Un disco que descubrí gracias a mis padres...
Luis Mariano - "Ezim Aztu" - "Aurtxoa Seaskan" (single, 1969)
En mi casa había un tocadiscos en el que se ponían, sobre todo, discos de Luis Mariano. Primer contacto con la música de muches niñes que nacimos en Irún en cierta época. Yo pensaba que Luis Mariano vivía dentro de la tapa del tocadiscos, donde estaba el altavoz, y que desde allí cantaba. Eso me gustaba. Yo era muy pequeño. Con el tiempo me di cuenta de que aquello no era así. Con el tiempo también me di cuenta, muchos supimos, que aquella, entonces, bastante reciente imagen de orgullo, ese reciente título de Embajador-Luis-Mariano, tampoco había sido siempre exactamente así y que probablemente trataba de esconder otra historia: la vergüenza de un pueblo que en su mayoría le dio la espalda, con un posterior intento de blanqueo, como esos intentos de reparación de daños. Tapar el pasado, una vez más.
El Rey de la Opereta, antes de serlo, fue un joven que en el exilio franquista, en Burdeos que luchaba como activista en la resistencia antifascista ante las tropas nazis. Ya en sus posteriores visitas a su tierra, y después de arduo trabajo, como artista consagrado, tuvo que soportar repetidas veces el zafio casi-escarnio público, al son de tristes gritos de “maricón” o “mariconazo” en varias de sus actuaciones. Los mismos que le insultaban o le acusaban de “rojo”, poco después, le pondrían la alfombra, roja, y lo aclamarían como hijo predilecto, icono tanto en su pueblo como en todo el País (Vasco). Los mismos que le señalaban luego se derretirían por compartir con él aunque solo fuera un instante, como un selfie de la época. Otro ejercicio más de hipocresía, bastante conocido por estos lugares, y tan repetido en tantos otros, y tantas épocas.
Este single contiene dos canciones míticas, cantadas en euskera, y que me recuerdan muchísimo mi infancia.
El primer disco con el que lloré...
Mikel Laboa - "14" (1994)
No es –claramente– el primero pero si el que primero me ha venido de modo automático. Como probablemente toda la lista. Recuerdo el momento y el lugar. Fue un llanto de emoción pero no de amargura o de tristeza. Fue algo más relacionado con la belleza de lo que escuchaba, con la emoción. Era aquel disco, era su autor, su modo de hacer, su universo, lo que representaba.
Habiendo conocido y escuchado a Mikel Laboa ya años atrás, y en este “14” ya en muchas ocasiones –también presentándolo en directo-– fue muy marcada esa escucha, en la que recibí muy intensamente lo que a este disco acompaña. Una emoción única que acompaña toda su obra, a todo el imaginario que, por suerte, hemos podido disfrutar y que podremos conservar para siempre gracias a su legado. Quien ha tenido la suerte de acercarse a él y a su obra entenderá con facilidad lo que digo. Mikel Laboa, Maestro, Amigo, Ejemplo y Luz. Siempre imprescindible puente, horizonte y referente.
El disco que más veces he escuchado en mi vida...
Kortatu - "El Estado de las Cosas" (1986)
Aunque conocía al grupo ya de antes, este fue el primer LP –después del maxi “A la calle”– cuya publicación estuve esperando para comprarlo. Ir con mi hermano y nuestras novecientas cincuenta pesetas para conseguir el preciado diamante. Lo tengo grabado a fuego. Cuando esto sucede el impacto emocional siempre es mayor y la marca más profunda, máxime cuando tienes catorce años. Todos conocemos esa sensación, creo. Recuerdo que fue el segundo disco que compramos en vinilo.
El giro respecto al primer LP, ya anunciado en “A la calle”, nos abrió aún más a otros sonidos todavía inaccesibles para algunos por aquel entonces. Ya les habíamos visto en directo y gracias a este disco, además de amarlo y disfrutarlo, aprendimos a entender a otras grandes y esenciales bandas.
Si el primero lo habíamos escuchado, este lo desgastamos. Kortatu además significaron muchísimas cosas para una generación. En lo musical, pero también en muchas más facetas. Entre otras, y para nosotros que también éramos de Irún, el tener tan cerca un ejemplo, una brújula, que hiciera soñar a personas que ni siquiera éramos capaces de distinguir un bajo de una guitarra, con la posibilidad de poder hacer música algún día. Poder intentar emular a una gente que, a dos kilómetros de nuestras casas, ya hacía giras por Europa y publicada discos como este, auténticas joyas dogmáticas para nosotros. “El Estado de las Cosas” nos transporta aún hoy a secuencias que infinitamente nos alimentan el alma. Eterno.
