La recopilación que publica ahora Elkar, "1972-1985 KATEBEGIAK Prog-Rock, Psych Folk & Jazz-Rock Music from the Basque Country", abarca principalmente, como bien subtitula, los esfuerzos autóctonos por enganacharse al progresismo del rock, la psicodelia de aires folkies y la fusión de jazz y rock, formas todas ellas muy conectadas a la primera mitad de los años 70 y que ya en los 80 tuvieron que lidiar con la pujanza de nuevos sonidos y vanguardias. Es evidente que en este álbum iniciático no vamos a encontrar grandes hits ni apenas bandas multitudinarias, pero sí un pedazo de historia muy preciado para la música euskaldun, un amanecer a ritmos nada complacientes y bastante arriesgados en una exploración artística de primer orden. Y hoy día los discos y los artistas aquí representados son buscados y muy estimados por coleccionistas y melómanos de lejanos lugares al nuestro, practicamente de medio mundo.
“...Un pedazo de historia muy preciado para la música euskaldun, un amanecer a ritmos nada complacientes y bastante arriesgados en una exploración artística de primer orden...”
La selección, coordinada por Mikel Unzurrunzaga Schmitz - DJ Makala, bajo el título de "Katebegiak" ("Eslabones"), nos introduce en 80 minutos y 13 piezas en vinilo doble y 14 en CD-Libro, a una serie de artistas absolutamente reivindicables, sobre todo en este período de su apogeo, que debería inocular el interés por conocer más ampliamente su obra. Y no hay un solo caso que pueda pasarse por alto, por unas u otras razones, sea el carácter poético y también social de sus textos en euskera y la complejidad instrumental que se alejaba de buena parte del rock escueto que se priorizó más tarde, y por supuesto de cualquier fácil atajo panfletario. Estamos ante grupos y formaciones de un nivel elogiable que trataba de poner al día la música vasca en cuanto a sonidos experimentales y ya universales, siempre con un pie en el antecedente local, en la huella peculiar.
Haizea, para comenzar el festín, aporta “Egunaren Hastapena", ya sin Txomin Artola, pero con Amaia Zubiria, aunque éste sea un tema instrumental que nos introduce en su mundo místico y misterioso entre jazz, rock progresivo e improvisación, con la guitarra y la flauta de Xabier Iriondo como hilo conductor, perteneciente a su segundo y definitivo álbum "Hontz gaua" de 1979. Un año antes, sus colegas de Izukaitz iniciaron un camino similar, con la influencia clara del folk británico de Fairport Convención o Steelye Span, y también con la flauta como instrumento preponderante en "Xori bele" de su debut homónimo, donde sobresale la calidez vocal de Odile Kruzeta (luego directora de EITB Radio), el violín y segunda voz de Fran Lasuen (más tarde en Oskorri), la guitarra de Joxe Corcuera o la percusión de Luis Camino (después 21 Japonesas).
"Pello Joxepe" nos acerca al saxofonista afroamericano William S. Fischer, que grabó y actuó con Ray Charles, Muddy Waters, Pharoah Sanders, Roberta Flack o Joe Zawinul, en un curioso e insólito álbum de 1972, con versiones funky soul de melodías populares vascas, en una onda cercana al "Superfly" de Curtis Mayfield. Casi una década después nos encontramos con la fusión jazz rockera de libro de Magdalena, una especie de Iceberg navarros que pasan por ser los primeros en cantar en euskera en su tierra, si bien "Lanera sartzen" (1981) es instrumental. Con Enbor volvemos al folk y las armonías vocales de un grupo bilbaíno que pareció podría llegar mucho más lejos. "Agurra II" (1980) pertenece a un segundo álbum "Katebegiak" que da título a la presente compilación, antesala de numerosos cambios de la formación que acabaría en las más rentables romerías festivas. El camino de Itoiz sería el contrario, pues tras Indar Trabes y las verbenas, se convertiría en la banda euskaldun más popular de su generación. El tema elegido, "Ezekiel ikasgaia" pertenece a su segundo elepé "Ezekiel" (1980), un trabajo conceptual casi en solitario del mutrikuorra Juan Carlos Pérez en su etapa deustoarra, aunque contara con la colaboración puntual de Fran Lasuen, Shanti Giménez de Klabelin Komik o la voz jazzera en esta canción de Itziar Egileor.
