A principios del Siglo XXI el rock vivió su último resurgimiento como movimiento popular y 'cool' al mismo tiempo, centrado básicamente en una banda y un disco, los Strokes e "Is This It". De repente tocar una guitarra y querer pasárselo bien se volvió a poner de moda. A finales de 2003 los de Julian Casablancas presentaban su segundo disco, “Room On Fire”, el más exitoso de su carrera y el movimiento se había extendido con bandas como los White Stripes, los ingleses The Libertines o los suecos The Hives copando las portadas de las revistas de medio mundo.
Para ese momento una banda escocesa, liderada por un tipo por encima de la treintena que había estado en numerosos grupos durante los 90, iba a dar al mundo el himno definitivo de ese movimiento, era una canción que empezaba como una canción de The Strokes hasta que a los 50 segundos comenzaba a ralentizarse para romper en un riff nuevaolero y totalmente bailable. Se llamaba "Take Me Out" y sus responsables, Franz Ferdinand, declaraban que su único objetivo era "hacer que las chicas bailaran". Su misión era traer de vuelta la diversión al pop y al rock, y cualquiera que escuchara la canción, o los hubiera visto en directo, sabía que iban a conseguirlo.
Una banda inevitable
En enero de 2004 se podría decir que Franz Ferdinand eran inevitables, su canción se oía en todo el rato a la vez y en todas partes, y su cara aparecía en las portadas de todas las revistas, el NME les llevaba bajo el epígrafe de "La Banda que te cambiará la vida" y en España, el mismo mes en el que acabaría sacando su debut, febrero del 2004, Franz Ferdinand ya aparecían en la portada del Mondo Sonoro bajo el titular 'Sigue la fiebre: Franz Ferdinand se suman al carro rockero'. Con la redacción bajo 'shock' tras escuchar los dos sencillos que habían sacado hasta el momento, la comentada "Take Me Out" y "Darts Of Pleasure", además de haberles visto robar el concierto al grupo al que teloneaban, Death In Vegas, en una histórica actuación en la Razzmatazz barcelonesa en diciembre del 2003.
Estaban llamados a ser 'the next big thing' que dicen los anglosajones y, durante un breve periodo de tiempo, lo fueron. Y es que el debut de la banda, publicado el 9 de febrero de 2004, estaba a la altura del ‘hype’ despertado por aquellos primeros sencillos. Es más, más que un disco al uso, aquello parecía un grandes éxitos, una imbatible colección de singles uno detrás de otro. A día de hoy, 9 de las 11 canciones de este debut, "Take Me Out", "The Dark of the Matinée", "Michael", "This Fire", "Jacqueline", "Darts of Pleasure", "Tell Her Tonight", "40'" y "Auf Achse" se encuentran entre las 16 que más veces han tocado en directo, a pesar de llevar más de 20 años de carrera y haber publicado otros cuatro discos.
Picante, sexy e increíblemente excitante, su debut combinaba art rock, post punk, nueva ola y melodías certeras, situándose entre lo más destacado de aquella década, pero en vez de ser el comienzo de una carrera formidable fue el pico de la misma. Y es que la carrera de Franz Ferdinand fue bastante parecida a la de muchas de las bandas de este breve resurgir rockero, un disco de debut impecable, un segundo disco continuista pero un poco inferior y luego un no saber muy bien qué hacer, le pasó a los Strokes, le pasó a Interpol, también le pasó a Franz Ferdinand.
Los orígenes de la banda
El caso es que los orígenes de la banda fueron muy distintos, Alex Kapranos, su futuro cantante y guitarrista, ya era un veterano de la escena musical de Glasgow, había tocado con The Blisters, The Amphetameanies y The Yummy Fur, había sido uno de los promotores del club más importante de la ciudad, donde dieron sus primeros pasos bandas como Mogwai o Belle and Sebastian, y también trabajaba como chef.
Pero a finales de 2001 decidió formar una nueva banda, junto al batería Paul Thomson, cuatro años más joven, con el que había tocado en los Yummy Fur, el guitarrista Nick McCarthy, dos años más joven, que acababa de volver de vivir en Alemania y Bob Hardy, ocho años más joven, que era el mejor amigo de su novia de por aquel entonces y con el que había tenido una conexión hablando sobre el tipo de banda que querían ser algún día. El problema era que Hardy no había tocado un instrumento en su vida, así que cuando Mick Cooke de Belle and Sebastian le dio un bajo a Kapranos para que hiciera algo útil con él, el cantante se lo pasó a Hardy le enseñó a tocar "This Fire" y Franz Ferdinand cobró vida.
