¿En qué momento os conocéis?
(Ana) Cuando yo estaba trabajando en Mushroom Pillow. Luego pasé a Artica, la agencia de management vinculada al sello, y ficharon a Antonio.
(Antonio) Recuerdo que te viniste con la banda a un concierto en Mallorca, frente al puerto, y uno de los músicos te pidió que fueras a por drogas, a lo que le respondiste: “Yo no soy vuestra niñera”. Así que yo después de eso le dije a Keina que, como no necesitábamos niñera, ese gasto nos lo podíamos ahorrar. (Risas)
Supongo entonces que ese fue tu último viaje con Sr. Chinarro.
(Ana) En realidad no siempre viajaba con los grupos. Había ido en aquella ocasión porque aquel promotor...
(Antonio) ...necesitaba ayuda extra.
(Ana) A mí me daba pena, porque era un tío al que realmente le gustaba la música, y a mí me tenía mucho cariño, pero tenía fama de no pagar. Aunque a nosotros nunca nos dejó de pagar, pero creo que precisamente fui a aquel viaje un poco en condición de cobrador. Tenía muy mala fama, pero ha sido uno de los pocos promotores que yo he conocido que tenía verdadera pasión por la música.
(Antonio) Era también de los primeros conciertos de Chinarro en Ártica, así que supongo que también te enviaban para ver de qué pie cojeábamos.
Ana: “No creo que nadie en España hubiera podido dar el brillo a las canciones que les dio Bart Davenport”
¿La fama te precedía...?
(Antonio) Noooo. Yo ya era viejo por entonces, ya iba de vuelta. Después nos perdimos un poco la pista, tú dejaste Ártica. De hecho por allí ha pasado muchísima gente, salvo Marcos y Keina siempre están cambiando, lo que debe ser señal de algo. No sé muy bien de qué, pero de algo es señal. El caso es que pasado un tiempo salió tu proyecto musical que, por cierto, ¿cuándo vas a volver a sacar algo?
(Ana) Estoy ahora intentando publicar un single, pero entre que estoy embarazada y que dependo de mi hermana que está muy liada... No sé muy bien si lo sacaré estando así, habiendo ya expulsado o qué. Sin prisa. Estamos en pleno proceso de producción: nosotras hacemos siempre un “Postal Service” entre Madrid y Barcelona, donde está cada una.
(Antonio) Lo importante es tener las canciones, lo demás...
(Ana) Sí, está claro, pero es complicado cuando haces música con programaciones. Yo no he trabajado con muchos productores, pero sí que alguna vez me ha pasado el trabajar con alguien que le ha dado una vuelta que no te gusta. Hay personas que me dicen que lo que debo de hacer es dar rienda suelta al productor, pero yo no soy de ese tipo de músicos que tienen la materia prima y se la mandan al productor para que le de una vuelta. En mi caso tengo muy clara la estructura, los arreglos,... todo lo llevo en mi cabeza.
(Antonio) Eso fue lo que me dijo a mí Jota: “Luque, tienes que volver a hacerlo todo tú, que tú también puedes hacerlo bien a tu aire”.
(Ana) Pero igual tú no tienes tiempo de hacerte un curso de Protools
(Antonio) Sí, eso es lo que me pasa, que me da una pereza... De hecho ahora no tengo ni ordenador. Y puedo hacer maquetas con el ipad, pero de tanto usarlo los niños ya ni funciona bien la entrada del mini-jack. Le pregunto a Jaime Beltrán, el guitarra de Pájaro Jack que toca en el disco: “¿Y qué necesitaría yo para hacer las maquetas un poco mejores?”. “Una tarjeta de sonido no-sé-qué...”. Y ya me he estresado, ya no puedo...
Pero en “El progreso” sí que Jota ha ejercido muy de “productor”, ¿no es cierto? Es un disco muy arreglado...
(Antonio) Como “El fuego amigo”. Si algo ha cambiado seguro que he sido yo.
Ana, tú te fuiste a grabar tus dos discos a EEUU con músicos profesionales y Bart Davenport ejerciendo de productor. ¿Eso es algo a lo que definitivamente has renunciado cara al futuro?
(Ana) Me fui allí a grabar porque estaba Bart, que es algo más que un productor, es un tío que toca y maneja un lenguaje muy parecido al mío. Bart te dice que metería un tipo de bajo... ¡y te lo mete! Porque toca muy bien, lo que a mí me viene genial porque yo soy muy amateur. Allí grabábamos en un estudio digital que es bastante barato, es pequeño, pero estás trabajando con un tío que va a toda velocidad.
(Antonio) Es que eso es lo que abarata o encarece un estudio, porque los precios ya son los mismos aquí que allí.
(Ana) Sí, caro es el viaje y la estancia. Además, yo no creo que nadie en España hubiera podido dar el brillo a las canciones que les dio Bart. Yo lo siento, pero no conozco a ningún productor ni a nadie que tenga un estudio aquí que pueda sacar ese sonido. Para empezar, en España todos tienen una tradición rockera.
