Entrevista con Pedro Alonso y Enrique Baró con motivo del documental “En la nave del encanto”
EspecialesPedro Alonso Y Enrique Baró

Entrevista con Pedro Alonso y Enrique Baró con motivo del documental “En la nave del encanto”

Pablo Tocino — 10-01-2025
Empresa — Netflix
Fotografía — Archivo

¿Un actor de éxito y un director alternativo paseando su amistad por el mundo del chamanismo y las vías medidativas? Suena extraño, pero eso es precisamente lo que Pedro Alonso y Enrique Baró han hecho con “En la nave del encanto”, documental recién estrenado en Netflix. Con ellos charlamos sobre su viaje... o sus viajes.

Tras el final de “La Casa de Papel”, Netflix siguió exprimiendo la gallina de los huevos de oro con un spin-off sobre el personaje de Berlín, interpretado por Pedro Alonso. Cuál sería la sorpresa de los ejecutivos de Netflix cuando el propio Pedro les vino después con otro proyecto, que esta vez no era ficción, ni algo de consumo rápido. Era “En la nave del encanto”, documental que han sacado adelante entre él y el director Enrique Baró, y en el cual nos acercan al mundo del chamanismo y a las vías meditativas a través de una road-movie con el propio Pedro participando en rituales. Quizás esos ejecutivos se horrorizaron... o quizás salivaron pensando “Berlín drogándose, esto nos da views seguro”. Si esperaban eso, la mala noticia para ellos –y la buena para nosotros– es que “En la nave del encanto” es muchísimo más que eso. Hablé durante más de una hora con Enrique y Pedro sobre lo vivido en este proceso, y aquí está parte de esa charla.

“Queríamos encontrar la esencia chamánica en el mundo pop”

El proyecto empezó en pandemia, pero no en los primeros meses, sino cuando esa “nueva normalidad” estaba ya establecida, la etapa que psicológicamente afectó más a nuestra sociedad. Pedro quería ayudar, o aportar de alguna manera, y se preguntó si desde su propia búsqueda había algo que pudiese compartir. “Vivimos presos con unas gafas que nos constriñen al mundo racional, que nos neurotiza y nos mete en un sistema de producción compulsivo. Yo voy dando claves desde mi propia experiencia. En mi caso, empecé con la meditación a raíz de una crisis que, vista desde ahora, era una depresión. Encontré que, en oposición a esas gafas racionales, había unas gafas meditativas, que se centran en el proceso. Se trata de parar, y de aprender a respirar de una forma más integrada”. Pero esto no es nada nuevo, según explica el actor. “Ha acompañado al hombre desde la noche de los tiempos en todas las culturas, pero vivimos en una dictadura de pensamiento único. Sócrates y Platón eran iniciados en los Misterios de Eleusis. O sea, la base de la Filosofía Occidental, la Teoría de las Ideas... decían que todo es espíritu, que todo es uno. Yo tiraba mucho de esa vía académica, pero es que también hablas con neurólogos y ves que muchas puntas de investigación se tocan con filosofías que vienen de la noche de los tiempos. Hay cosas que se dicen en Los Vedas que tienen conexión con la Física Cuántica. No sé, esto puede ser interminable y se puede volver muy denso, pero, al final, de lo que hablamos es de volver a emitir esa canción original que cada uno tenga en el corazón”. Por eso mismo, le parece que la meditación debería estar presente en las escuelas, pese a la oposición que esto suele encontrarse. “Se ha demostrado que es bueno para la atención, para el aprendizaje, para procesar las dificultades de la vida, etcétera, pero hay gente a la que le molesta que se enseñe a los niños a meditar. La gente pone caras porque a un niño le hables como a una persona adulta y le invites a tomar su espacio […] Se medica a niños con TDAH porque no pueden correr. Antes corrían, se ensuciaban, y ahora no. Se les puede medicar pero no pueden meditar”.

Pero, ¿qué puede hacer el espectador al que le atraiga lo que aquí se muestra y no pueda permitirse viajar a la selva? “Nosotros proponemos un doble viaje. El viaje que sería ir a México alguna gente quizás no lo pueda hacer, pero hay luego un viaje de índole mas íntima, la reconexión con uno mismo, que eso lo puedes hacer el lunes por la mañana. La reconexión con uno mismo es el verdadero viaje”, explica Enrique. “Yendo a ver a tu abuela al pueblo y haciendo carne con tomate también lo puedes hacer”, añade Pedro. “Cada uno que lo encuentre desde su camino personal. Si tú dices 'Me acuerdo de que cuando dibujaba de pequeño me sentaba muy bien', ¡dibuja! 'No sé dibujar', da igual, ¡dibuja! Y si te relaja la cocina, ¡cocina! Todo esto al final es conectar contigo mismo […] No queremos aparecer como evangelistas ni como mesiánicos ni nada. Cuando alguien se cae del caballo parece que dice 'Voy a evangelizar al mundo entero y le voy a decir a mi madre que la ayahuasca es la solución'. Yo no quiero hablar desde ahí, quiero hablar desde desmontarnos, y luego cada uno que se monte como pueda. Nosotros también tenemos nuestras paradojas. Yo dudo cada día. Enrique y yo estamos todavía buscando cuál es nuestro camino”.

Y es que la duda y el escepticismo no es algo que se omita en el documental. Tampoco en esta charla. “La duda es tan necesaria... ¿Tú ves gente dudando en público? ¿Disculpándose por haberse confundido? ¿Cotiza en tus relaciones afectivas que tú dudes? ¿O en tu trabajo? Tienes que estar en un lugar muy fuerte para que no dudes, y digan 'Siguiente'. Porque vivimos en una sociedad que solo quiere seguridad, seguridad y seguridad. ¡¿Seguridad contra quién?!”, plantea Pedro. “Yo he aprendido a localizar cuando mis gafas racionalistas se me quieren poner encima. El pensamiento racionalista es muy facha: tú mantente en la configuración que mantiene la maquinaria así, produciendo, sobreexplotando y sacando todo, aunque el pollo ya esté seco. Cuando sale en la prensa 'Ha bajado un punto y medio la bolsa', igual tendría que bajar veinte, ¿no?, para que pare esto ya. Sobreexplotar y sacar todo aunque el pollo esté ya seco. Hay algo absolutamente delirante y disociado en nuestra relación con los bienes de la tierra. 'Me siento mal'... Hablemos de qué hay por debajo que nos hace sentir así en el momento de la historia en el que hay mas problemas de salud mental”.

Finalizamos con dos aspectos clave en “En la nave del encanto”: sus personajes, y su música. Respecto a lo primero, salen Nancy (para mí, el corazón del documental), Gabriel o Lupita. “En el mundo del chamanismo hay escuelas mas artificiosas o afectadas que otras. Aquí la mayoría de los maestros que salen son más hobbits que gurús”, cuenta Pedro, que no quería hacer un turismo new age. “Porque es cierto que ha existido, y nosotros somos españoles blancos hablando de chamanismo en contextos ancestrales. Espero que se entienda la perspectiva desde la que lo hacemos, y ojalá que de aquí salgan conversaciones interesantes”. Contra esa concepción de turismo new age va también la selección musical (suenan Toundra, Russian Red, Mishima, Hola a todo el mundo o Bigott) de la que me habla Enrique. “Teníamos muy claro evitar algo tipo 'músicas del mundo'. Queríamos encontrar la esencia chamánica en el mundo pop. Ir a una cosa que no pareciera lo que es, pero que en el fondo, es. Me apetecía mucho tb con trabajar grupos españoles, no queríamos caer en un mexicanismo exótico porque no conocíamos esa música”.

 

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