Entrevista con Ernesto Castro, autor de “El Trap. Filosofía millennial para la crisis en España”
EspecialesErnesto Castro

Entrevista con Ernesto Castro, autor de “El Trap. Filosofía millennial para la crisis en España”

Carlos Martínez — 16-10-2019

No se sabe qué tiene el trap, pero, como apuntan los propios traperos, bebe mucho de lo espiritual. Quizá sea por ello que el pensador Ernesto Castro ha decidido dar un paso adelante y lo ha descuartizado intelectual y filosóficamente en “El Trap. Filosofía millennial para la crisis en España” (Errata Naturae, 19).

Después de escribir este beef en forma de libro a todo el trap nacional, ¿te ha caído alguno de vuelta?
Le mandamos a varios traperos algún ejemplar. Algunos han dado acuse de recibo, como Boyanka Kostova o C. Tangana. El que mejor está haciendo su papel en las redes es Yung Beef, quien, cuando voy anunciando cosas en las redes sobre el libro, está en Twitter troleando tipo: “te pareces a C Tangana”, “Ya me jodería que Víctor Lenore y sus coleguitas se hicieran pajas con tu portada de color pastel”… El papel de Yung Beef es estar a la contra de este tipo de libros. ¿Acaso escribir un libro sobre el trap no es eliminar aquello que tiene de místico? La respuesta es sí. Por lo tanto, su papel es revolverse contra mí, ya que esta escena es ajena al mundo de la filosofía.

¿Entonces, por qué intelectualizar el trap y filosofar al respecto?
Entiendo la filosofía como una visión de segundo término a partir de materiales ya dados. Por ello el libro es una reflexión de un tipo que no ha ido nunca a un concierto de música urbana y que se vanagloria de ello porque su pretensión es hacer una reflexión de segundo orden sobre mitologemas que atraviesan el trap por la vía social, política, estética… en eso consiste el libro.

¿Por qué crees que el trap tiene tanto carisma?
Hay varias razones. Un análisis musical: su naturaleza musical tiene que ver con los estados depresivos de nuestro tiempo. Un análisis más sociológico: en un país con un paro tan alto como cuando surge este fenómeno, es inevitable que la gente joven se sienta atraída por este lumpen que muestra una visión hedonista que nos evade de la realidad, pero que nos la muestra tal como es. Y la perspectiva filosófica: es interesante porque plantea un montón de cuestiones generacionales, siendo estas algo puramente filosófico. El libro, más allá del trap, es una radiografía de mi tiempo y mi generación a través de la música. Pero podría haberse hecho también a través de youtubers. Es más, el trap es un género de youtubers.

¿Tú crees que el trap lleva realmente aparejado todo esto que dices? ¿No es algo más carnal, más volátil?
Independientemente de cuál sea la motivación o el origen del que provenga esta música, tiene unos componentes racionales que es lo que se analiza en el libro. Desde luego, coincido que el trap desde el punto de vista de los traperos es algo espiritual, que no se puede definir.

Los traperos dicen que no se puede definir, pero inténtalo en pocas palabras.
Hay un poema de Fray Luis de León que dice: “El aire se serena/ y viste de hermosura y luz no usara/ salinas cuando suena/ la música extremada/ por vuestra sabia mano gobernada”.

¿Y sin poemas de por medio?
El trap es aquello de lo que no se puede hablar y es mejor no callarse.

Pues le has dedicado más de cuatrocientas páginas en un libro. En este, dices que comienza en 2013 y finaliza en 2017. ¿Qué hay después del trap?
Acuño la categoría de post-trap a la música que viene de la experimentación desde el trap. En sus inicios, el trap era un género muy simple y con unos elementos mínimos, más actitud que sonido, y tres o cuatro años después, requirió de viejas melodías del pop, del R&B. Hemos asistido a una nostalgia millennial de Britney Spears, la saga Pokemon, las videoconsolas… Abreviando: el futuro es inevitablemente el pasado.

"Es el espíritu situacionista de cargarse el sistema desde dentro, que con la aparición de las redes sociales se ha convertido en un espíritu troll: no queda muy claro qué es lo genuino y qué lo paródico"

Si hubiera que definir al trap con una palabra, sería contradicción. Lo que cantan no es lo que piensan.
Es el espíritu situacionista de cargarse el sistema desde dentro, que con la aparición de las redes sociales se ha convertido en un espíritu troll: no queda muy claro qué es lo genuino y qué lo paródico.

En este punto surge un nombre y un movimiento: La Zowi y el feminismo. Ella a sí misma se tilda de puta, se viste y baila de manera muy erótica, hasta tal punto que la palabra puta pierde todas sus connotaciones negativas.
Exacto. En castellano la palabra puta tiene un componente exclamativo: “Me lo paso de puta madre”, por ejemplo. Pero al mismo tiempo, es el mayor de los insultos. La Zowi restablece ese poder exclamativo dinamitando el lenguaje y abriendo todo el espectro de metáforas. Contra la idea del lenguaje políticamente correcto, restablece esa amplitud semántica de manera natural. Otro ejemplo que pongo en el libro es “Cómeme el donut”. En el trap, las palabras se desvinculan de su significado cotidiano y buscan sorprender.