Poder crecer rodeados de bandas como Kortatu, Anti-regimen, BaldinBada y Vómito fue determinante en nuestro desarrollo musical, en lo formal y en lo ético, en una época que nos tocó vivir realmente intensa y delicada.
El disco del que he robado algunas cosas para mi banda...
Sonic Youth - "Goo" (1990)
Nosotros nunca robamos ni mentimos. No, esto es mentira. Algún hurto hay, claro, como en todas las buenas familias. Pero eso ocurre porque también a nosotros nos gusta dejarnos las puertas abiertas. En ello creemos. Sobre todo, y más que discos concretos, son bandas y formas de entender la música en sus diferentes facetas lo que nos ha influenciado. Un acopio de retazos de otras personalidades que te gustan o influyen. Tantas que al final se mezclan y olvidan. A veces, la imitación sale tan mal que ni se parece al original, pero algún fruto da. Y la torpeza sucede a lo presente.
Muchas bandas influyen, alguna inconscientemente, y todo termina siendo confuso en un recuerdo tan gastado y auto-tergiversado, pero –con el permiso de Fugazi, Shipping News y Shellac, entre otros– hay una banda que siempre ha sido parte de nuestra brújula: Sonic Youth. Quizás más presente a partir de la época de “Ezlekuak” (07), pero también en los inicios, cuando ya nos secudían el ruido y la disonancia, elementos de los que hemos aprendido y que hemos integrado como imprescindibles piezas melódico-armónicas. Elementos ásperos pero siempre amigos.
Aquí podrían servir varios álbumes. Los clásicos que fluctúan entre finales de los ochenta y principios de los noventa: “Evol”, “Daydream Nation”, “Goo”, “Dirty”... El primero que yo escuché fue “Goo”, cuando se publicó y, de nuevo, por este motivo el impacto emocional es mayor. Fue encontrar un código nuevo. Que en un mismo día un amigo te deje un siete pulgadas y el “Steady Diet Of Nothing” de Fugazi y el “Goo” de Sonic Youth supone un antes y un después en una vida. Y eso, inevitablemente, termina plasmásdose a la postre.
Un disco que odié y que ahora me encanta...
Lou Reed - "Berlin" (1973)
Amoldo la pregunta, me tomo la licencia. No lo odié, simplemente, aunque lo deseaba, no lo entendí. No alcancé a hacerlo. Tenía otro disco de Lou Reed, “Transformer”, que me encantaba, pero cuando compré “Berlin” no lo entendí. Me pareció una piedra. Tenía dieciocho años y recuerdo que me quedaba muy grande. Por suerte, con el tiempo, pude reencontrarme con él.
No hablo, como en ninguno de los casos anteriores, de nada original, ni lo pretendo. También sobra decir que este disco se ha convertido para mí en una joya como pueden ser los clásicos de Leonard Cohen, Neil Young, etcétera.
Aprender a conocer sabores nuevos es algo que la música también nos enseña, y este para mí fue un claro ejemplo de revisión. Redescubrir cosas en cajones cerrados produce una doble satisfacción y una buena forma de seguir aprendiendo. Revisar los pasos dados y comprobar aciertos y errores que te invitan a seguir explorando.
El último disco que me ha atrapado de una banda que acabo de descubrir...
Lip Critic - "Hex Dealer" (2024)
Sé que no suelo ser muy puntual, ni llego pronto a los sitios, muy a mi pesar. También me ocurre a veces con los discos o las bandas. Este disco lo escuché hace unos meses gracias a una amiga, Paule, de Arima. Me trajo inmediatamente a la cabeza recuerdos de ciertas sensaciones relacionadas con otras bandas más allá del sonido en si mismo. Algo más relacionado con la esencia, con la energía. Como una condensación de varias cosas conocidas, pero además con otros ingredientes nuevos muy bien usados. A veces, lo admito, reacio o con dificultad para acceder a ciertos sonidos, cuando los escucho amoldados a un código más cercano me parecen una maravilla. Este ha sido mi caso: algo que ya existía, pero que mi lentitud y despiste no me habían dejado encontrar. Eso sí, yo encantado.
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