Estudios de grabación: donde se cocina la música (1)
Especiales

Estudios de grabación: donde se cocina la música (1)

José Carlos Peña — 07-04-2016
Fotografía — Archivo

Desde 2005 / Guimarei (Lugo) / 92 metros cuadrados (sala principal de 54 metros cuadrados)

Discos de referencia: “Tu hoguera está ardiendo” (Klaus & Kinski), “Shy Little Jane Presents: So Lost in This Bleak Winter” (Jane Joyd), “The Tambourine Man” (Xabier Díaz & Adufeiras de Salitre)

www.abrigueiro.com
panoramica-control-AJane Joyd), “The Tambourine Man” (Xabier Díaz & Adufeiras de Salitre)

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El músico y técnico Arturo Vaquero (Humanoid, Dar Ful Ful) decidió montar su estudio en un lugar alejado del mundanal ruido, inspirándose en los estudios Real World de Peter Gabriel (localizados en un imponente viejo molino de la campiña británica).

El emplazamiento elegido fue Guimarei, a cinco kilómetros de Friol, en el enclave idílico de la montaña lucense. No es casual que el estudio ofrezca alojamiento gratuito en una casa rural. Los que han pasado por Abrigueiro destacan la magia del lugar como uno de sus puntos fuertes. En cuanto al equipo, además de el propio, en Abrigueiro se comprometen a conseguir lo que el músico necesite, con empresas de alquiler españolas y europeas. Por Abrigueiro han pasado y pasan desde bandas de indie hasta grupos de folk, power-pop o de rock duro.

Una sala principal de casi 60 metros y un control con frontal de piedra natural son los elementos más distintivos de un espacio de trabajo que ofrece servicios de grabación, mezcla, post-producción, mastering, con el añadido de la digitalización de material analógico y sonorización de directo. El entusiasmo por la música de Arturo, pone el resto.

“Nuestra filosofía -nos dice Arturo- es el trabajo bien hecho, nos esforzamos al 300% para que el cliente quede satisfecho. No estamos en esto por el dinero, pero es cierto que un trabajo bien hecho te da otro”.

El principal reto al que se enfrenta su estudio es competir con las grabaciones caseras: “Hoy la tecnología permite que cualquiera se grabe en casa. Se saca más música que nunca, pero con un nivel sonoro bajísimo. Nos llegan cosas para masterizar que no hay por dónde coger. Se graban discos como rosquillas, y el consumidor está muy sordo, porque si sólo escuchas música muy comprimida en el móvil, esencialmente da igual cómo se grabe. En realidad no hablamos de tanto dinero. Por poner un símil, cuando yo me hago una buena foto, prefiero que se haga en las mejores condiciones, aunque tenga que pagar un poco. Un disco es para toda la vida. Soy optimista, pero me hace gracia a dónde va todo esto”.

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