Treinta. Veinticinco. Quince.
Estas coordenadas vitales corresponden a fechas clave para la escena del grunge y para sus no pocos fans. Y es que en hace unos días se cumplía el 30º aniversario de la publicación de “Ten”, el debut de Pearl Jamque, junto a otros discos como fueron el “Nevermind”de Nirvana y el “Badmotorfinger”de Soundgarden, estaban destinados a darle forma, músculo y cara a la emergente escena grunge de Seattle. La segunda, es una cifra especial también, ya que estos días celebramos además el vigésimo quinto aniversario del“No Code”. Y quince, bueno, pues quince son los años del concierto de Pearl Jam en Badalona, presentando su disco homólogo y acompañados por Wolfmother como teloneros. Un concierto que muchos todavía llevamos grabado en la piel.
Este baile de cifras sirve como pretexto para analizar una obra -“Ten”- que, a día de hoy, no solo resiste el paso del tiempo, sinó que adquiere nuevos significados y otra dimensión sónica con cada año cumplido. Además de su importancia a nivel musical, su debut dibujó las líneas éticas de la banda, que acabarían por cimentarse con los subsiguientes “Vs” y “Vitalogy”. Tres ejemplos que demuestran que, Pearl Jam, sigue siendo una de las bandas más íntegras y honestas de la actualidad.
TEN
La historia detrás de “Ten” es seguramente conocida por muchos, pero es de esas que parecen escritas por guionistas de Hollywood y bien merece la pena repasarla rápidamente. Para hablar del origen de Pearl Jam-o más bien de Mooky Blaylock, que así se llamaba en un principio la banda en honor a su jugador de básquet preferido- hay que remover las cenizas de Mother Love Bone. Stone Gossard y Jeff Ament, guitarra y bajista de PJ respectivamente, formaban parte de esta desaparecida banda de Seattle, cuyo prometedor futuro se vio truncado por la adicción a la heroína de su cantante, Andrew Wood. La muerte de Wood, en marzo de 1990, unos meses antes de publicar su primer LP, dejó a los dos amigos descolocados y preguntándose si alguna vez volverían a tocar.
Por suerte, Gossard se pasó los siguientes meses explorando sonoridades más pesadas y haciendo jams con su amigo Mike McCready (ex-Shadow), quien le animó a invitar a Ament a sus sesiones. “Stone Gossard Demos ‘91” fue el resultado de esas jams; cinco temas instrumentales grabados con la ayuda del batería de Red Hot Chili Peppers, Jack Irons. Irons tenía la encomendable tarea de hacer correr el cassette, con la esperanza de encontrar un batería permanente para el nuevo grupo y un cantante. El batería hizo llegar la cinta a su colega de San Diego, un joven gasolinero llamado Eddie Vedder, con quien jugaba al baloncesto de vez en cuando. Vedder, que en ese momento cantaba con la banda alt-funk Bad Radio, escuchó la cinta antes de surfear. Entre la privación de sueño, la introspección que ofrece el mar y la excitación general, escribió y grabó la letra de tres de las cinco canciones: “Dollar Short”, “Agytian Crave” y “Footsepts”, que relataban una historia cuasi autobiográfica que se enmarcaba dentro de una mini ópera llamada “Momma-Son”. Quizá este punto se entienda mejor si tenemos en cuenta que Eddie Vedder es un gran fan de The Who y que en más de una ocasión ha confesado que "Quadrophenia", la ópera rock de la banda británica, le salvó la vida.
La banda de Seattle recibió de vuelta el cassette, con las canciones que hoy en día conocemos como “Alive”, “Once” y “Footsteps”, la cara-B del single “Jeremy”. En cuanto oyeron la voz de Vedder, sumergiéndose en un universo lírico profundo y de intensas capas, supieron que habían encontrado a su cantante. El resto, es historia.
Las canciones de “Ten” fueron escritas y compuestas de manera más o menos rápida, con Vedder ya instalado en Seattle. Y si bien su sonido podía compararse al de compañeros de escena como Alice in Chains o los ya mencionados Soundgarden y Nirvana, fueron sin duda las letras y la cautivadora voz de su líder, lo que muy pronto les diferenció del resto.
“Ten” fue publicado el 27 de agosto de 1991 y la banda lo concibió como un pretexto para poder salir de gira, ya que consideraban que tenían mucho potencial pero aún estaban algo “verdes”, como confiesa Jeff Ament en varias entrevistas. “Creíamos que si vendíamos 100.000 copias habría sido todo un éxito”, recuerda el bajista. Llevó algo de tiempo, pero las ventas superaron aquellas expectativas iniciales. En cuestión de un año, “Ten” había alcanzado el puesto #2 del Billboard 200 y se mantuvo en las listas durante 264 semanas; el equivalente a cinco años. No solo eso, sinó que fue trece veces disco de platino; la crítica reconoció el valor y el impacto de su publicación y a día de hoy continúa siendo uno de los álbumes más vendidos de la historia del rock.
