene una presencia preponderante en el film. “Uno de mis objetivos como cineasta, incluso un reto que me puse a mi misma, era captar los estados de ánimo de la naturaleza y cómo el mar puede mostrar sosiego, furia, desequilibrio...”, reconoce Subirana, que confirma a Andrea Arnold como su principal referencia, especialmente “Cumbres borrascosas” ya que en dicha cinta “hay muy poco diálogo y se explica mucho a través del paisaje, del viento y los colores”. Por su parte, Núria Prims encontró en el entorno un aliado para su interpretación. “Cuando entras en un proyecto en el que la naturaleza tiene esa fuerza, es tan sencillo como dejarte llevar por ese entorno. Escuchar y que te llegue. Te lo pone fácil y es agradable. Son herramientas que, si estás despierta y receptiva, hacen que todo vaya solo”, reconoce.
No obstante, en relación con el fondo naturalista del film, acorde al origen documentalista de la cineasta, Subirana matiza que “este realismo, es la base de una película que está muy construida en cuanto al sonido y al montaje ya que constantemente estás entrando en la subjetividad del personaje, en sus estados de ánimo y en sus miedos”. Especifica, además, que “hay unos sonidos que están vinculados a personajes y a espacios. En la casa de la madre, por ejemplo, suena siempre un sonido de madera, de barco que está a punto de naufragar, que es como ella se encuentra. Son cosas muy sutiles de las que es imposible que el espectador se dé cuenta, pero, al repetirse, va conectando inconscientemente con ello. O –continúa– cuando aparece Suso, un personaje que en el viaje de Campbell sería el que ayuda a la heroína en su camino, suenan unas aves extrañas que anuncian su llegada”.
El film también cuida el idioma de la zona. “Tenía que ser fiel al territorio y allí se habla gallego de una manera muy concreta, con un acento muy específico, con gheada y seseo. Me parecía esencial respetar estos elementos”, incide la directora. Además, en “Sica” conviven gallego y catalán. “A mí me ayudaba que la madre fuera catalana para construir el personaje. Es la extraña, la que es de fuera, la que siempre será 'la catalana', aunque lleve viviendo allí veinte años. Quería introducir y naturalizar esta convivencia y la riqueza de un país en que puede pasar eso. Además, a nivel argumental, el hecho de que una le hable en catalán y a otra le conteste en gallego refuerza el distanciamiento entre ellas. Solo Sica dirá una frase en catalán y no es casual lo que le dice y cuándo se lo dice”, cuenta Subirana. Por su parte, Prims, que tiene algunas frases en gallego, comenta que “por pocas que sean, tienes trabajo porque lo quieres decir con naturalidad. Cuando ruedas estás por muchas cosas, que si la marca está aquí, que si la luz allá... Si el idioma no es el tuyo, hay una cosa rígida ahí que hace que no te sientas tan libre”.
Imposible no preguntarle a la actriz sobre Agustí Villaronga, fallecido en enero, director que resucitó su carrera en 2013 con “Incerta glòria” al “mil por cien. Había dejado la profesión y regresé porque me lo pidió él”, revela. Por su papel ganó el Gaudí pero, de los Goya, ni siquiera la nominación. “Claro que por mi carrera me hubiera ido bien estar nominada, pero luego ves que tampoco es una referencia. ¿Cuántas personas han ganado un Goya y luego...? Si no sabemos nunca lo que va a pasar en la vida, imagínate en una profesión tan inestable. Hay que aprovechar lo que venga, siempre agradecida y quedarte con eso”, confiesa la actriz, que ahora está pendiente de un proyecto de teatro, medio al que regresó hace poco gracias, otra vez, a Villaronga. “Yo lo había dejado muchos años antes por pánico escénico y en 2021 me dio un papelón, una Clitemnestra [en “Clitemnestra. La casa dels noms”, de Colm Tóibín], prácticamente un monólogo”. Sobre su ataque de miedo escénico se sincera y reconoce que todavía le pasa “alguna vez en televisión. Te quedas en blanco, pero no solo de texto sino de no saber quién tienes delante. Cuando me pasó eso en un monólogo que hice hace muchos años me preocupé y quise cuidarme mejor: huí. Luego, con los años, te das cuenta de que no tienes que huir, sino que te tienes que enfrentar”. Y añade, a modo de resumen vital: “Y así pasa la vida, aprendiendo”.
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