Especial LCD Soundsystem: el toque de James Murphy
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Especial LCD Soundsystem: el toque de James Murphy

Sergio Ariza — 01-02-2025
Fotografía — Carátula del disco

Cuando el 24 de enero de 2005 apareció en las tiendas el primer disco de LCD Soundsystem, James Murphy, el hombre que estaba detrás de todo ello estaba a pocas semanas de cumplir treinta y cinco años, una edad bastante talludita para un debut.

Pero es que Murphy no era un debutante y para esa época ya estaba un poco de vuelta de todo. De hecho ya había grabado varios discos con diversas bandas, desde el rock gótico de "A Christening" de Falling Man, editado en 1988, cuando tenía dieciocho años, a los trabajos más alternativos del "Cosmovalidator" de Pony, editado en 1994.

Desde Falling Man hasta el debut de LCD Soundsystem le habían pasado muchas cosas, incluido un tiempo trabajando en una tienda de discos, de ingeniero de sonido, DJ e incluso la creación de su propio sello discográfico, DFA (Death From Above) Records, junto a Jonathan Galkin y el británico Tim Goldsworthy. También había dado su pequeño bocado a los quince minutos de fama de Warhol, primero como el DJ más 'cool' de Manhattan y luego como productor de la canción que impulsó el revival del dance punk a comienzos de siglo XXI con "House Of Jealous Lovers" de The Rapture.

Pero Murphy no estaba contento detrás de la mesa y quería volver a ponerse delante del micrófono para cantar sus propias canciones y volver a dejar claro su exquisito gusto musical. Puede que el hecho de tener diez o doce años más que los chavales con los que se codeaba le diera cierto síndrome de impostor, o puede que Murphy sea simplemente el mejor heredero líricamente de Randy Newman, o lo que es lo mismo el tipo más mordaz, irónico e inteligente posible, pero en vez de haber crecido con el blues, el Tin Pan Alley, la música de Nueva Orleans o el country, lo había hecho con The Fall, Gil Scott-Heron y Joy Division.

Una cinta recopilatoria

En este debut, llamado simplemente “LCD Soundsystem”, se incluían dos discos, uno que era realmente su disco de debut, el primero, y otro, el segundo, en el que se recogían sus primeros sencillos y varias canciones que habían tocado en sus potentes directos. Es un disco urgente que casi no tiene nada que ver con su ambicioso y emocionalmente rico trabajo posterior y que suena como si fuera una de esas cintas recopilatorias -sí, antes de las “playlists” nos grabábamos cintas de cassette- de las que las mejores eran esas que te grababa ese chico o chica que tenía más discos que nadie y que te quería descubrir muchas cosas al mismo tiempo, una que comenzaba con un temazo synth pop, y seguía con uno post-punk, otro dance punk, una de los temas oscuros de Peech Boys (no confundir con los Beach Boys, somos 'hipsters', estamos hablando de Larry Levan), una krautrock, un instrumental dub o un tema escondido de The Beatles.

Increíblemente, Murphy conseguía cohesionar todo ese material para que pareciera tocado siempre por la misma banda, una en la que se mezclaban Killing Joke ("Losing My Edge") y Eno (“Great Release”), Can ("On Repeat") y The Fall ("Movement"), Daft Punk ("Daft Punk Is Playing at My House") y The Beatles ("Never as Tired as When I'm Waking Up"), Gang Of Four ("Give It Up") y The Stooges ("Tired"). Solo en "Yeah" Murphy trata de resumir en nueve minutos la historia completa de la música electrónica, empezando con Kraftwerk, terminando en Daft Punk y pasando por el acid house e Ibiza. Es compleja, absorbente e hipnótica y puede que, por eso, no sea una gran idea seguirla por una versión instrumental de más de once minutos titulada, apropiadamente, "Yeah (mix pretencioso)".

