“La figura del retrovisor me parece sugerente, durante unos segundos nos regala un poco de pasado y estira el tiempo para que podamos ver cosas que nos hemos dejado atrás”. Este poemario de Guille Galván (Madrid, 1980), letrista de temas como "Copenhague", o "Los días raros", comenzó a idearse hace tiempo, tras terminar la exitosa gira de "Un día en el mundo", y se sustenta en juegos encadenados -ciudades, canciones, viajes, escondites, labios-, que abren cada una de las siete secciones con las que el guitarrista podría dividir, llegando del mundo musical, su identidad poética. Resulta inevitable preguntarle qué fue primero para él... “Empecé con la música relativamente tarde, así que la palabra llegó antes. En mi caso, a los 12-13 años hubo una etapa de mucho interés por leer la música, libros de música, viejos vinilos con letras traducidas, y aquella búsqueda fue fascinante… Descubría en la música pinceladas literarias”. Así conoció el trabajo de sus referentes, los Leonard Cohen, Lou Reed, Dylan, letristas que conjugan la palabra y la música con el virtuosismo de los poetas más duchos. “Tenía la sensación de que aquellas canciones eran sinopsis de algo mucho mayor, en ellas poesía y música se amplificaban al máximo”.
El ahora poeta corrobora la tesis que Silvia Grijalba plasmó en "Palabra de Rock", cuando sostiene que en nuestro país todavía no se ha tomado en serio al rock. “Es cierto, falta historiografía del rock de aquí. Por el bien de nuestra cultura y nuestra música -dice Guille-, tenemos la obligación de crear mitos… Tenemos los del blues del delta del Misisipi, pero desdeñamos los de las cuevas flamencas”. Así llegan nombres más cercanos… Nacho Vegas, José Ignacio Lapido saltan a la palestra. Guille admira sus letras. “También hay bandas con letras menos desarrolladas que igualmente me parecen sublimes”.
De momento, la poesía ha abierto ventanas en la carrera de Guille. “Nosotros en Vetusta tenemos confeccionado un imaginario en el que ponemos lo personal en beneficio común. Al final canta Pucho, y si yo escribo, busco que pueda ser interpretado por otra persona De repente, poder sentarme a escribir ante un papel y que eso sea la obra final me ha dado mucho respiro, mucha ligereza”. Sus poemas y canciones siempre han convivido mezclándose. “En el local se tocaron poemas, y también en algún concierto… 'A los pies de la barca' se tocó, se grabó y al final no fue a disco, se nos atrancó. 'La deriva' fue un texto que estaba en el poemario, y la canción 'Fuego', también…”. En papel suenan distinto, como pasa con la imagen que se ve en el retrovisor.
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