Pocas bandas de punk rock o punk pop tienen en su haber una obra con la repercusión, influencia y cifras de “Dookie”, el debut de Green Day con una multinacional; pero muchas menos han conseguido mantenerse e igualar ese éxito una década después. Billie Joe Armstrong lo hicieron con su séptimo trabajo de estudio, “American Idiot”, un álbum aclamado a partes iguales por crítica y público a principios de los dosmiles.
“American Idiot” es, curiosamente, el primer disco protesta de Green Day. Los de Berkeley muestran su lado más comprometido o político en un trabajo que aparece en plena depresión tras el atentado 11-S, con una sociedad dividida por el Gobierno de George W. Bush, el tipo que pasará tristemente a la historia por iniciar una guerra en Irak como respuesta a unas supuestas “armas de destrucción masiva” que nunca existieron.
Green Day no fue la única banda que alzó la voz contra el presidente de su país. Solo unos meses antes de la publicación de “American Idiot”, por ejemplo, se publicó “Rock Against Bush, Vol. 1”, una compilación auspiciada por el sello independiente Fat Wreck en el que participaron bandas como Social Distortion, Descendents, The Get Up Kids, The Offspring o Pennywise, entre muchas otras. Ninguna obra antibelicista del siglo XXI, sin embargo, tuvo la repercusión de “American Idiot”, del que se han vendido más de 16 millones de copias en todo el mundo.
La banda que completan Mike Dirnt y Tré Cool llegaba a este séptimo largo con su popularidad bajo mínimos, tras un fallido “Warning” recibido con críticas tibias y unas ventas por debajo de lo esperado. En ese disco quisieron desmarcarse de la corriente punk pop predominante y despacharon un interesante pero incomprendido disco de power pop atemporal. Sea como sea, la marca Green Day no cotizaba precisamente al alza en ese momento, pero no se dejaron llevar por la negatividad y encontraron una idea a la que agarrarse para regresar con más fuerza.
“American Idiot” sería un disco conceptual, una ‘punk rock opera’ protagonizada por un adolescente de clase media-baja que se hace llamar Jesus of Suburbia. Con este punto de partida, inspirándose en discos generacionales como “Tommy” (1969) de The Who y “The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” (1972) de David Bowie, los de Berkeley se pusieron manos a la obra con ayuda de su inseparable Rob Cavallo, su productor de confianza y casi un cuarto miembro en la sombra desde “Dookie”, publicado una década antes. Ellos, a su vez, cabe decir, también inspiraron a otras bandas como My Chemical Romance, por citar una de las más exitosas, que solo dos años después publicaron una excelente ‘opera rock’ titulada “The Black Parade” (que decidieran grabarlo con Cavallo a los mandos no puede ser una casualidad).
Hacer una ‘punk rock opera’ también era una respuesta a la venta de singles sueltos, pues iTunes empezaba entonces a vender canciones por 99 céntimos, cuenta Cavallo en el libro que acompaña el ‘box set’ con motivo del 20 aniversario. “Si hacemos uno de esos discos conceptuales, entonces la gente quizá querrá comprar la historia entera y no algunos sencillos”, pensó el productor que acompañó a la banda de vuelta a su versión más rabiosa y aguerrida durante cinco intensos meses de grabación en Hollywood.
Además del libreto con textos de Cavallo y una extensa entrevista con la banda firmada por el editor de la Rolling Stone David Fricke, la reedición 20 aniversario incluye 15 demos inéditas, un concierto en la neoyorquina Irving Plaza, otras 15 pistas con caras B y dos Blu-rays con el documental “20 Years of American Idiot” y un concierto de 35 minutos para la BBC por un lado y un directo titulado “Heart like a Hand Grenade” por otro.
Entre los descartes encontramos “Too much too soon” (rescatado del disco perdido “Cigarrettes and Valentines”), una “Governator” dedicada al entonces gobernador de California Schwarzenegger (“He's at it again and it makes great television vatching the world end”) y la cachonda “Favourite Son”. Esta última le encantaba a Billie Joe, pero “no encajaba” en el relato de “American Idiot”, según explica en el libreto.
La historia de “Jesus of Suburbia”
A diferencia de otras bandas de punk con letras explícitamente políticas, Green Day demuestran en “American Idiot” hasta qué punto la política afecta a la gente. Las letras captan la desesperanza y rabia de una generación que creció tras los atentados y durante la guerra de Irak, en una sociedad polarizada y algo paranoica, a través de las aventuras y desventuras de un protagonista que evoluciona a lo largo de las 13 canciones. La presentación del personaje principal aparece en el segundo corte, justo después del latigazo punk rock que da título al disco y vincula al “idiota americano” con la histeria, la alienación, la propaganda y la llamada “redneck agenda”.
En “Jesus of Suburbia”, una canción de nueve minutos dividida en cinco actos, un chaval “hijo de la ira y del amor” enganchado a los refrescos de cola y al Ritalin, un medicamento usado para tratar el déficit de atención, se presenta en primera persona. Quiere dejar atrás un hogar roto, un ambiente inseguro, y se planta en la gran ciudad cuando empieza a sonar la durísima “Holiday”, uno de los cinco exitosos singles extraídos del disco. Las vacaciones de las que habla esta canción son un estado mental, una apatía general para sobrellevar tanta miseria.
En el medio-tiempo “Boulevard of broken dreams”, otro de los ‘hits’ del trío, que arranca con una acústica justo con el último acorde de “Holiday”, el personaje principal deambula solo por la ciudad en busca de un alma gemela (“Sometimes I wish someone out there will find me; ’til then I walk alone”). Esa persona especial aparece en “She’s a rebel”, una chica de la que no sabe el nombre, a la que describe como el “símbolo de la resistencia”. La icónica portada, por cierto, proviene de una estrofa de esta explosiva canción de apenas dos minutos: “She’s holding on my heart like a handgrenade”. La admiración por la joven es total, como explica en la siguiente “Extraordinary Girl”, aunque ella también tiene un reverso frágil, sensible, alejado de la imagen que proyecta (“She sees the mirror of herself, an image she wants to sell”). Y entonces, algo parecido a la voz de la conciencia, que grabó la gran Kathleen Hannah de Bikini Kill y Le Tigre, con una melodía pretendidamente infantil y pegadiza que se repetirá posteriormente en varias ocasiones, le dice en la potente “Letter Bomb” que sigue estando solo.
La archiconocida “Wake me up when september ends” -acaso la más radiada y versionada de todo su catálogo con permiso de “Basket Case”- supone un sentido paréntesis en la historia y precede a una canción crucial en el arco del protagonista porque “Homecoming”, otra mini-ópera de cinco actos, narra “la muerte de St. Jimmy”, su alterego, entre campanas y ritmos marciales. Vuelve a casa y todo sigue igual, igual de mal (“Nobody ever said that life was fair now”).
La conclusión llega con la sencilla pero efectiva “Whatsername”, que así llama a la rebelde que nunca podrá olvidar a pesar de todo (“The regrets are useless, in my mind; she’s in my head”). Y así, con una apasionante historia de amor en tiempos revueltos, una obra total con momentos épicos y un sonido impecable, estos tres amigos volvieron a tener un éxito masivo, copar portadas y llevarse numerosos premios, siendo el Grammy al mejor disco de rock el más importante. Como curiosidad, recibieron el merecido galardón de manos de la actriz Penélope Cruz y Armstrong remató su discurso con una frase lapidaria que resume a las claras las intenciones de la banda: “El rock’n’roll puede ser peligroso y divertido al mismo tiempo”.
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