En 2012 a Fiona Apple se la conocía más por sus excentricidades que por su música, su discurso en la MTV, sus conciertos cancelados, el momento en el que paró una actuación sin poder contener el llanto, el título de su segundo LP que tenía más de cien palabras o todos los retrasos que sufrió su excelente tercer trabajo, “Extraordinary Machine”. El tipo de cosas que si le hubieran pasado a un hombre le hubieran convertido en un genio maldito pero que a ella le valieron el calificativo de "loca".
Pero ese año, tras nuevos retrasos, y siete años de distancia con su anterior trabajo, Apple publicó esa maravilla llamada “The Idler Wheel Is Wiser Than the Driver of the Screw and Whipping Cords Will Serve You More Than Ropes Will Ever Do”, un título kilométrico que dejaba claro que las críticas la importaban un comino, pero, de repente, le empezaron a llover los elogios por todas partes, cambiando totalmente la perspectiva que se tenía de su carrera.
"¿Cómo puedo pedirle a alguien que me ame, cuando todo lo que hago es rogar que me dejen en paz?"
Y es que esa carrera, a pesar de trágicamente escasa en discos, era una maravilla que debía colocarla a la altura de los grandes cantautores/as de todos los tiempos, sí ahí junto a Joni Mitchell y Carole King, pero también Bob Dylan y Leonard Cohen. Sobre todo si le añadimos esta maravillos y el disco que vino a continuación (es un decir, fueron otros ocho años de espera) “Fetch The Bolt Cutters”.
Escapando de la sombra de Jon Brion
Pero volvamos a “The Idler Wheel...” (a partir de ahora lo dejaremos así, para evitar que este artículo sea infinito). “Extraordinary Machine” había sufrido innumerables retrasos desde que comenzó a grabarlo en 2002 y, al final, una parte de sus fans comenzaron una campaña contra su compañía para que sacara el disco, dando nuevamente la impresión de que Apple no controlaba su carrera. Igual que cuando el disco salió definitivamente en 2005 muchos pensaron que no era la versión buena sino que esa era la que tenía a Jon Brion como principal arreglista y productor, algo que la propia Apple negó. Y eso nos lleva a otra cosa que han tenido que sufrir las mujeres en la música, ver como se engrandecía a sus colaboradores masculinos, como en este caso Brion, haciendo de menos su trabajo.
El caso es que esta vez Apple apostó por la discreción y no le dijo a nadie, incluida su discográfica, que estaba grabando un disco, las sesiones debieron empezar entre finales de 2008 y principios de 2009 y esta vez Apple decidió producir ella misma junto a su batería en directo, Charley Drayton. El disco estuvo terminado para 2011 pero su sello estaba en medio de un reestructuración y Apple decidió esperar a que las aguas estuvieran más tranquilas, finalmente a principios de 2012 Epic se enteró de que Fiona Apple tenía un disco terminado y listo para publicarse. Al final el disco se publicó el 19 de junio de 2012, un día antes, Apple apareció en el programa de televisión "Late Night with Jimmy Fallon", su primera aparición en es medio desde 2006. En el programa cantó “Anything We Want” y celebró el 70 cumpleaños de Paul McCartney cantando “Let Me Roll It” con The Roots.
El disco más libre
Era el disco más libre y espartano de Fiona hasta la fecha, con el piano y la percusión como elementos principales, además de la expresiva voz de la cantante, pero no por ello era menos sincero o desgarrador. “The Idler Wheel...” está lleno de atmósferas descarnadas que ponen de manifiesto su enorme talento vocal. Es evidente que es un disco que fue cocinado a fuego lento, dejando claro que Fiona Apple solo se pone a componer, y a grabar, cuando tiene algo importante que decir. La protagonista susurra, grita, aúlla y, en ocasiones, gruñe sus cuidadas letras, sin que le importe demasiado si suenan bien o son coreables, lo suyo es pura honestidad brutal y emocional. Un recorrido por varios desastres amorosos que, sin embargo, termina con un punto de esperanza.
