1. IÑAKI SALVADOR – Zilbor hestea (1992)
He nombrado este disco, pero podían ser muchos otros relacionados con mi familia y una fusión de la música jazz y la canción tradicional. Este tipo de melodías son las que hemos escuchado en la infancia tanto en discos como en directo. En su día no las entendimos en profundidad, pero que se nos quedaron impregnadas en algún lugar de nuestra memoria.
2. MIKEL LABOA – Xoriek 17 (2005)
Mikel Laboa y mi abuela fueron dos figuras emblemáticas de mi infancia. Ambas fallecieron el mismo día, el 1 de diciembre del 2008. A partir de ese día, comencé a escuchar compulsivamente este disco de Laboa y a tocar al piano muchas de estas canciones, hasta que mi madre me pidió que parara porque la removían mucho. A ella le tranquilizaba sentir que se habían ido juntos. Para mí, estas canciones fueron cruciales en mi proceso de duelo.
3. YANN TIERSEN – Amélie (2001)
Escuché este disco en bucle durante una temporada de mi vida. A parte de ser la banda sonora de la película Amélie, que me atrapó, pasó a ser mi propia banda sonora. Recuerdo muchos paseos en bici escuchando un vals y viajando a mundos fantásticos y muchas horas al piano sacando a oído cada una de sus canciones.
4. NIRVANA – Nevermind (1991)
Empecé a escuchar esta banda gracias a mi hermano. Este disco me abrió muchas puertas, puesto que fue una referencia de muchas de las bandas que he escuchado más adelante. Algo que me apasiona de las canciones es el hecho de no saber de qué están hablando, porque en cada escucha puedo hacer una interpretación diferente y no me cansa. Eso me pasó con varias de las canciones de este álbum, que me llevó a indagar en la vida de Kurt Kobain para poder empatizar y encontrar el sentido a todo lo que decía. Aún sigo en ello.
5. RED HOT CHILI PEPPERS – Californication (1999)
Descubrí este disco casi por casualidad, y flipé. Me enganchó desde el principio. Me gustaban y me motivaban todas las canciones. A día de hoy aún me parece que tiene temazos, aunque ya haya dejado de escucharlo. Intentar sacar los riffs de guitarra y las líneas de bajo fue todo un reto.
6. KEROBIA – Supernova (2013)
Kerobia llevó a cabo una campaña de crowdfunding para llevar a cabo el que sería su último trabajo de estudio de ese proyecto. Una amiga me convenció para participar en él a última hora y así lo hicimos. Menos mal que lo hizo. Me pilló en un momento vital donde las letras encajaban perfectamente en mi situación y podía sentir que estaban escritas para mí. Mi pasión llegó a tal punto que escribí una carta a una persona muy importante para mí, basada en cada una de las canciones que aparecen en el álbum. Me sigo repitiendo como un mantra la frase “eutsi samurtasunaren ardatzari” (‘sujétate al eje de la ternura’).
7. MERCEDES SOSA – 30 años (1993)
Este disco es un disco recopilatorio con una selección de canciones que se convirtieron claves para mí. Escuché este disco en bucle cuando estuve viajando por Latinoamérica, por lo que lo asocio automáticamente a ese periodo. Canciones como “Gracias a la vida”, “Alfonsina y el mar” o “Todo cambia” me siguen ayudando a reconciliarme con el mundo.
8. NINA SIMONE – I put a spell on you (1965)
Conocer a Nina Simone como músico, su voz, conocer cómo fue su vida como mujer negra y ver hasta dónde le llevaron sus principios, su espíritu y su búsqueda de libertad y las contínuas referencias a sus raíces me hicieron sentir que fue necesaria e imprescindible. Se dice que no es sano encajar en un mundo que está enfermo y me parece que ella es la viva imagen de ello. Recomiendo firmemente el documental “What happened, Miss Simone?” para poder entender mejor su historia.
9. RADIOHEAD – OK computer (1997)
Descubrí a Radiohead relativamente tarde. Compré este disco en una conocida tienda de discos cuando conocía solamente la canción ‘Creep’ y claramente lo he amortizado. Me gustaba mucho que combinaran canciones que tienden a un rollo experimental con hits que se quedan pegados para todo el día.
10. ANARI – Habiak (2000)
Me lo regaló mi hermano y me pareció poesía. No estaba acostumbrada a ese rollo tan oscuro y me sumergí de lleno. Aún se me ponen los pelos de punta al pensar en la crudeza de cada metáfora, pude sentir que la naturaleza explica mejor nuestras realidades que nosotrxs mismxs y me pareció brillante.
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