Perdiendo mi toque

Pero, a pesar de sus incoherencias, este debut sigue siendo una perfecta carta de presentación del grupo, con algunas de las mejores canciones de su historia, empezando con la que Murphy dio a conocer este nuevo proyecto en el verano de 2002, "Losing My Edge". La canción es el mejor reflejo del estado de la música a comienzos del siglo XXI, cuando la aparición de Internet había hecho que, de repente, toda la música posible, desde la más oscura y difícil de encontrar hasta la descatalogada estuviera a disposición de todo el mundo con solo un clic (“Estoy perdiendo mi toque frente a los buscadores de Internet que pueden decirme todos los miembros de todos los grupos buenos desde 1962 hasta 1978”). Supongo que para la generación digital es difícil de comprender pero, antes de la aparición de Internet, los fanáticos de la música únicamente teníamos acceso a ella a través de la radio, las tiendas de música y amigos o conocidos que compartieran nuestra pasión de los que podernos grabar discos. "Losing My Edge" es la autoparodia de uno de esos fanáticos, uno que tiene una colección increíble, que ha conseguido discos muy preciados gracias a trabajar en una tienda de discos, alguien que ha visto surgir varias corrientes musicales y las ha seguido antes de que explotaran comercialmente y ve como una nueva generación lo consigue todo en unas pocas horas, pero que al mismo tiempo les recuerda a todos que él estuvo ahí y lo vivió.

(Auto)retrato de un ‘hipster’

Es, a la vez, el más divertido y cínico (auto)retrato de lo que es un 'hipster' musical hecho por uno que lo es, alguien que fue 'cool' durante quince minutos y ve como deja de serlo por gente más joven y más guapa. Es el himno generacional de esa gente que te dice "Yo ya los conocía antes de que se hicieran famosos". Sobre un riff medio prestado de Killing Joke, Murphy construye una canción que sirve también de manifiesto musical, de esa mezcla de guitarras y sintetizadores, de instrumentos analógicos y digitales, de punk y música disco, sobre los que construirá su carrera. Además de un repaso exhaustivo a sus fuentes de inspiración ("¿Pero has visto mi colección de discos? This Heat, Pere Ubu, Outsiders, Nation Of Ulysses, Mars, The Trojans, The Black Dice, Todd Terry, the Germs, Section 25, Althea And Donna, Sexual Harrassment, a-ha, Pere Ubu, Dorothy Ashby, PIL, the Fania All-Stars, The Bar-Kays, The Human League, The Normal, Lou Reed, Scott Walker, Monks, Niagra, Joy Division, Lower 48, The Association, Sun Ra, Scientists, Royal Trux, 10cc, Eric B. & Rakim, Index, Basic Channel, Soulsonic Force ("just hit me"!), Juan Atkins, David Axelrod, Electric Prunes, Gil! Scott! Heron!, The Slits, Faust, Mantronix, Pharaoh Sanders y The Fire Engines, The Swans, Soft Cell, The Sonics, The Sonics, The Sonics, The Sonics").

Daft Punk están tocando en mi casa

También aparece aquí "Daft Punk Is Playing In My House", en la que volvía a sacar pecho sobre algo que ya había comentado en la anterior canción: "Fui el primero en poner a Daft Punk para los chicos del rock. Los puse en el CBGB. Todos pensaban que estaba loco". Ahora invita a los robots franceses a una fiesta clandestina y les añade un riff que podría haber salido de The Fall. El resultado es la mejor representación posible de la música de esta banda, en la que no se sabe si es una banda rock haciendo música de baile, o un DJ jugando a ser una banda post-punk.

"Tribulation" es un 'synth pop' que desborda energía gracias a una línea de sintetizador pulsante y una melodía que invita al baile, cuando a mitad de la canción entra la guitarra es imposible no acordarse de New Order, otra banda metida en esa encrucijada entre el post-punk y la música de baile. Mientras que "Never as Tired as When I'm Waking Up" utiliza la misma secuencia de acordes del "Dear Prudence" (y parte de su melodía también) de The Beatles, para demostrar que detrás de cada 'hipster' con tendencia al oscurantismo también late un fanático de los de Liverpool.

El infiltrado Disco

“Movement” es su mayor homenaje a Mark E. Smith y The Fall (incluso haciendo un guiño a "Telephone Thing"), y en ella vuelca todo su desprecio por ese movimiento de ‘Nuevo rock’ que se inventó la prensa a comienzos de siglo XXI. Por su parte "Disco Infiltrator" es un nombre perfecto para el propio James Murphy, otra epopeya de dance punk perfecta para la pista.

Puede que este debut estuviera todavía demasiado en deuda con los héroes de Murphy, pero sólo los tipos con verdadero talento pueden rendir tributo sin parecer unos farsantes. Murphy dejaba claro su talento, demostrando que además de jugar un papel importante a la hora de devolver a sus ídolos musicales a la conciencia popular, podía jugar en su misma liga.

 

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