Uno de los álbumes más vendidos de la historia. Es precisamente este punto el que creó fricción entre las dos bandas del momento: Nirvana y Pearl Jam. Los primeros -en concreto su frontman, Kurt Cobain-, acusaban a los de Vedder de haberse vendido; o más bien de su falta de pureza, que, según este, no podía compararse con la esencia underground de Nirvana. Aunque después de muchas entrevistas en las que Cobain los ridiculizaba, llamándolos “otro grupo de rock comercial vestido de grunge”, admitió que debía parar, ya que todo eso estaba dañando a Eddie Vedder y este era “un buen chico”, como recogen las publicaciones de la época.
Lidiar con la fama y el éxito, hacer canciones que importaran o la responsabilidad de haberse convertido en el centro de atención y un modelo a imitar para los fans -especialmente los más jóvenes-, serían algunas de las preocupaciones de Vedder y el resto de la banda. La visión no comercial de la escena grunge y en particular, la percepción que Pearl Jam tenía sobre sus canciones, hizo que éstos chocaran diametralmente con los intereses de las compañías discográficas, dispuestas a explotar un nuevo filón sónico. Y entonces empezaron a decir no. Los planes de Epic incluían videoclips, una gira extensa, merchandising...La banda se negó en rotundo a reducir “Black” a un videoclip (“Estas frágiles canciones son aplastadas por la industria y no quiero ser parte de ello”, confesó Vedder en una entrevista para Rolling Stone), dibujando una línea que no querían traspasar.
La asertividad del grupo se hizo todavía más visible con la publicación de “Vs”, su segundo disco, sobre el cual decidieron no publicar ningún single ni presentar videoclip alguno. En un momento en el que MTV era el epicentro de la música y la manera de conseguir el estrellato, el auto-exilio era un movimiento más que arriesgado. Sin embargo, casi todos los miembros de la banda -a excepción de Mike McCready- sentían que esa era la única manera de que Pearl Jam perdurara. Y a pesar de la falta de promoción o escasos conciertos, “Vs” fue otro éxito multiplatino, posicionándose como número uno en las listas alternativas y vendiendo casi un millón de copias en tan solo una semana. Quizá esa fuera la confirmación que, seguir a su instinto y priorizar la música, tenía su recompensa. Prueba de ello también fue su tercer disco, “Vitalogy”, que pese a estar solo disponible en vinilo inicialmente, siguió el mismo camino que su antecesor.
Aunque sin duda, si hablamos de marcar límites y batallas imposibles, la lucha contra la tiquetera Ticketmaster sería la que marcaría un antes y un después en la historia vital de la banda. Estos acusaban a la tiquetera de violar las leyes antimonopolio y de abusar de su poder, inflando los precios de las entradas de sus conciertos en concepto de gastos de gestión. El 30 de junio de 1994, Pearl Jam publicaba una declaración escrita que acompañaría a los testimonios orales de Stone Gossard y Jeff Ament en el juicio contra Ticketmaster, en el cual ponía de relevancia la importancia de poder acceder a la música, especialmente a una temprana edad. “Muchos de los fans más leales de Pearl Jam son adolescentes que no pueden pagar 50$ o más por una entrada [...] No queremos que las entradas no estén al alcance de nuestros fans [...] porque todos los miembros de Pearl Jam recuerdan lo que es no tener dinero y reconocemos la importancia abrumadora que para un o una joven, puede ser ver a su banda preferida en directo”.
La declaración escrita puede encontrarse al completo en varios libros, así como entrevistas y publicaciones de carácter legal. Pese al hecho que el tribunal falló en favor de Ticketmaster, Pearl Jam se negó a seguir el juego, protagonizando un boicot activo a todas las salas y estadios donde operaba la tiquetera. Eludir un circuito preestablecido e intentar montar una gira alternativa terminaría por costarle a los de Seattle alrededor de tres millones de dólares. Eso por no hablar de la pesadilla logística que supuso. “Recuerdo estar al teléfono, entre ensayos y contestar cuestiones sobre dónde tenían que ir los baños portátiles”, rememoraba Mike McCready en varias entrevistas a raíz del aniversario de “Ten”. El boicot no solo trajo un descalabro económico, sinó una gira cancelada por Asia y una crisis interna de la que muchos creían que no saldrían a flote. Pero lo hicieron.
