(HARDCORE) No sé si le habrán vendido su alma a ese dios que está en el infierno y al que acuden en diversos pasajes del disco, pero lo que está claro es que tras escuchar del tirón estas canciones a uno se le dispara la fe hasta límites inimaginables. La fe en que el punk rock todavía puede mover montañas, patear culos y remover conciencias. Joan S. Luna
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