“Dos y dos son cuatro, y cuatro los Platero”: Así rezaba “Cigarrito”, la canción que abría “Correos”, el último disco de la banda, y tan esperado por sus seguidores tras casi tres años sin nuevos lanzamientos. Esos cuatro de los que hablaba “Cigarrito” no podían ser otros que la voz de Adolfo Cabrales –quizá les suene más el nombre de Fito–, la guitarra de Iñaki Antón –o Uoho, ahora en Extremoduro–, con Juantxu al bajo y Jesús con la batería. Se trataba del octavo trabajo del grupo en apenas diez años, de los cuales los seis últimos habían sido de auténtico crecimiento en cuanto a ventas y repercusión desde que se publicara en 1994 “Hay poco rock & roll”, recorriendo el país con giras interminables que pasaban por llenar el estadio de Anoeta en San Sebastián o el Palacio de los Deportes en Madrid.
Con la portada emulando a un paquete de envío y con los cuatro integrantes de la banda como sello, “Correos” no fue distinto: Tras su lanzamiento en el mes de octubre de año 2000, la acogida por sus fans, cada vez más numerosos, llevó a Platero y Tú a ser Disco de Oro de la mano de canciones que se convirtieron en éxitos como “Cigarrito”, “Entre dos mares” –que más tarde regrabaría Fito, ya con los Fitipaldis, para incluirla en su álbum “Fitografía”– o “Humo de mis pies”. Grabado en el estudio La Casa de Iñaki (que, efectivamente, era propiedad del guitarrista de la banda), contaba entre sus temas con la colaboración de músicos de la talla de Robe Iniesta de Extremoduro o José Alberto Batiz. Siguiendo la línea de su anterior trabajo, “7” (97), se aprecia una mayor calidad en la producción que les hace sonar considerablemente mejor que en álbumes anteriores en los que les caracterizaba un sonido más crudo y menos cuidado.
Si bien es cierto que el disco mantiene la línea rockera que definía al grupo, tuvo algunos detractores que no reconocían en este a los Platero y Tú de principios de los noventa, especialmente en los versos de canciones como “Caminar cuesta arriba” o “Qué demonios!”, más introspectivos y, quizá, algo menos “gamberros”. Fito lo explicaba así en una entrevista a Rocksound (extraída de la web “Si miro a las nubes”) tras la presentación del disco: “Quizá donde ha habido más cambios ha sido en la orientación de las letras. Antes siempre incorporábamos un personaje y le hacíamos perrerías, y ahora las letras casi siempre son en primera persona”. Pero seguían siendo pegadizas, sus melodías y el rock permanecían y el público las cantaba hasta la saciedad.
Con ello llegamos a la gira de presentación de “Correos”, que terminaría por ser la última hasta que, en 2001, Fito anunciara que abandonaba el grupo para continuar su carrera en solitario –que ya había comenzado en 1998 con “A puerta cerrada”– y le siguiera Iñaki “Uoho” para ingresar por completo en Extremoduro –donde ya había trabajado de forma esporádica durante los últimos años–. Sería, por tanto, la última gira de Platero y Tú y para la posteridad sólo quedaría su legado y varios recopilatorios.
Platero y Tú, de las calles de Bilbao a iconos del rock
Cuando un jovencísimo Fito volvió a Bilbao en 1990 después de unos años fuera, no pertenecía a ninguna banda ni cantaba en ningún grupo. Platero y Tú ya existían. Tocaban en un garaje y ya contaban con un vocalista, sin embargo, Juantxu le invitó una tarde para que ensayara con la banda –por entonces sólo ensayaban con canciones de Leño, AC/DC o Status Quo– y, sorprendidos por el resultado ficharon a Fito como vocalista. En palabras de Fito, “Platero se forma con cuatro amigos que tienen muchas ganas de tocar”. Empezaron a componer canciones propias, a hacerse con nuevos materiales y, sobre todo, a divertirse bajo el consabido mantra de “Sexo, drogas y rock & roll”. No importaba dónde dar un concierto, lo importante era darlo; el primero fue en el bar Gautxori de la localidad vizcaína de Plencia. Sin embargo, cualquier lugar era bueno para tocar y, poco a poco, se iban haciendo un nombre en la noche bilbaína. En 1990 lanzaron su primera maqueta con la que vendieron más de 2.000 copias –todo un hito para un grupo por entonces nuevo y completamente desconocido– invirtiendo los beneficios en su primer disco, “Voy a acabar borracho”.
Tal y como explica Álvaro Heras-Gröh en su libro “Lluvia, hierro y Rock&Roll”, Platero y Tú ganaban fama y reconocimiento pese a que ninguna discográfica vasca se fijaba en ellos, aún centradas en el ya menguante rock radical vasco, y la banda tenía que viajar a Barcelona para poder grabar su disco. Fue entonces, en 1992, cuando DRO (Discos Radiactivos Organizados) les prestó atención. Reeditaron su maqueta inicial bajo el título “Burrock & Roll” y lanzaron su nuevo trabajo “Muy deficiente”, dándose a conocer con temas de la talla de “El roce de tu cuerpo” (siendo todavía la pieza más conocida de la historia del grupo). Apenas un año después salía a la luz “Vamos tirando”.
En tan solo tres años la banda había hecho cuatro discos y ya tenían detrás un buen número de seguidores que escuchaban su música e iban a sus conciertos. Así cerraron 1993, con un calendario inacabable de citas en todos los puntos de la geografía española que dejaba atónitos a sus asistentes por la energía que los cuatro desprendían desde el escenario.
En 1994 salió “Hay poco rock & roll” y la historia de Platero cambió para siempre. Las colaboraciones con Robe Iniesta de Extremoduro y Evaristo Páramos de La Polla Records y canciones como la que da título al disco otorgaron su primer Disco de Oro al superar las 50.000 copias y asentaron al grupo en la primera plana del rock español. En 1996 se publicó “A Pelo”, un disco recopilatorio de algunas de las canciones del grupo tocadas en directo y, en 1997 lanzaron su penúltimo álbum de estudio, “7”, tan aclamado por canciones como “Al cantar” y “Alucinante” que obtuvieron su segundo Disco de Oro. A partir de entonces, Fito e Iñaki comenzaron nuevos proyectos y, en el 2001, tras la gira de “Correos”, dieron fin a once años de historia del grupo.
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