Morrissey: El retrovisor de Mondo Sonoro
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Morrissey: El retrovisor de Mondo Sonoro

Marcos Gendre — 27-04-2025
Fotografía — Archivo

Morrissey volverá a Madrid diez años después de su anterior visita. Lo hará dentro del ciclo Noches del Botánico el próximo 12 de junio, en un concierto exclusivo en la península. Aprovechando la ocasión, resumimos su carrera en solitario en (¡glups!) solamente tres discos.

El imprescindible:

Bona Drag
(1990)

Si bien es cierto que aquí podrían cuadrar “Vauxhall & I” (94) o “You Are The Quarry” (04), la quintaesencia del Morrissey más inspirado se encuentra en su extensión más cercana a The Smiths, cuando entre 1988 y 1990 publicó una serie de singles fastuosos como táctica para posicionarse con éxito en los charts antes de la publicación de su segundo álbum. Lo aquí recopilado es oro puro. En este sentido, no se me ocurren ejemplos tan aplastantes como “Haidresser On Fire”, “Dissapointed” o “Yes, I Am Blind”, todas ellas caras B de singles, al mismo tiempo que se encuentran entre las canciones más brillantes de su carrera sin Johnny Marr.

La detallista producción de Stephen Street da unidad al conjunto, timoneado por himnos de su repertorio como “Picadilly Palare”, “Suedehead” o la eterna “Everyday Is Like Sunday”. Anzuelos más que suficientes que atestiguan el estado de gracia que vivió Mozz en aquellos tiempos, previamente inaugurados por el sobresaliente “Viva Hate” (88).

La rareza:



Southpaw Grammar
(1995)

Un año después de haber alcanzado el summum de la delicadeza en el exquisito “Vauxhall & I”, el artista sorprendía a todo el mundo con su reverso absoluto, un disco agresivo, de producción sucia, en el cual el batería Spencer James Cobrin marca los tempos a través de su salvaje estilo a las baquetas. “Southpaw Grammar” se convierte en el disco más oscuro de toda su trayectoria, con un arranque de nada menos que once minutos a partir de la quinta sinfonía de Shostakovich en “The Teachers Are Afraid Of The Pupils”.

“The Operation” y el cierre, con los diez minutos de “Southpaw”, son los otros dos cortes que configuran el cuerpo de un álbum, por otro lado, realmente sublime cuando tira de la lírica más típicamente Mozz en joyas a redescubrir como “Reader Meet Author” o “Best Friend On The Payroll”, aunque cuando suben las revoluciones eléctricas, su peculiar toque también reluce en singles como “The Boy Racer” y “Dagenham Dave”, seguramente los más crispados de su carrera.

La decepción:

“I Am Not a Dog on a Chain”
(2020)

Aún a la espera de poder ver publicado el más que esperanzador “Bonfire Of Teenagers”, el último trabajo hasta la fecha de Morrissey es esta obra irregular, de la cual podemos salvar de la quema un clásico ejercicio de contención pop como “What Kind of People Live In These Houses” y “Knockabout World”, en la que la pátina synth se amolda al tormentoso carrusel de subidas y bajadas vocales de Mozz.

Por desgracia, no sucede lo mismo en otros cortes como “Once I Saw the River Clean”, en los que la linealidad sintetizada colisiona con la dicción libre de un tipo que apuesta al todo o nada con sus picos de inspiración, pero que en esta ocasión dejó demasiado margen a la relevancia de una producción ostentosa, absurdamente anclada en tonos sophisti-pop de principios de los ochenta, en uno de sus discos más olvidables.

 

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