Terminó 2024 y, como viene siendo habitual, el año dejó una buena cosecha musical en tierras castellanoleonesas. Una temporada en la que destacaron sobremanera los trabajos del leonés Yuri Méndez Barrios –aka Pajaro Sunrise–, quien con “The Future Is Not What It Used To Be” firmaba su mejor álbum hasta la fecha (y dentro de una carrera de por sí intachable). Una obra cálida, plural y distinguida, con ramalazos de folk, gemas pop luminosas o nostálgicas, trazos electrónicos o incluso apostando por el traje de crooner.
Desde Salamanca nos sorprendía gratísimamente la aparición en escena de Vacaciones Permanentes –proyecto liderado por Iván Andrés– con un álbum homónimo de rock embarrado y ribete electrónico para outsiders, generoso en esa clase de estribillos que destilan chulería y descaro. Por su parte, Oihan (aventura paralela e intimista de Guille Aragón, batería de Arizona Baby) lazó en febrero el que es su segundo e inspirado álbum “Domar la luz”, una elegante mistura de sonidos orgánicos y sintéticos que tampoco iba escaso de melodías, a medio camino entre dream-pop y folk del siglo XXI retorcido en texturas del XX.
Cerrando el póquer de ases del 2024 estarían las zamoranas Titis Twister, quienes dieron un paso de gigante con “Los Célebres Cuentos de las Hermanas Grima”, compendio efectivo de un submundo de serie B, bailable y cantable en base a ritmos rock-monster clásicos y efectos cuidados salidos del estudio de Paco Loco. También desde Zamora llegaron buenos trabajos a cargo de Markfeel (entre indie-pop y rock en “Dimensional”), 980Clockers (hip hop en “Etapas”) o Aullidos (rock clásico en “La magia del rock”).
En Valladolid destacaron Campo Grande, presentándose con canciones poderosas, guitarras sucias, distorsión, letras melancólicas y una visión desencantada del mundo, además de los más veteranos Free City, decididos a explotar nuevas vías en “Ingravidez” y acercándose a punk, hardcore o incluso ritmos latinos. También desde orillas del Pisuerga llega Raquel Martinfer, conocida artísticamente como Maref y que, en su EP “Antes de Caer”, combinaba una producción resplandeciente con modernidad estética y espíritu reflexivo.
Los amantes de los sonidos urbanos deberían apuntar hacia Chacho Cósmico y su “No soy perra pero guau”, un EP producido por el gallego Ortiga. Entre la propia Valladolid y Benavente se sitúan UnderWallace, quienes, en “Sálvame tierra”, optaron por facturar un ejercicio de rock potente en el que guitarras y sintetizadores sumaban especial protagonismo. Por su parte, los leoneses Catalina Grande, Piñón Pequeño ofertaban en “Razonables éxitos” una especie de Caballo de Troya con aspecto punk, sito entre el humor y la importante crítica social. Propuestas para todos los gustos, por tanto, que siguen probando la existencia de ese tipo de efervescencia latente en la comunidad autónoma. La misma que ojalá siga burbujeando de cara al recién estrenado 2025.
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