Los discos de mi vida por James Room
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Los discos de mi vida por James Room

Zarata — 08-06-2020
Fotografía — Dave Blanco

El músico bilbaíno James Room nos presenta una selección de diez discos que han sido imprescindibles en su vida.

Tras dos álbumes, a finales de mayo publicó el videoclip de "Bulletman", un nuevo single producido por Iñaki "Uoho" Antón (Extremoduro). Os dejamos sus 10 discos especiales:

 

Kris Kristofferson  “This Old Road”
Es uno de los discos más poderosos y, a la vez, austeros que jamás he escuchado. El regreso de un Kristofferson con sabor a madera. Despojado, casi, de todo sonido o arreglo que no sepa a lo mismo que su voz. La acertada naturalidad de la producción de Don Was te deja saborear esas canciones como si de algo inmensamente importante se tratara. Como si estuvieras escuchando parte de tu vida o, en ocasiones, lo que no te importaría fuera tu futuro o, incluso, tu propia opinión. ¿Cuántas veces habré dormido en brazos a mis hijos cantándoles este disco de principio a fin? Incontables. Mención especial para “In The News”. Dura y bella.

 

Bunbury “Pequeño Cabaret Ambulante”
Me gusta mucho Bunbury. Mucho. Incluso creo que se me nota, jajaja… Cuando se editó “Pequeño” me atrapó impresionantemente. Pero cuando salió esta maravilla de disco en directo recopilando esa gira y esa banda y esas canciones y esas atmosferas y… Quedé irremediablemente enamorado de por vida. Jamás un artista cantando en castellano me había tocado tan dentro. La evidente teatralidad y la interacción con una banda que disfrutaba y engrandecía el juego y un público entregado que se tuvo que volver a ganar a pulso era un verdadero disfrute para los sentidos. Mención especial para “Infinito”. Con solo escuchar las palabras “Me calaste hondo…” se me eriza la piel y echo de menos cantarla a voz en grito con mi mejor amigo, agarrados a una buena Terapia de Ron.

 

Derek & The Dominos  “Layla And Other Assorted Love Songs”
Yo era un pre-adolescente cuando, yendo en coche con mi padre, sonó “Layla” en la radio. Todo se detuvo un instante. Después mi padre me empezó a hablar un poco sobre Eric Clapton. Aquello sonaba a algo de lo que yo tenía que saber más. Quise hacerme (no recuerdo cómo lo conseguí) con el disco en el que salía aquella maravilla que había escuchado de forma tan efímera. Fue entonces cuando me pregunté cómo diablos era posible que aquel día, en la radio, cortaran la canción sin dejarme escuchar esa maravilla de outro instrumental de 4 minutos que me dejó soñando abrazando la portada. El disco entero es un excelso muestrario de varias formas de blues, folk electrificado, psicodelia, baladas, etc. Pero sobre todo buenas canciones. Fueron un montón de horas intentando aprender guitarra eléctrica tocando encima de este disco. Capítulo aparte merecen los musicazos colaboradores, por supuesto (Duane Allman, por ejemplo). Mención especial para “Layla”. ¡Obvio!

 

Tom Waits “Mule Variations”
Este disco tiene uno de los inicios más sensorialmente violentos que he escuchado. Te activa y te pone en guardia para luego bailarte a donde le da la real gana. Es el poder de Tom. Ya había escuchado mucho Waits. Enamorado de su esencia desde que lo descubrí en una partida de póker había buscado y devorado cada pequeña grabación que se podía encontrar del que se había convertido casi ya en un tótem. Pero este disco tiene un lugar especial en mi corazón porque fue el primero que compré según se editó. El primer disco suyo que esperaba para comprar y saborear. Leer las letras mientras escuchaba las ansiadas nuevas canciones por primera vez me produjo un placer casi trascendental. Este tipo te proyecta toda una película en la cabeza sólo con una canción. Podría hablar durante muchos bares sobre este disco. Mención especial para la escalofriante “Take it with me”. Con ese final: “In a land there's a town, and in that town there's a house, and in that house there's a woman. And in that woman there's a heart I love. I'm gonna take it with me when I go.”

