Aquí y de aquí
Lo sabemos. Es complicado entender por qué motivos tenemos dos listas que, en cierto modo, giran sobre aspectos similares musicalmente hablando. Nos referimos a la lista que estáis atendiendo ahora mismo y la de World Music. Es cierto que, conforme pasa el tiempo, algunos etiquetados carecen del sentido que tenían antaño, pero también lo es que son muchos los discos que se mueven al margen de los mundos del pop y del rock que atendemos de forma más habitual y que nos encantan. Algunos, de hecho, nos parecen tanto o más interesantes que muchos de los discos que aparecen en la lista general. ¿Pero cómo clasificamos estos lanzamientos?¿En qué categorías?¿Comparándolos con qué? Por eso hemos establecido dos subgrupos relativamente distintos. Por un lado nos movemos entre trabajos que juegan con las raíces de diversos géneros folk de nuestro país –desde el flamenco a la música gallega– llevándolas hacia nuevos lugares o añadiendo nuevos aromas. Por el otro, obras más ortodoxas o que no pretenden propinar puntapiés a lo ya conocido y que también beben del jazz o de géneros llegados de más allá de nuestras fronteras. Insisto, sabemos que suena complicado, pero sea así o no aquí tenemos nuestras listas relacionadas con ese mundo del que estamos hablando.
Al margen de discusiones estilísticas, lo que es evidente es que “Amor” de Israel Fernández y Diego del Morao es uno de los discos de la temporada, uno de esos álbumes que hace crecer a sus creadores muchos, muchísimos, enteros. Porque cuando hay talento las miradas (y los oídos) se hechizan con mayor facilidad. Aunque no nos quedemos solamente con el número uno de esta breve lista, sobre todo porque todos y cada uno de estos álbumes merece atención. Desde la mezcla de géneros de “Omnia Vincit Amor” de Rocío Márquez junto a Enrike Solinís y Euskal Barrokensemble hasta la experimentación desbocada de Isabel Do Diego, pasando por la electrónica gallega de Néboa, la reivindicación del rock andaluz de la mano de Dellafuente con su proyecto Taifa Yallah hasta Karmento, Amorante o Xabier Diaz junto a Adufeiras de Salitre. Acercarse a todos ellos está justificadísimo, disfrutarlos ya dependerá de nuestra amplitud de miras y de nuestras filias y fobias. Lo que si podemos apuntar es que ninguno debería decepcionarles si se sumergen en cada una de las propuestas con los oídos abiertos y las ganas de disfrutar de un puñado de grandes discos escritos, grabados e inspirados por nuestro aquí más aquí.
Ernesto Bruno
Universal
FLAMENCO
En el vibrar de pasiones que no entienden de cadenas, nace (el) Amor y se funde el cante de Israel Fernández con el toque de Diego del Morao, dos jóvenes faros del género, rebosantes de jondura y respeto por la tradición y, a la vez, valientes creadores con sello propio a cada paso. Así, amanecemos en las luminosas Alegrías de Santa Ana, morimos en la soledad del castillo recordando La casa pequeña en la que fuimos felices, con una malagueña a fuego lento que rezuma verdad y llora sentimiento, para rematarnos por soleares y tientos, en los resplandores dolientes de Soleá del cariño y La amada, con la voz de Israel Fernández engañando al tiempo y crujiendo, entre jazmines, flores y desengaños, como la leña en la candela. Cuarto álbum y primero como letrista y compositor de once cantes que, como decía Tía Anica la Piriñaca, “saben a sangre” y palpitan verdadero Amor flamenco. Este joven príncipe gitano de sempiternos botines de tacón cubano, pitillos y melena negra al viento, tiene mimbres de rey. Tiempo al tiempo.
David Pérez
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