Origen: Dunedin (Nueva Zelanda), 1980–Actualidad
Nueva Zelanda: el sonido de Dunedin y el sello Flying Nun. Sin ellos no se entendería la evolución del pop genuinamente indie de los ochenta, el que sentó las bases para todo lo que eclosionó en la segunda mitad de aquella década en el pop. Sin sus guitarras delicadas como el papel de estraza, sin su pertinaz trazo percusivo de herencia velvetiana, sin la oceánica corporeidad global de su sonido, las cosas hubieran sido considerablemente distintas. Y, desde luego, todo hubiera resultado menos entrañablemente quebradizo sin el primoroso pulso de The Clean, The Bats, The Verlaines o The Chills, cuyo eco aún reverbera (y de qué manera) en los surcos de los álbumes de Wild Nothing, Lotus Plaza o los mismísimos The Shins.
Martin Phillips formó The Chills en 1980 y editó los primeros singles de la banda en Flying Nun, pero no fue hasta 1986 que el primer álbum del grupo vio la luz: en realidad, “Kaleidoscope World” (Flying Nun, 86) no es más que un compendio de muchos de los singles que habían ido diseminando hasta entonces. Entre ellos, la fantástica “Pink Frost”, una de sus mejores canciones. “Brave Words” (Homestead, 87), producido por Mayo Thompson (The Red Krayola, Pere Ubu), es su primer álbum concebido como tal, pero el resultado no termina de explotar todas las potencialidades de la banda. Con el fichaje por Slash (sello subsidiario de Warner) y la formación ya estabilizada en torno a Phillips, Justin Harwood (más tarde en Luna), Andrew Todd y Jimmy Stephenson, llega la eclosión pop de “Submarine Bells” (Slash/Warner, 90), anticipada por la gloriosa “Heavenly Pop Hit”, tres minutos y medio de prístino éxtasis. Un single cegador que, no obstante, no impedía apreciar la frondosidad de su seductor discurso, bien dosificado a lo largo del álbum. “Soft Bomb” (Slash/Reprise, 92) mantiene espléndidamente el nivel, pero la misma vieja historia de siempre (la falta del eco comercial esperado) arrastra a la formación a activar la tecla de stand by. Un mutismo solo interrumpido para la edición del discreto “Sunburnt” (Flying Nun, 96) y el mini LP “Stand By” (Fire, 04). Los problemas de salud de Martin Phillips y las dificultades continuas para dotarse de una formación estable dificultan la continuidad de proyecto durante aquellos. Ahora, plenamente recuperado y con su obra convertida en objeto de reivindicación, parece el momento idóneo para una rehabilitación creativa en toda regla. El estupendo single “Molten Gold” (Fire, 14) bien puede ser su primera fase.
Imprescindible: “Submarine Bells” (Slash/Warner)
Apuntalado por un single memorable (“Heavenly Pop Hit”), el segundo álbum de The Chills es un dechado de puntería pop, embutida entre guitarras con tremolo y reverberaciones marca de la casa, teclados oceánicos y un logrado equilibrio entre los desarrollos sinuosos y otros de combustión más rápida. Todo con un estupendo acabado formal. Junto al también notable “Soft Bomb”, compone un inmejorable díptico del mejor pop neozelandés.
Están de actualidad por: La publicación, por fin, de las BBC Sessions que grabaron bajo la supervisión de John Peel entre diciembre de 1985 y diciembre de 1988 “The BBC Sessions” (Fire, 14), que viene a sumarse a la reciente edición de su primer directo, registrado en un concierto en la Nochevieja de 2011 (“The Chills Live. Somewhere Beautiful, Fire”, 13), y, sobre todo, a la vuelta de Martin Phillips y los suyos a la carretera, con la lejana promesa de un nuevo álbum en el horizonte. Participaron en el británico Indietracks el verano pasado. Y otros festivales europeos ya están tanteándoles de cara a este 2015, así que solo nos queda cruzar los dedos.
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