La compañía decide que el disco se graba en los estudios Plaza Sound, en el edificio del Radio Music City Hall, montados en los años treinta por la cadena NBC para los ensayos de la orquesta sinfónica de Arturo Toscanini y conocido por haber servido para grabaciones jazz de figuras como Bill Evans. Los Ramones no se encuentran demasiados cómodos. “El estudio era raro”, le dijo Tommy Ramone a Ben Edmonds (MOJO, #144), “un sitio enorme donde cabían tres orquestas. Nos aislaron a todos para grabar, así que la comunicación no fue fácil y la gente del estudio no ayudó demasiado. Estaban un poco asustados ante estos tipos extraños con chupas de cuero”.
“La sesión fue muy distinta re
La compañía decide que el disco se graba en los estudios Plaza Sound, en el edificio del Radio Music City Hall, montados en los años treinta por la cadena NBC para los ensayos de la orquesta sinfónica de Arturo Toscanini y conocido por haber servido para grabaciones jazz de figuras como Bill Evans. Los Ramones no se encuentran demasiados cómodos. “El estudio era raro”, le dijo Tommy Ramone a Ben Edmonds (MOJO, #144), “un sitio enorme donde cabían tres orquestas. Nos aislaron a todos para grabar, así que la comunicación no fue fácil y la gente del estudio no ayudó demasiado. Estaban un poco asustados ante estos tipos extraños con chupas de cuero”.
“La sesión fue muy distinta respecto a la demo que habíamos grabado, donde simplemente nos conectamos y tocamos. Me colocaron es una habitación separada del grupo para grabar la guitarra. Pensé que era raro, luego entendí que era algo normal”, relata Jonnhy Ramone en su autobiografía. El grupo, especialmente él, tenía prisa. “Grabamos todas las tomas en dos días. Íbamos rápido porque sabía que tendríamos que devolver el dinero con el que se había comprado el nuevo equipo, así que cuanto menos tiempo llevara, más barato saldría. Después de cada toma los ingenieros me preguntaban si querían escucharlo y yo les preguntaba qué tal había sonado. 'Ha sonado bien', decían, así que yo respondía 'OK, sigamos'. No necesitaba escucharlo, quería avanzar”.
En los estudios Plaza Sound Foto: Danny Fields
El disco, grabado en el orden en que fue escrito, se completó en una semana cuando lo habitual entonces era contar con bastante más tiempo y dinero. El dato encaja bien en la clásica actitud que se asocia con el punk si se olvida que la banda llegó muy preparada y que los cánones del punk no estaban definidos. El reto al que productor Craig Leon (con la atenta mirada de Tommy) y el técnico de sonido Rob Freeman se enfrentaron ante la grabación consistió en equilibrar la fuerza y el volumen que traía el grupo con la producción de un disco con cierta expectativa.
Freeman publicó hace algunos años sus recuerdos sobre aquella grabación donde explica detalladamente varios aspectos: desde la colocación, la sorpresa ante el volumen que proponían Johnny y Dee Dee con nuevos equipos Ampeg y Marshall y doble juego de pantallas por cabezal (“simplemente pusieron los amplis al máximo”), la decisión (lógica) de prescindir de una nueva mesa de 24 pistas para hacerlo el 16, las voces de Joey dobladas por sí mismo a lo largo del disco, el objetivo buscado de rememorar el sonido de los primeros discos de los Beatles o los problemas que les trasladó el ingeniero de masterización a lo hora de volcar a vinilo aquellas cintas.
Javier Ortiz, ingeniero de sonido y dueño de Estudio Brazil (Madrid), donde se mantiene equipo analógico, apunta. “Diría que el primer disco de los Ramones mola muchísimo a pesar del trabajo del técnico y del productor. En mi opinión, estaban intentando descafeinar esto, dar con un sonido que pudiese agradar a más gente, más ‘ omercial', lejos de intentar captar el sonido de la banda tal cual era. Leyendo entre líneas el artículo de Rob Freeman esto se intuye”, asegura. “Habla del supervolumen que traían, todo puesto a tope, etc., pero si comparas el disco con el segundo o el tercero es el disco en que la guitarra está más baja y la voz más alta. En algunos temas es un escándalo. Esto se alejaba mucho de lo que era la experiencia de ver a los Ramones en directo en la época. El volumen de voz es descomunal, y más para una banda cañera. Obviamente los Ramones tienen un elemento de pop de los sesenta que es muy importante, pero su gracia era ésa junto con tocar a toda hostia de velocidad y de volumen. En el primer disco, en mi opinión, eso te lo tienes que imaginar”.
