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3.- Kate Tempest
"Let Them Eat Chaos"
(Caroline / Music As Usual)
(RAP) En algún momento de su vida, Kate Tempest descubrió el poder de la palabra y desde entonces decidió que sería el cruce perfecto entre dos hombres, John Cooper Clarke y Mike Skinner, con las mismas pelotas que James Williamson, la misma mala leche, pero un vocabulario mucho más amplio. Acumula libros publicados (acaba de editar el poemario “Mantente firme” en castellano), fue vocalista de Sound Of Rum -aunque allí no rapeaba con tanto ímpetu como ahora- y lanzó hace un par de años otro huracán en formato disco (“Everybody Down”, en Big Dada) con el que “Let Them Eat Chaos” guarda muchísimos puntos en común. Dicho de otro modo, la Kate Tempest actual es la misma Kate Tempest de 2014 pero más mayor, más sabia y más rebelde todavía. Y el envoltorio musical que rodea a su voz, cuando lo hay, en “Let Them Eat Chaos” es parecido a lo que conocíamos de ella hasta el momento, aunque más desnudo y percutante: electrónica de líneas tensas pero constantes (desde el espíritu DFA de “Lionmouth Door Knocker” al bombear dub de “We Die”, pasando por el minimalismo melancólico de “Pictures On A Screen”). Tempest parece mucho más consciente de que tiene algo que comunicarle al mundo y que, en muchos casos, su voz es suficiente para dejarlo fluir y crear algo memorable y efectivo. Al margen de “Perfect Coffee” y “Grubby” –los únicos cortes en los que se permite cantar durante unos segundos-, Kate Tempest expulsa su fraseado con la fuerza de una ametralladora de paintball. El balazo no sangra, pero cuando llegas a casa descubres que algo que parecía inofensivo te hace arder la piel como hacía tiempo que nada lo hacía. Y todo ello sin que sus letras sean simples proclamas contestatarias, sino que son sus historias, sus ensayos cantados y sus protagonistas los que nos recuerdan que estamos nadando desesperadamente en mares de aguas residuales y pestilentes, que cuando no nos damos cuenta el sólido suelo sobre el que caminamos se convierte en arenas movedizas en las que la honestidad se hunde y la mierda parece flotar sin esfuerzo. Joan S. Luna
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