¿A dónde se dirigen? Juegan con el lenguaje, con las palabras, con la política… Han venido a desmontar todo.
El mundo que vivimos es muy lúdico, incluso ludópata, que se sostiene en valores muy irracionales. El trap participa de este juego.

Al final, son todos seriedad y meme al mismo tiempo.
A día de hoy yo creo que resulta difícil ser serio sin haber pasado por la vertiente memética. De hecho, la filosofía comienza con la comedia, con la ironía, el humor.

Una ironía que incluyes tú también en el libro: el trap sería Podemos y el pop el PSOE.
Eso lo hago en el capítulo dedicado al nuevo indie. Ahí hablo de que Podemos criticó a Izquierda Unida por ser un partido minoritario que apoyaba a gobiernos de coalición con el PSOE; justo en lo que Podemos se está convirtiendo a día de hoy. Esto ha ocurrido también paralelamente entre el pop y el trap. Y habría que meter una teoría que no he incluido en el libro: la cuestión de la hegemonía cultural. Íñigo Errejón, que ha teorizado mucho al respecto, dice que hay que combatir a la hegemonía con sus propias armas. Es decir: los triunfos y derrotas de Podemos se han debido a la podemización del espectro político. Lo mismo sucede con el trap: no llega a ser pop, pero sí ha trapizado la música. Cuando uno escucha a Rihanna, no tiene nada que ver con lo que hacía en su canción “Umbrella”. Lo que ha empezado a hacer a partir de 2014, es una música que bebe mucho del trap, del reguetón… En el presente la música latina tiene mucha fuerza a nivel internacional.

¿Quién sería el Errejón del trap? ¿Quizá Cecilio G?
Efectivamente. Se parece por esto que dijo en La Resistencia: “No sé qué sucede, pero siempre que paso más de un año en un sitio, termino reventándolo”. El paralelismo está muy bien visto. Tienen mucha importancia en la fundación de sus campos, pero siempre son vistos como una figura heterodoxa o que no termina de encajar.

"Me parece ridículo intentar hacer la música grande, de tacharse de artista en vez de un simple artesano o camello, que es como se considera Yung Beef"

Es curioso que trap y política encajen tan bien, cuando los tachas de impolíticos.
Los recalifico desde una crítica de izquierdas que viene a decir que en el trap únicamente hay hedonismo, expresión de la decadencia cultural de la clase media… Yo creo que esto es al revés: que la decadente clase media se apropia del trap y lo convierte en decadencia con figuras como Don Patricio o Nathy Peluso. Me parece ridículo intentar hacer la música grande, de tacharse de artista en vez de un simple artesano o camello, que es como se considera Yung Beef. Esa pretensión me parece ridícula.

¿No crees que esta crítica, se podría lanzar hacia ti con la publicación de este libro?
La filosofía se ha considerado siempre un arte menor. Así que no. Este libro, aunque tenga un éxito rotundo, está escrito desde lo marginal. Los propios críticos de trap me consideran un heterodoxo. Yo no escribo desde la pretensión de hacer el trap grande.

¿Al entrar en el juego, no formas parte de él?
Sí, formo parte del juego. Pero juego a chica. Y ya se sabe, jugador de chica, perdedor de mus.

¿Por qué achacas la decadencia a músicos como Don Patricio O Peluso?
Muestran esa decadencia en el momento en el que Don Patricio dice que el último libro que ha leído es de autoayuda de Risto Mejide y que su referente cultural es Buenafuente. Eso nunca lo diría Yung Beef, porque, viniendo de la clase baja, es consciente de la intelectualidad y la filosofía. La clase media desprecia el conocimiento y la intelectualidad. Esto es curioso; en Yung Beef, aunque con un léxico muy limitado, ves un trasfondo intelectual, filosófico; mientras que en Nathy Peluso, te encuentras lo contrario: toda su pretenciosidad filosófica acojonante, se queda en una movida de autoayuda a ras del suelo.

¿Va a suponer esto la muerte del trap?
La periodista especializada en trap Blanca Martínez Gómez dice que no va a morir por el cansancio de los periodistas o la mistificación, sino por la experimentación. Insisto, nada está vacío. Todo está atravesado por dioses e ideas. La música de Peluso no está más vacía o más llena que la de Yung Beef. A partir de 2017-2018 no asistimos a la muerte de definición del trap, sino la muerte de su esencia: se da un panorama en el que no queda muy claro qué es dancehall, salsa, reguetón… Estamos a la espera de que surja un cierto barbarismo de músicas puras. El trap, por contraposición a un panorama rapero amplio, se define como un género que solo va a hablar de drogas, con un estilo y unos ritmos muy particulares. Frente al rap que tiene aspiración de multiplicidad, aparece el trap, que es más acotado.

Está bien que termines la entrevista con la primera pregunta: ¿Qué es el trap?
(Risas) Me has conseguido llevar al huerto.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.