No solo eso, si no que además, los discos seguían publicándose y acaparando éxitos comerciales y de crítica. Y tras un primer asalto en el que los de Seattle quedaron algo aturdidos, volvieron al ring con más músculo y todavía más cabeza. Las decisiones relativas a las giras, las entrevistas, el lanzamiento de videoclips, etc, recaían sobre la banda, asegurándose de estar cómodos a cada paso que daban. Conscientes también de su influencia, los tentáculos de Vedder y compañía se alargaron hacia otros temas de la esfera social: desde abogar por la protección de los océanos, el derecho al aborto o a un Tíbet Libre; participar en todo tipo de actos benéficos (el Bridge School Benefit Concert de Neil Young sigue siendo uno de nuestros preferidos) o involucrarse en política, no sólo a través de las campañas de “Vote for a Change”, pero también con discos como el “Riot Act” y sus canciones antibelicistas dedicadas al ex-presidente Bush.
Hay muchos argumentos por los que uno puede defender su banda favorita: desde las melodías, las letras, sus directos, etc. Pero sin duda, Pearl Jam ha demostrado con los años ser una de las bandas más íntegras de la historia contemporánea de la música; capaces de mantener un estándar de calidad que, pese a las naturales oscilaciones, responde a una necesidad vital de componer y compartir su música, más allá de intereses económicos. La habilidad por mantenerse fieles a su esencia y encontrar un espacio en el que sentirse cómodos con el estatus de superestrellas, no es casualidad, sino el fruto de la introspección y de asumir riesgos y responsabilidades, incluso cuando algunas de esas decisiones parecían más una inmolación artística.
"TEN" - Treinta años después
Once
Para muchos, “Ten” es un disco redondo, de esos que se merecen el diez que acompaña su título; aunque cabe recordar que ese era el número que llevaba su jugador preferido de la NBA, Mookie Blaylock. La banda no debía pensar lo mismo, cuando en 2009 decidieron hacer una reedición mezclada y remasterizada por Brendan O’brien, colaborador del grupo, y con algunas gemas escondidas en las ediciones deluxe como “Brother” o “State of love and trust”. La nueva mezcla acabó por dar a temas como “Once”, un sonido más afilado y más músculo si cabe. Aunque te quedes con la edición que te quedes, “Once”, que ha sonado en directo 164 veces según la propia web de Pearl Jam, sigue siendo una bofetada sónica que te deja con la boca abierta.
Even Flow
Sin apenas tiempo de reponerte, llega “Even Flow”, medalla de oro en cuanto a los directos se refiere, con un total de 837 veces tocada en directo. ¿El por qué? “Even Flow” es un ser de dos cabezas, un ente distinto en el disco o en concierto, capaz de durar tres veces más de sus iniciales 4’52”. De hecho, como bien recogen los compañeros de Kerrang!, “Even Flow” en directo puede durar tanto como Mike McCready quiera, porque con su capacidad para despachar solos que nos hacen ver visiones de un Hendrix blanquito, bien lo merece.
Alive
“Alive” es el claro ejemplo de cómo este disco ha evolucionado a lo largo de los años. Este tema, eje central de la mini ópera “Momma-Son” y que cuenta la historia autobiográfica de la familia de Eddie Vedder, era una maldición para el cantante. Escribirla fue una manera de exorcizar sus propios demonios; algo que no quieres estar cantando día sí, día también. Sin embargo, la acogida apabullante del público hizo que poco a poco y al ver el sentir tras esas coreadas “Ohh, I’m still alive!”, Vedder halló un nuevo significado en ella, un canto a la vida, pura celebración. Por muy cliché que sea, nos encanta el giro que ha dado la concepción del tema.
Why Go
Inicialmente llamada “4 Heather”, esta canción iba dedicada a una chica de los suburbios de Chicago que Vedder conocía y que fue internada por haber sido pillada fumando porros. Un tema que lidia con el abandono, la salud mental y los prejuicios. No solo eso, sinó que la historia continúa en el tema “Leash” del disco “Vs”. “Why go” es de esas canciones directas y llenas de rabia, en las que la reivindicación se mezcla con la efervescencia más punk.
Black
Y de la sangre y la fúria, a una historia de desamor. Hay millones de canciones sobre el amor en el mundo, pero “Black” es de esas con las que conectas, para no volver a dejarlas ir jamás. Algo tendrá que bandas tan dispares como Slipknot, Aaron Lewis o Toni Cornell, hija del desaparecido Chris Cornell, la hayan versionado. Es una canción que te desgarra desde las entrañas, pero de alguna manera te sostiene mientras le devuelves la mirada al vacío. Especial mención a la actuación en el Firenze Rock Festival, dedicada precisamente al líder de Soundgarden. Igual que pasa con “Even Flow”, “Black” cobra otra vida en directo, y a menudo Vedder añade frases como “We belong together”, extraída de la canción homónima de Rickie Lee Jones.
