Podremos verles en breve en Madrid (26 noviembre, La Riviera), Santiago de Compostela (18 diciembre, Sala Capitol) y Barcelona (30 de diciembre Sala Apolo) . Puedes adquirir las entradas al final del artículo.
Leño - “Leño” (1979)
Gracias a “Rubber Soul” tuve claro desde pequeñito lo que quería hacer, pero cuando pude ver a los Leño en directo me sorprendió lo cerca que lo tenía. En Carabanchel, concretamente. Sin ser guapo, sin saber inglés y con tres o cuatro acordes pelaos.
Veneno - “Veneno” (1977)
Podía, además, hablar sin complejos de cualquier cosa que a mí me llegara dentro y servirme de cualquier estilo musical que se me pusiera a tiro. Con este disco comprendí que el rock and roll es lo contrario de la ortodoxia y que entre sus urgencias hay sitio de sobra para la poesía.
Doctor Feelgood - “Stupidity” (1976)
Creí detectar algo telúrico en esos rasgueos de guitarra, esos apuntes de armónica y esa curtida voz. Supe que no me equivocaba cuando investigué sobre aquellos misteriosos Chuck Berry, Sonny Boy Williamson, Bo Diddley, Solomon Burke o Lieber & Stoller que figuraban entre paréntesis detrás de algunos títulos del, para mí, mejor directo de la historia del rock.
Ry Cooder - “Paradise And Lunch” (1974)
No contábamos con mucho más que el boca a boca, así que mirábamos con lupa los créditos de los discos en busca de orientación. Es difícil imaginar un norte más exquisito que el señalado por Ry Cooder en esta sublime lección de folk americano. Blind Willie McTell, J.B Lenoir, Blind Blake, Burt Bacharach, Bobby Womack…
The Stooges - “Fun House” (1970)
Otra puerta abierta de par en par. Lo obvio sería decir que hacia la fuerza bruta y el hedonismo más radical, pero esta salvajada va bastante más allá. Caos en estado puro, hastío existencial y furor barriobajero en una misma rodaja. Punk y free-jazz. Nuevos horizontes. Toxicidad en estado puro.
The Kinks - “Lola Versus Powerman And The Moneygoround, Pt. One” (1970)
The Kinks inauguraban la década de los setenta así de estratosféricamente, aunque en la máquina de discos de los billares nos limitáramos a seleccionar compulsivamente la tecla de “Apeman” sin preocuparnos de ubicarla en el tiempo. Ray y Dave en estado de gracia y, como siempre, al servicio de la más grande sensibilidad pop de la historia.
Buzzcocks - “Love Bites” (1978)
Estas once imbatibles melodías, embutidas sin contemplaciones en breves píldoras punk por un personalísimo tándem de guitarras, se me incrustaron en el organismo siendo aún un mequetrefe y desde entonces no se han movido de ahí. Memorable, es la palabra.
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