 

The Beatles “1962-1966” & “1967-1970”
(El Rojo y el Azul) Ya. Ya sé que son recopilatorios y, además, dos. Pero para mí son como un cuádruple CD. Ya conocía cosas de The Beatles pero cuando entraron en mi casa, siendo un chaval, estos discos era como tener todos los tomos de la enciclopedia de la música popular. Un resumen de casi todo lo que fueron estaba en mis manos en 54 canciones y me lo aprendí de memoria. Era muy emocionante además el orden cronológico y ver la evolución que tuvieron en el trabajo de estudio de grabación y de composición y arreglo. Era divertido jugar a adivinar de quién tenía un mayor porcentaje cada canción. Aunque todo lo que diga sobre estos cuatro ya se ha dicho… sigo descubriendo cosas en ellos. Mención especial para “Hey Jude” aunque solo sea porque la utilicé durante bastante tiempo como despertador.

 

T Bone Burnett “The True False Identity”
Este es un disco tan especial e inclasificable que hasta cuesta encontrarlo. Ni siquiera está disponible en plataformas digitales. Se publicó durante la primera mitad de la Guerra de Irak y eso se nota. La producción del propio Burnett es tan violenta, cruda y casi tribal que a veces parece que un gran pájaro negro te está cantando y recitando mientras te mira fijamente. No sé de qué estarán hechas las cuerdas de las guitarras de T Bone y Marc Ribot. Y las percusiones de Jay Bellerose son para estudiar aparte. No trabaja para la canción sino para el universo donde cada canción vive. Es un disco oscuro y tenebroso. Mención especial para “Palestine Texas”. El gran cuervo que te canta.

 

B.B. King “Live At The Regal”
Si quieres saber cómo tiene que ser un concierto de blues tienes que escuchar esto. Este es el fondo de armario del blues eléctrico en directo. O de los directos en general. Con presentaciones y todo. Interacciones con el entregadísimo público. Casi puedes ver sonreír y sudar al bueno de B.B. enlazando un tema tras otro y levantando ovaciones. El absoluto control sobre los tempos, las intensidades, los clímax,… Buff. Este disco se debería estudiar en las escuelas. Mención especial para “How Blue Can You Get”. Auténtico jugueteo al estilo Chicago.

 

Joe Henry “Blood From Stars”
Una suerte de texturas es este disco. Otro de mis músicos y productores favoritos. Una suerte de canciones hermosas. También fue el primer disco que escuché de Henry. Qué afortunado soy de estar escuchando esto, pensé. Un cancionero arraigado casi en lo tradicional con un toque New Orleans que pone los pelos como escarpias y un gusto de esas texturas que tan bien sabe él colocar para llevarte de un lado a otro. Otro disco que en lo emocional y sensorial llega a cotas inmensas. Nos volvemos a encontrar con Marc Ribot y Jay Bellerose. Creo que tengo un problema, jajaja… Mención especial para “Bellwether”. Una dinámica delicadamente contundente.

 

Nina Simone “The Masters”
Y aquí llega otro recopilatorio. Pero es que uno no controla de qué manera llega el arte a su vida. Este es una maravilla que separa en el disco 1 el trabajo de estudio y en el 2 el increíble directo que tenía Nina Simone. Han sido muchísimas horas de mi vida enganchado a este disco y, casi siempre, en una compañía inmejorable. Contiene muchas de las múltiples joyas de su discografía y muy bien ordenadas. Lo que siempre más me atrajo (y me atrae) de ella es su poderosa fuerza. Ni me imagino cómo tenía que costarle controlarla para poder hacer cosas luego mucho más hermosamente contenidas. Fueron muchas noches fumando en la cama cantando “Don’t Smoke In Bed”. Mención especial para “Good Bait”. Es un clásico instrumental y no se disfruta de su característica voz pero deja tremenda constancia de su intrépida pasión sólo con cómo suena ese piano.

 

Johnny Cash “American IV: The Man Comes Around”
Toda esta saga de American Recordings es una pasada. La resurrección del Hombre de Negro a manos de un barbudo que viene del Hip Hop y del Rock es una de esas cosas increíbles que ocurren en el universo. Quizás sea porque el mundo no podía perderse todo este cancionero el por qué Johnny se dejó convencer por Rick Rubin para esto. Lo más importante de estos discos, aparte de la brillante producción de todos y cada uno de ellos, son las canciones y, sobre todo, cómo Cash defiende o ataca todas ellas. Está ya en el vocabulario popular el dicho de que Johnny Cash mejoraba las canciones que tocaba en esa época (debates aparte). Pero es que no es para menos. Si he elegido este IV en concreto es porque fue el último que vio publicado en vida y, su muerte de tristeza por la pérdida de su esposa June, me marcó muchísimo. Y además de todo eso va y se despide del mundo mortal con un “We’ll Meet Again” que me hace sonreír llorando. Mención especial para “Hurt” y su videoclip. Nudo eterno en la garganta y el estómago (Trent Reznor mediante).

 

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