(Antonio) Claro, eso es lo que aquí falta, tienen una ventaja de muchos años. Cuando yo empezaba en Sevilla te ibas a grabar una maqueta al Estudio Pasarela, que es donde grababa Rocío Jurado, así que si no querías sonar como Rocío Jurado -y no querías- ¿dónde ibas? Hubo alguno que por entonces se compró una mesa y empezó a buscar un sonido más americano. Pero eso empezó en aquella época, es muy nuevo... Bueno, todo lo nuevo que soy yo, que ya no es tanto. Y por eso te vas al extranjero. El último disco que iba a grabar con Mushroom Pillow, que no llegué a publicar con ellos (se refiere a “Perspectiva caballera”) lo iba a grabar en Texas. De hecho de ahí surgió la mayor parte del cabreo con los de Mushroom.
¿Dónde querías grabarlo?
(Antonio) Mi intención era que el disco sonara como los de Bill Callahan, y se lo ponía a los técnicos de aquí y me decían: “¡Eso es muy fácil!”. Los cojones fácil. “Es que canta mejor”. Bien, pero no toca mejor la guitarra, y la guitarra también suena mejor. ¿Cómo se hace eso? No lo saben. Lo saben allí y yo quería ir a verlo, pero...
(Ana) Te encuentras con cosas como pedir una reverb concreta que se consigue en una habitación muy determinada o con una configuración, y aquí te meten el efecto reverb en post-producción (risas). Eso es muy típico. A mí me ha atraído la idea de buscar a alguien para trabajar como el de Azul Y Negro, gente de aquella época que sonaba como a mí me gustaría, pero no sé ni dónde están ni qué cabeza tienen a día de hoy...
(Antonio) Escuchando cosas de ahora que me suenan un poco a Linda Mirada, como Gardens & Villa, y otros que me gustan para el sonido Chinarro, los Dirty Beaches, parece que lo han grabado con un iPad porque suena casero, pero luego se lo pongo a Jota o a Jaime Beltrán y me dicen: “Qué va, qué va. Esto tiene un curro que te cagas”. A mí me duele, porque no entiendo de eso y es algo que afecta directamente a mi relación con el público, que lo primero que sabe de mí le llega en forma de canción. Es como si un pintor no supiera encontrar el color del cuadro. Me siento un poco analfabeto.
(Ana) Es que yo no creo que tu papel sea comprarte un equipo y buscar un sonido. Tu labor es hacer canciones y estar pendiente de muchas cosas que forman parte de la canción, pero no el tipo de sonido. Antiguamente, como había más dinero, había gente cuyo trabajo consistía en buscar los arreglos o dedicarse a la producción. Recuerdo que la primera vez que fui a grabar con Bart él me dijo: “Voy a poner tu voz aquí arriba, en primer plano”. Y es verdad que aquí todo el mundo tiende a esconder la voz o, en post-producción, a añadir un efecto de reverb o distorsión. Los mismos ingenieros no suben la voz. Y es una de las cosas que diferencia a los grupos de allí frente a los de aquí, empezando por esos de los que tú hablas con producción 8-bits, que suenan a maqueta y sin embargo las voces suenan de puta madre.
Antonio: “Mi intención era que 'Perspectiva caballera' sonara como los discos de Bill Callahan. Se lo ponía a los técnicos y me decía que era muy fácil. Los cojones”
¿Puede ser que todavía no nos hayamos recuperado del “trauma” de las producciones de los 80, con la voz en primer plano, y de toda la repercusión que tuvieron esos grupos que sonaban en todas partes, desde la TV a los 40 Principales y las fiestas patronales?
(Antonio) Sí, la famosa reacción del indie ante todo aquello. Pero bueno, Ana es más joven que yo, por lo tanto es más moderna.
(Ana) No tanto, jajaja. A mí me dicen mucho “qué moderna eres”. ¡Pero si yo estoy anclada en el pasado! Apenas escucho música de ahora...
(Antonio) De hecho cuando el indie noventero empezó a mostrar señales de agotamiento, en la segunda mitad de los “dosmiles”, tú fuiste una de las primeras en proponer que el indie se podía bailar, sin que fuera hortera.
(Ana) Yo no me veo con un post-trauma de los 80. Al contrario, yo creo que el indie ha hecho mucho daño en muchos aspectos. Hubo una ruptura generacional entre los 80 y los 90 que se nota ahora en la forma de componer y de hacer las letras, en el fraseo, y eso es una herencia de los 90. No hay muchos grupos que reivindiquen a Los Brincos o a Los Ángeles, pero aquí hubo una tradición de componer en castellano en los 60 y 70, incluso 80, y no queda herencia de eso. Y lo veo en grupos que están haciendo lo mismo que yo, que trabajan con programaciones, y su influencia a la hora de componer se acerca más al rock americano que a Azul Y Negro o grupos de los que supuestamente tienen una herencia más directa.
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