Frunce el ceño cuando le digo que se le puede calificar como el Woody Allen francés. El motivo de la afirmación es la regularidad anual con la que François Ozon estrena nueva película, igual que sucede con el director neoyorquino desde hace varias décadas. Ozon define a Allen como “un gran cineasta” al que admira “enormemente”. Sin embargo, la reacción a mi comparación, hecha sin doble intención, implica que esta no había sido la más acertada, especialmente porque minutos antes yo había sacado a colación la polémica de abusos en torno a Allen y el hecho de que la nueva cinta del autor de "Annie Hall" fuera una producción francesa que, además, el festival de Cannes no ha querido proyectar en su próxima edición (que tendrá lugar este mes). “Dificil para mí hablar de ello”, había respondido.
"Me parece interesante poder reír de temas muy graves"
Sí habla de acoso sexual en su nueva película, "Mi crimen", que inauguró el reciente BCN Film Festival -marco de la entrevista- y que se estrena ahora. De hecho, el intento de violación de una joven actriz es el punto de partida de esta comedia interpretada por Nadia Terszkiewicz y Rebecca Marder sobre dos jóvenes amigas en el París de 1934. Perdón, ¿he utilizado en la misma frase 'comedia' e 'intento de violación'? ¿Es posible hacer una comedia con eso?
“La distancia temporal permite utilizar la comedia”, opina el director. “Si la acción de la película pasara en la actualidad estaría obligado a hacer una película dramática. El film Tár, que no es exactamente lo mismo, pero habla del abuso de poder, es un film dramático. Me parece interesante poder reír de temas muy graves. Eso permite hacer pasar mejor el mensaje, reflexionar y tomar distancia. El Me Too pasó hace ya unos años, hemos entendido las cosas, la gente evoluciona, la sociedad se transforma y el medio del cine ha comprendido mucho sobre los abusos. Creo que ya podemos abordar el tema riendo”, concluye.
Ozon es un director habituado a temas graves. Sus últimos films han abordado cuestiones como la eutanasia ("Todo ha ido bien"), los abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes ("Gracias a Dios") o la prostitución juvenil ("Joven y bonita"). Regresar a la comedia era para él “una necesidad de volver a la ligereza después de argumentos más dramáticos” y precisa: “Mi crimen llegó después del confinamiento y de la pandemía y sentí, como espectador, pero también como realizador, las ganas de ir a por algo que produjera placer”. Ozon conecta, desde una reflexión a posteriori, "Mi crimen" con sus otras dos comedias: "8 mujeres", que hablaría de la crisis del patriarcado, "Potiche", que lo haría del advenimiento del matriarcado, hasta llegar al triunfo de la sororidad con "Mi crimen". (Esta relación la expuso en la rueda de prensa del film en el BCN Film Festival).
Así, en su filmografía abundan, como sucede en "Mi crimen", los personajes femeninos: “Son más interesantes porque las mujeres son más victimas en la vida. Hay más interés en seguir personajes en lucha, que intentan encontrar su lugar. Aquí son dos jóvenes en los años treinta, en una sociedad patriarcal en la que las mujeres no son muy felices”, revela.
"Mi crimen" se basa en una obra de teatro de 1934 de dos autores franceses, que él ha modificado ampliamente: “La obra está completamente olvidada. Di con ella porque me di cuenta que había sido adaptada en los años 30 en los Estados Unidos en un film llamado "True Confession". Mírela, es mediocre -me advierte-, pero es divertido ver qué hicieron los americanos con una pieza francesa. La obra se adecuaba al contexto misógino de la época. Yo la he hecho más femenina y feminista, he transformado personajes y he cortado cosas. He hecho lo que he querido, pero he mantenido la idea de la falsa culpable. Era lo que me interesaba”, afirma en alusión al hecho de que una de las protagonistas confiesa haber cometido un crimen del que, en realidad, es inocente.
Una sutil muestra feminista del film es la mención a Alice Guy, pionera del cine francés cuya figura se ha reivindicado en los últimos años: “Era un nombre que se conocía, pero no demasiado. Hace unos años se estrenó en Francia un documental y se supo de su importancia en la historia del cine. Hay que hacer un trabajo de recuperacion histórica del trabajo de mujeres artistas. Estamos en una sociedad patriarcal y es importante volver a poner luz sobre ellas”, reclama. Y añade: “Pero toda esa gente del cine mudo tuvo destinos trágicos, incluido Méliès. No todos los que inventaron tantas cosas en el mudo lograron hacer la transición al sonoro, como… Odettte Chaumette”. Ozon se refiere, de manera divertida, al personaje de ficción (inspirado en Sarah Bernhardt) que en el film interpreta Isabelle Huppert, actriz asociada siempre a personajes oscuros e incómodos ("Elle", "La pianista"), pero a quien él siempre recurre para comedias -primero, "8 mujeres", y, ahora, "Mi crimen"-: “No le gusta que la elija solo en comedias. Le gustaría hacer un drama conmigo. Ella me hace reír y es tan buena haciendo drama que no quiero que haga lo mismo”, confiesa.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.