A pesar de que en el sencillo de presentación. "Every Single Night", aparecía con un pulpo en la cabeza, Apple dejaba claro que sus demonios y anomalías eran como las de cualquier ser humano. "Estas ideas mías se filtran en la mente, se deslizan por mi espina dorsal, calientan mi vientre y se inflaman". Puede que no sea una canción tan directa como "Criminal", "O’Sailor" o "Paper Bag", pero eso no quita para que esté llena de aciertos y contenga la melodía más directa del disco, llena de recovecos, eso sí, con una producción despojada al máximo que se le ajusta como un guante, con marimba y celeste incluidos. Suena a canción infantil con algo pesadillesco.
Le sigue "Daredevil", un monólogo apasionado con una percusión tensa y punzante y notas de piano angulares sobre las que Apple canta y chilla por igual. "Valentine" comienza como una balada de piano de bar de toda la vida, piensen en el primer Tom Waits, pero luego cambia de marcha hacia acordes apasionados con exclamaciones estrepitosas; creando un contraste desconcertante pero maravilloso.
"Jonathan" fue de las que más dio que hablar al tratar sobre la ex pareja de Fiona, el escritor Jonathan Ames, pero Apple volvía a ser sutil y no daba carnaza para tabloides, con un tema muy interesante en lo musical, con notas de piano ondulantes y discordantes, además de amenazadores efectos de percusión que creaban una inquietante canción en la que Apple parecía encontrarse al borde de un ataque de nervios. Ese sentimiento se apodera todavía más de "Left Alone", una canción donde suena una frase definitiva para definir a Fiona Apple, como persona y como música, "¿cómo puedo pedirle a alguien que me ame, cuando todo lo que hago es rogar que me dejen en paz?". Vocalmente es otra maravilla en la que Apple pasa de cantante de jazz de club nocturno a puro fervor emocional.
Hombres lobo y lunas llenas
También destaca la estupenda, y melancólica, "Werewolf" con varias de sus mejores frases sobre sus relaciones, en las que comparte culpa: "Podría compararte con un hombre lobo, por la forma en que me dejaste por muerta, pero admito que te proporcioné la luna llena. Y podría compararte con un tiburón, por la forma en que me arrancaste la cabeza, pero, nuevamente, yo estaba girando con una herida llena de sangre". En "Periphery" su piano vuelve a estar al borde de la 19ª crisis nerviosa.
"Regret" es una de las canciones más oscuras del disco, un piano casi atonal y una Apple cuya voz pasa del susurro frágil a rugidos penetrantes y desgarradores con los que se dirige sin cuartel a una pareja: "plumas de paloma blanca para absorber la orina caliente que sale de tu boca cada vez que te diriges a mí". Pero luego llega el glorioso final con "Anything We Want" y "Hot Knife", dos canciones compuestas sobre unas extrañas percusiones que ponen un punto final con una nota inesperadamente optimista y de redención. Las dos componen un cierre enorme, la primera utiliza unos acordes cálidos y acogedores, con una percusión caribeña, sobre los que Apple se acepta finalmente. La segunda es, sencillamente, una de las mejores canciones de su carrera, con una melodía que parece surgida de una percusión primitiva, como si fuera el ritual de apareamiento de una tribu aún por descubrir, con la hermana de Apple, Maude Maggart, aportando unas increíbles armonías para una Fiona que se dobla la voz demostrando su gran clase como cantante, es una canción sensual y ardiente a partes iguales en la que compara a su amante y a ella con mantequilla y un cuchillo caliente.
Corriendo por esa colina
Su sensibilidad y su desarmante sinceridad seguían presentes en este disco que fue como la destilación perfecta de la esencia de su música, su voz y su piano, junto a esas percusiones experimentales (tanto ella como Drayton están acreditados por tocar los muslos) con un punto jazz. Fue un disco fundamental en su carrera y demostró que había valido los siete años de espera, no era el más fácil, ni el más pegadizo, pero fue con el que cortó todas las ataduras y voló más libre.
Supongo que en 2049 una serie de ciencia ficción adolescente hará que una de las canciones de este disco salve la vida de uno de sus personajes y mandará al número uno de las listas a una artista a la que le dijeron que sus zapatos no estaban hechos para subir corriendo por esa colina pero que, aun así, lo hicieron. Y es que las canciones de Apple son perfectas para eso, para salvar vidas, porque para eso están hechas (aunque sea para hacerlo con la suya propia).
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