Se curtieron del todo dando un concierto tras otro en todas las salas posibles, el escenario era (y es) su hábitat natural y fueron ganando tablas, el repertorio era principalmente obra de Kapranos y McCarthy y se beneficiaba del hecho de que Kapranos llevaba componiendo desde hacía más de 10 años y tenía bastante donde elegir.
Su sonido era una síntesis perfecta de influencias mezcladas y combinadas de las eras post-punk y New Wave, ecos de los Buzzcocks, XTC, Orange Juice, Gang Of Four, Madness o Talking Heads, todo bañado en ese nuevo sonido del rock de comienzos de siglo XXI.
Fueron fichados por la independiente Domino y grabaron su debut en Suecia con el productor de los Cardigans, Tore Johansson. Cuando apareció en febrero del 2004 la banda se lanzó a promocionarlo intensamente en directo, solo en el año 2004 hicieron 209 conciertos, demostrando que eran la banda de su generación más volcánica encima de un escenario.
Prendiendo fuego a Madrid
Lo pude apreciar la primera vez que tocaron en Madrid, en la desaparecida Sala Aqualung, el 10 de agosto de 2005, un día antes de que tocaran como teloneros de U2 en el Vicente Calderón. La única canción de las 11 del primer disco que no se tocaron fue "Cheating on You", y adelantaron tres del que iba a ser su segundo disco, "You Could Have It So Much Better", que aparecería el 28 de septiembre de ese mismo año.
Fue uno de los conciertos más brutales que he visto nunca en directo, una explosiva descarga de adrenalina y excitación, en la que las canciones de su debut sonaban como los éxitos que siempre fueron, por ejemplo, ese "Auf Achse" que comenzaba como una canción de Brian Eno (Kapranos ha reconocido que su "Here Come The Warm Jets" es uno de los discos que más le ha influido), con sintetizadores fantasmales, antes de que comenzara el 'groove' y poco a poco se vaya apoderando de la canción, hasta llegar a uno de esos estribillos que sonaban tan liberadores.
"The Dark Of The Matinee" era, como mínimo, tan buena como "Take Me Out", explorando cosas como el aburrimiento, la inquietud, la aventura, el aislamiento o el deseo de algo nuevo o diferente. Sonaba en sí misma nueva y diferente, y sus cambios de tempo llevaban al éxtasis de otro de esos estribillos tan redondos y perfectos. Cuando en "Darts Of Pleasure" sonaba ese ridículo "Soy súper fantástico. Bebo champán con salmón ahumado" en alemán no había una sola persona quieta en la sala, el frenético estribillo de "Michael" se coreaba como si fuera un clásico con 20 años a sus espaldas y al final cuando cantaban que iban a quemar la ciudad con "This Fire" no solo te lo creías sino que pensabas que aquello ya estaba en llamas (algo, por otro lado, totalmente posible si piensas que era agosto en Madrid y llevábamos más de una hora sin parar de movernos).
Desde entonces les he visto unas cuantas veces más en directo, y siempre cumplen, puede que sus discos ya no puedan competir con aquel debut pero ellos siguen dándolo todo encima de un escenario, algo que les ha hecho una de las bandas más habituales en los festivales veraniegos. Eso sí, su aclamado primer disco sigue siendo la espina dorsal de su repertorio. El año pasado en el Mad Cool, casi 20 años después de su aparición, siguió siendo al que más recurrían, con 5 canciones, el siguiente por cierto fue "You Could Have It So Much Better". Por lo menos Kapranos y compañía son tan conscientes como el resto de que este increíble disco sigue siendo el culmen de su carrera, una especie de maldición y privilegio.
Y es que este “Franz Ferdinand” era un álbum con tanto ingenio y peligro, tan irrefrenablemente brillante que no solo puso a bailar a todas las chicas (y chicos) del planeta pop sino que también parecía evidente que, a partir de aquí no había irremediablemente otro sitio al que ir que cuesta abajo…
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