Jeremy
El tercer single del disco, “Jeremy”, tuvo un papel clave en la popularidad del grupo. Se trataba de la primera vez que grababan un videoclip que no fuera un directo y, para hacerlo, contaron con Mark Pellington, quien dirigió un clip honesto y cargado de intensidad. En él contaron la historia de un estudiante que acaba volándose la cabeza delante de sus compañeros de clase. El videoclip fue censurado en Estados Unidos, especialmente tras la matanza de Columbine. Aunque el grupo estaba satisfecho con el resultado, como confesarían en el documental “Pearl Jam Twenty”, no querían que su música fuera recordada por los vídeos y la fama y el revuelo brutal que había generado “Jeremy” distraía la atención de las canciones. Por eso tardaron tres discos más en volver a grabar uno. Por desgracia, la temática de “Jeremy” sigue siendo una realidad en Estados Unidos.
Oceans
“Oceans” fue escrita un día en el que Eddie Vedder se quedó encerrado fuera del local de ensayo, mientras escuchaba la música de fondo. Otra balada, aunque significativamente distinta a “Black”, “Oceans” habla de Beth Liebling, pareja de Vedder en ese momento, pero sin duda traspasa el amor carnal para encarnar la pasión que el cantante siente con el mar y por el surf. Y no sería la única de su carrera: “Big Wave” o “Amongst the Waves” exploran la relación entre el músico y el mar. Un tema en el que Vedder despliega todo tipo de proezas vocales, desde los ecos lejanos, creando la sensación de flotación, hasta falsetes de corte casi onírico, para sumergirte de nuevo en un océano barítono.
Porch
Sin tiempo de bajar casi a tierra, “Porch” recupera el pulso y te sacude desde la cabeza. Otra canción cuyo directo explora nuevos espacios con los años (610 veces tocada en directo) y es que… ¿quién no recuerda a Vedder haciendo malabarismos sobre un taburete giratorio, escribiéndose la palabra “Pro-choice” en el MTV Unplugged? La adrenalina tenía cara y voz. Por no hablar de la vez que se colgó de una grúa de cámara y se lanzó a un crowd surfing ante 60,000 fans enloquecidos en el Pink Pop de 1992. “Porch” es trepidante, a punto de escupir bilis, pero luego abre bien los ojos y te deja ahí, porque no vale la pena. What the fuck…
Garden
Para mí sigue siendo una de las gemas del disco, algo menospreciada y una rareza para ver en directo; solo interpretada 149 veces. “Garden” es la mano cerrada en un puño, la contención y el deseo, la explosión de todo lo que te rodea. Su perfil sonoro es el de una montaña, no de un jardín, lleno de duras subidas y angustiosas bajadas. Hay algo desafiante en la voz de Vedder, acompañado por una letra aparentemente simple, llena de matices que esperan pacientemente ser descubiertos, mientras el eco de la guitarra sostiene una tensión que parece desbocar tu pulso. Incluso su versión acústica es fascinante.
Deep
A pesar de ser la canción que da nombre al Club de Fans de Pearl Jam, no se sabe mucho de esta canción, que tampoco se ha prodigado demasiado en directo, solo 201 veces. De hecho, según recoge la revista Kerrang! fue en un concierto en 2012 en Manchester, donde Vedder pareció recordar el origen de esa canción, cuando le cayó un mechero desde una ventana, mientras caminaba por Seattle. Al mirar hacia arriba, vio a un joven con cara demacrada y una aguja colgando del brazo y supo que jamás iba a acabar así, en una caída libre hacia el fondo.
Release
Puede que sea la canción que cierra “Ten”, pero sin duda, tiene el honor de ser la que más conciertos ha abierto. Y no es de extrañar, porque las canciones del álbum cobran otro sentido con los años y lo que podría parecer el anticlímax después de guitarras pesadas y nubes de sonido, se convierte en una perfecta anticipación. La contención, no por contenida, conlleva menor intensidad, y eso es algo que Pearl Jam maneja a la perfección. Una de esas canciones que son coreadas con el cuello estirado, en estadios, rodeados por 40.000 desconocidos, pero también de las que te ponen la piel de gallina cuando las escuchas después de algún tiempo o te hacen rodar una lágrima cuando suena en el coche. Y la bocanada de aire que expiras después.
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