30 años del debut de Elastica, el latigazo femenino del Britpop
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30 años del debut de Elastica, el latigazo femenino del Britpop

Raúl Julián — 15-04-2025
Fotografía — Carátula del disco

Marzo de 1995, el Britpop es una tendencia indisimuladamente masculina y luce en su máximo esplendor en Reino Unido. Hay alguna honrosa excepción, aunque relegada a un segundo plano de popularidad. De repente, Elastica tiran la puerta abajo con su debut homónimo.

La escena

La bola del Britpop había ido creciendo desde 1992 hasta materializar su apogeo en 1994 y, definitivamente, en 1995, con aquella ‘Batalla del Britpop’ azuzada por los medios entre Oasis y Blur. Una escena irritantemente sometida a la hegemonía masculina, con infinidad de nombres que se sumaban a los de los dos contendientes principales. Suede, Pulp, The Verve, The Lightning Seeds, Gene, Ocean Colour Scene, James, The Charlatans o Shed Seven se agolpaban en torno a una lista, en la práctica, interminable.

También había en el país bandas que, sitas en coordenadas similares, aparecían lideradas por mujeres, pero, en una época en la que la (auténtica) igualdad de géneros todavía era una quimera, parecían quedar en todo momento relegadas a un plano secundario. Al menos, en cuanto a repercusión en la propia prensa se refiere. Una sección de la que formarían parte Echobelly, Lush, Catatonia, Sleeper o Dubstar, conformando una unidad que poco o nada tenían que competir (en los términos señalados) a sus equivalentes masculinos. Esas parecían ser las reglas del juego... hasta que aparecieron Elastica con su debut homónimo publicado el 14 de marzo de 1995, hace ahora treinta años.

Elastica y Justin Frischmann

La banda formada por el batería Justin Welch (único componente masculino del combo), la guitarrista Donna Matthews, la bajista Annie Holland y, por supuesto, la guitarrista, vocalista, líder y magnética imagen del grupo Justin Frischmann. Estudiante de arquitectura, Frischamann había formado parte de una primerísima formación de Suede, en la que compartía banda con su pareja Brett Anderson, pero abandonó la nave antes de que los londinenses grabaran su primer single, “The Drowners” (Nude, 92), y fueran abrazados al instante como una de las grandes esperanzas británicas con las que replicar al grunge norteamericano.

Su indudable talento compartía espacio con un atractivo que, tras el micrófono, potenciaba exponencialmente el poder de esas canciones que soltaba –entre pasota, desafiante y cabreada– con una chulería de lo más afilado que, sin duda, fue elemento clave en la buena acogida de “Elastica” (DGC/Geffen, 95). Por si fuera poco, la cantante comenzó un cacareado romance con Damon Albarn de Blur, lo que los convirtió en la pareja de moda (y oficial) del Britpop.

El disco

“Elastica” incluía un total de dieciséis canciones nerviosas, despachadas por el cuarteto en solo cuarenta minutos. Un disco vitaminado, efervescente y con frecuencia acelerado, que bebía de la new wave, el punk y el indie-rock de guitarras, con referencias evidentes como Wire (con la polémica del plagio de su “Three Girl Rhumba” en “Connection” incluida), Blondie, Buzzcocks, The Stranglers, Siouxsie & The Banshees, Pretenders o The Slits. Un álbum que, si bien no rezumbaba frescura por su sonido, significaba una bocanda de oxígeno en esa escena a rebosar de protagonistas varones que, empeñados en dejar titulares, apestaban a testosterona y eran incapaces de disimular sus ínfulas de estrellas bocazas.

De algún modo, Elastica bien podrían haber sido el equivalente femenino de los norirlandeses Ash, sita la banda como estaba entre el ramalazo punk y la accesibilidad pop; entre la sofisticación arty y el glamour urbano de mercadillo; entre la rabia creíble y la melodía subyacente capaz de atrapar (y de qué manera) a un público mucho más numeroso que sus compañeras de promoción.

Entre las dieciséis piezas de “Elastica” se incluían singles evidentes y, no en vano, hasta cinco fueron extraídos como tales y lanzados en diferentes formatos acompañadas de caras B. Entre ellos, himnos generacionales como “Stutter”, “Waking Up” y (por supuesto) “Connection”, además de la inicial “Line Up” y “Car Song”. Junto a ellas, la medida “2:1” –que apareció en la banda sonora de “Trainspotting” (Danny Boyle, 96) en otra prueba del éxito del cuarteto–, u otros zarpazos obvios del tipo de “Annie”, “See That Animal”, “Vaseline” (con la sombra de Debbie Harry cayendo en vertical), “Smile”, “Never Here”, o una “Indian Song” que cruzaba el charco para fijarse en Throwing Muses.

Acogida y significado

Elastica irrumpieron cual elefante en cacharrería, abriendo brecha en una escena rock como la de los noventa dominada sin tapujos por hombres. Y triunfaron por todo lo alto, con un disco que quizá no fuera excelente y pecara de cierta irregularidad en su pegada, pero que a cambio lucía más que notable y sumaba las suficientes dianas de dimensiones épicas como para arrasar a su paso.

El disco, que también fue nominado al Mercury Music Prize, se convirtió en el debut más rápidamente vendido de la historia, arrebatando el premio honorífico a Oasis –quienes lo lograron el año anterior con Definitely Maybe (Sony, 94)– y, de paso, a Suede, que también habían consensuado el logro de manera previa con “Suede” (Nude, 93).

Elastica fue el certero latigazo femenino que agitó el Britpop a mediados de los noventa, sumando una victoria que quizá no supieron encajar como grupo. Su siguiente disco, “The Menace” (Atlantic, 00), tardaría cinco años en llegar. Para entonces el Britpop era ya algo pasado de moda o cuando menos en declive, con bandas renegando del invento o cayendo en una decadencia creativa que en muchos casos sería definitiva, mientras formaciones como Coldplay, Starsailor o Embrace cogían el relevo.

Un marco nada favorable que, junto con la misma mediocridad del producto en cuestión, certificó la defunción de Elastica. Para la historia queda, en cualquier caso, “Elastica”. Un disco que acaba de cumplir tres décadas y sigue apareciendo, por derecho propio, en todos los listados encarados de recopilar las referencias claves del Britpop y, en realidad, de los noventa ingleses. Rodeado, por supuesto, de discos de bandas estrictamente masculinas a los que, al igual que en marzo de 1995, todavía puede mirar de frente sin achantarse.

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