Por suerte, algunas cosas están cambiando, pero queda mucho por hacer. El noventa y cuatro por ciento de las canciones que escuchamos en 2024 han sido producidas por hombres; la presencia de ingenieras de sonido es ínfima y encontrarse, entre los bastidores de un concierto, a trabajadoras es un reto complicado. Aunque tampoco ha habido una evolución muy importante en estos últimos años, la pandemia “ha hecho que el foco estuviera en otro lugar y quizás se ha puesto menos trabajo en esta parte de la igualdad”, nos cuenta Ana Gómez de Castro. La investigadora en temas de género y profesional en la industria de la música desde hace casi una década admite que estamos en un punto muy importante a nivel global, pero que “no solo las mujeres podemos ser líderes en buscar estos cambios. Es una cuestión de todos, un trabajo en equipo”. Y ese esfuerzo deben llevarlo a cabo mujeres y hombres, pero también debe contemplarse en las políticas públicas.
Ana colabora con la Asociación MIM (Mujeres de la Industria de la Música), uno de los programas que trabajan por la igualdad real en el sector y que tiene un fin muy claro: desaparecer. Cada vez hay más proyectos y carteles ya no inclusivos, sino directamente únicamente protagonizados por mujeres, como el EQUAL Fest 2023 (único ejemplo de gran calibre en nuestro país y que, curiosamente, no parece que vaya a renovarse) o el HERA 2024 (México), primer festival de gran formato en el mundo con un line-up cien por cien femenino y un gran porcentaje de mujeres también detrás de los focos.
“Si en el bedroom pop dominan las voces femeninas me hace pensar que la razón tiene que ver sobre todo con la precariedad y la falta de apoyo en la industria musical”
Pero ¿esto no nos separa aún más? “Cualquier actividad que repercuta positivamente a visibilizar a mujeres es buena. El objetivo de todo esto es que algún día no sea necesario hacerlo”, insiste Gómez de Castro, también directora de PR de Live Nation. Estas acciones se convierten en un escaparate para artistas emergentes que, además de alcanzar más repercusión, unen fuerzas con otras referentes del sector. “Hay tantas artistas con talento, que podrían estar y no están. Ojalá las razones de su ausencia fueran que no tienen talento, pero lamentablemente son otras y, si seguimos así, siempre girarán los mismos”, afirma preocupada Arantza M. Huarte, presidenta de +Músicas, otra plataforma un poco más joven pero que arrasa con cada una de sus iniciativas. “En 2018 nos miraban como ‘esas locas que ya se cansarán’ y es que es cierto que proyectos similares no se mantienen en el tiempo. Es complicado sobrevivir en la industria”, señala.
No son pocas las comunidades que tratan de visibilizar estas brechas, no solo salariales (de un veinte por ciento en 2022, según el Estudio sobre la Igualdad de Género en la Industria de la Música elaborado por MIM), sino también de oportunidades y respeto. Únicamente un catorce por ciento de las mujeres no había encontrado ninguna barrera en el momento de la contratación, según este mismo informe.
Hablábamos con Ana de un género en el que sí dominan las voces femeninas, el bedroom pop. La bedroom culture “permite a las adolescentes tener el poder de objetivizar a la figura masculina, de ser ellas las que miran, revirtiendo su papel en la sociedad”. Para la investigadora, “estos espacios de trabajo más íntimos generan un respeto artístico que quizás en otros años pasados no sucedía”. Igual os suenan Clairo, Casero, Lusillón… Nuevas generaciones que tienen la batuta, que vienen con valores como la igualdad intrínsecos y que “velan, apoyan y trabajan”, independientemente de su género, por el equilibrio. “Ojalá esto se impregne en otros estilos musicales como el indie o la electrónica”, concluía Ana. La presidenta de +Músicas, por su parte, contempla esta producción casera como un reflejo de las propias deficiencias de la industria. “Si en el bedroom pop dominan las voces femeninas me hace pensar que la razón tiene que ver sobre todo con la precariedad y la falta de apoyo en la industria musical”.
Esta visión fresca e igualitaria también ayuda a desmontar estereotipos y reconducir el lenguaje. Pensad en la palabra “groupies”. ¿Qué artículo le pondríais delante? Dudo que “los”, ¿verdad? “La sociedad conservadora ha visto siempre a estas seguidoras entusiastas como un desafío a los roles tradicionales de género”, explica Arantza con acierto, quien considera que la connotación negativa que arrastra este término se ha ido desdibujando en paralelo con la evolución cultural. “Creo que en estos momentos ellos y ellas son vistos como amantes genuinos de la música y de l@s artistas que admiran”. Quizá hay que aprender un poquito de estos Gen Z: sensibilidad, respeto y, sobre todo, no callarse y no permitir este tipo de actitudes. Eso también es parte de la igualdad.
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