Difícilmente Jean-Michel podía haber llegado a ser profesionalmente algo diferente de músico. Hijo de Maurice Jarre, uno de los compositores de bandas sonoras más relevantes de la historia (“Lawrence de Arabia”, “Doctor Zhivago”, “Ghost”…), curiosamente la separación de sus padres y la huída a Estados Unidos del progenitor marcaron su infancia y adolescencia casi tanto como el paso por el conservatorio. Pero Jean-Michel, que creció en un momento en el que la contemporánea representada por Stockhausen, Cage y compañía se apareaba con el rock y despertaba una inusitada atención mediática, rápidamente mostró su interés por las posibilidades de la electrónica de la mano de profesores tan ilustres como Pierre Schaeffer o el propio Stockhausen. De esta interesante etapa experimental de juventud se ha publicado recientemente el recopilatorio “Essentials & Rarities”.
Pero difícilmente le habríamos dedicado unas líneas aquí de haber continuado la deriva por el terreno de lo experimental a lo largo de los años. Tras un par de trabajos sin relevancia fuera del hexágono, en 1976 -precisamente el mismo año en que Vangelis publica “Albedo 0.39”- verá la luz “Oxygene”, un álbum de presupuesto modesto levantado a partir de sintetizadores de sonoridad entre futurista y fantasmagórica. “Oxygene” le haría famoso en todo el mundo y supondría el paso definitivo en pos del concepto de electrónica cósmica y grandilocuente que habían inaugurado Tangerine Dream pocos años antes. Y a partir de ahí la locura: “Equinoxe”, “Les Chants Magnétiques” y una serie de impactantes directos en lugares icónicos como la opaca China comunista (el primer occidental en conseguirlo), con Jarre presentándose ante cientos de miles de espectadores que se convertían en millones al multiplicarse su impacto por las retransmisiones televisivas. Fue el pico de popularidad de un músico de modos faraónicos, que lo mismo grababa canciones destinadas a enviarse espacio exterior con ayuda de la NASA que interpretaba su música en directo para Juan Pablo II y millón y medio de fieles.
Pero el advenimiento del grunge y el retorno al rock de principios de los noventa marcaba un nuevo paradigma en el que el elefantiásico Jarre, obviamente, no tenía cabida. Nunca ha dejado de grabar discos (en 2000 publicó su primer álbum vocal, el irrelevante “Métamorphoses”), pero prácticamente se convirtió en una nota a pie de página hasta que los jóvenes cachorros del cosmic-disco (Lindstrøm, Todd Terje, Prins Thomas,...) revitalizaron su legado. El anuncio del nuevo álbum con colaboraciones como las de M83 o 3D de Massive Attack termina de reconciliar a Jean-Michel Jarre con las siguientes generaciones. Luis J. Menéndez
El retorno: el 16 de octubre se publica “E-Project”, un disco de autoreivindicación en el que Jarre se deja acompañar por M83, John Carpenter, Edgar Froese (Tangerine Dream), Gesaffelstein, 3-D (Massive Attack), Armin Van Buuren o Vince Clarke (Depeche Mode, Erasure).
Disco imprescindible: “Oxygene” (Polydor, 76)
Un dato que habla por sí solo: “Oxygene” es el disco francés más vendido de la historia. Y me atrevo a afirmar que “Oxygene Pt.4” es también una de las melodías más reconocibles de nuestro tiempo. Todo lo bueno (y algo de lo malo también) de la propuesta de Jean-Michel Jarre está condensada en este disco.
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