Sin duda la flauta, en conjunción con las guitarras eléctricas, es el instrumento que se lleva la palma en muchas de estas composiciones. También en la del grupo elgoibarrés Koska en su hermosa "Ogia eska" de su debut homónimo en 1976, un disco que miraba más al folk rock americano en su vertiente más dulce y elegante, a lo Crosby, Stills, Nash & Young o Buffalo Springfield. En su haber, añadir que fueron pìoneros en utilizar el euskera dentro de un contexto rockero, tras un breve inicio como Expresión Sonora. También hay una flauta que cruza "Ameskoi" de Itziar, la banda de la ya mencionada voz privilegiada de Itziar Egileor (colaborando con Itoiz), ahora en plan líder de una banda en la que por ejemplo hizo sus primeros pinitos profesionales el bajista bilbaíno Edu Basterra. La canción es una auténtica virguería que hilvana con naturalidad folk, psicodelia, jazz y prog-rock, dentro de un álbum de 1978 en Xoxoa ampliamente buscado por coleccionistas y conocedores.
Con "Andere", pieza de trece minutos y medio de Errobi, entramos en palabras mayores. Perteneciente a "Ametsaren bidea" de 1979, la banda de Mixel Ducau y Anje Duhalde llegaba a su tercer álbum en medio de un nuevo panorama musical que no afectaba a su exitosa y lograda combinación de folk, jazz y progresismo cocido desde Iparralde, como puede apreciarse en esta especie de suite que aúna melodía, juegos vocales, experimentación y continuas inflexiones instrumentales. También en esa final de década se inscribe "Amets jazarriak" de Lisker, la banda eibarresa que formó triunvirato con los señalados Errobi e Itoiz. Con el destacado Jean Phocas en la producción y tras ganar un concurso de rock en Basauri, debutan con un disco de largos desarrollos que beben tanto del folk como del rock progresivo y del propio hard rock setentero que en la península representaban Ñú o Asfalto, con quienes compartieron escenario.
Si "Katebegiak" llega hasta 1985 es gracias a "Itxasoan laino dago", más de seis excelsos minutos a cargo de una cantante prodigiosa como Amaia Zubiria, que por cierto acaba de recibir el Premio Adarra del ayuntamiento donostiarra, junto al insigne Pascal Gaigne (cuántas bandas sonoras destacables vinieron a continuación!). Si algo puede decirse es que 36 años después este tema que anhela electrónica y acordeón, tradición y avantgarde, con ese saxo que entra, sale y juega del gran Michel Doneda, podría perfectamente haberse grabado hoy, y que compite en igualdad de condiciones artísticas con muchas de las propuestas contemporáneas. Otra joya, para muchos inesperada, es "Hasperen Itun" (1983), nueve minutos de ebullición inspiradora en plan Van Der Graaf Generator a cargo de un entonces experimental Gontzal Mendibil (poco que ver con lo que se le ha relacionado posteriormente) y donde cuenta con la mejor camada funky-jazzística de la época (Fran Rubio, Jose Urrejola, Edu Basterra, Karla Ardanza, Alberto Rodríguez...).
El vinilo llega a su fin con otro momento de pura osadía. "Arrano beltza eta amaia" recupera ni más ni menos que a un joven veinteañero Beñat Axiari, en épocas recientes cómplice de Joseba Irazoki en Bas(h)oan, con Urria, el grupo más innovador y probablemente revolucionario del folk euskaldun, a medio camino entre la improvisación y los sonidos más arriesgados y abstractos, ya con Pascal Gaigne en sus filas. Pertenece a su segundo álbum "Bruma Altxatzean" (1979). Y aquí no sólo hay trece, sino incluso catorce muestras con el tema añadido para el Cd Libro. Una auténtica sorpresa con un pequeño fragmento de "Intxixu ta Lezeko" (1983) de Juan Arkotxa, quien tras vivir en la India y Deià en Mallorca, donde conoció a Daevid Allen (Gong, Soft Machine) o el famoso escritor Robert Graves, creó un proyecto multidiscilplinar de poesía, historia, literatura, dibujo y música bajo el título "The Book of Am, Parts I to V" y "The Book of Itxixu", que luego dió pìe a un doble vinilo y libreto que publicó en 2006 el sello catalán "Wha-Wah". Lo aquí rescatado pertenece a una cassette editada por IZ con varias versiones en euskera de toda aquella locura cósmica, herencia directa en bastantes casos del propio Allen, su epifanía Gong y el sonido Canterbury.
Todo un viaje a una época que para quien esto suscribe y su generación, representa los primeros días universitarios, las primeras tardes voraces de radio musical, las primeras revistas rockeras, los primeros sueños libertarios o los primeros conciertos en el Paraninfo de la Universidad de Deusto, la Escuela de Peritos o el Pabellón de La Casilla de Bilbao con algunos de estos mismos protagonistas. Cuando todo horizonte fantaseado era un babilónico porvenir.
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