Junto a Craig Leon
Pronto el tiempo, e incluso una mirada a discos anteriores, corroboraría esta impresión para dejar a Ramones en un nivel sonoro inferior a discos que marcaron época por otros motivos. “Aunque la primera canción del disco debut de The Clash, 'Janie Jones', es un guiño claro a los Ramones, con la guitarra a un lado y el bajo al otro, la voz está en otro sitio”, recuerda Ortiz. “El contraste es parecido en el debut de Sex Pistols. Con Wire casi no podemos ni comparar porque aparecen en EMI, y la calidad de los primeros discos es espectacular, aunque en el 'Pink Flag' la voz esté muy arriba. Incluso si lo comparas con The Stooges o grupos de rock duro de los setenta que sonaban más agresivos. Intuyo que el objetivo de técnico y productor en el caso de Ramones era corregir a estos chalados para poder hacer un disco, que es la peor actitud que se puede tener ante cualquier producción”.
Craig Leon reconoció que capturar la energía de sus directos era muy importante pero que no puede concluirse que lo consiguieran aunque es lo que intentó transmitir. Jugó con la idea de que la banda grabara del tirón sin pausas entre las canciones, como sucede con “I Don´t Wanna Walk Around You” y “Today Your Love, Tomorrow the World”. Recientemente ha ofrecido en la revista Bomb nuevos detalles sobre el proceso y la mezcla final del disco publicada, en estéreo, con la guitarra a un lado, el bajo en otro y las voces y batería ocupando el centro de la escena. Aunque estaban convencidos de emular a los Beatles y otros viejos discos británicos de los sesenta, muchos de ellos en estéreo, propuso sacar finalmente el disco en mono, asegura, pero recibió un "no" por respuesta. Cabe sospechar que el tema no le resulta del todo agradable al tratarse de un disco tan mítico para una banda que pronto cambió de productor.
“Quería que el disco sonara tan poderoso como fuera posible, pero no tuvimos mucho tiempo. La idea era llevarlo al sello como una pieza unificada, pero les dije que para ser algo poderoso y distinto, necesitábamos hacerlo en mono. Hice una estupenda mezcla mono que hasta la fecha no ha salido. Yo tengo una copia, Tommy tiene una (hablaba un mes antes de su muerte, en julio de 2014), pero creo que no lo han sacado en ninguna reedición, lo cual me sorprende. Si encuentras los singles de promo, parte del material mono está ahí porque eran para algunas emisoras AM que emitían en mono. Lo que ocurrió fue que se lo llevamos a Seymour Stein, se lo enseñó al distribuidor y no les gustó nada. En ABC Records odiaban a la banda y dijeron que solo sacaban discos en estéreo. Nos vimos en un dilema, volvimos a mezclarlo con una mezcla estéreo convencional y dimos con ese sonido final de Ramones pero no tuvo impacto”.
En el metro de NY Foto: Bob Grein
El disco: 23 de abril de 1976
“Ramones” se publica el 23 de abril de 1976. Aquella semana la lista Billboard estaba encabezada por Johnnie Taylor y le seguían canciones de Bellamy Brothers, The Sylvers o Queen, con "Bohemian Rhapsody". Mucho soul, disco, country y rock grande. “Eliminar lo innecesario y centrarse en la sustancia”, palabras de Tommy Ramone ("Ramones Anthology", Warner 1999), es posiblemente la frase que mejor resume el objetivo de los Ramones (no muy distinto al de los hermanos Young de AC/DC). Allí estaban por fin, pura sustancia, aunque sin la fuerza que el grupo mostraba en directo. Y en estéreo.
“Al principio pensé que la demo que hicimos antes era mejor que el disco”, relata Johnny Ramone en “Commando”, “pero luego me di cuenta de que era realmente bueno. Tommy hizo un gran trabajo. Fue una buena sensación verlo en la calle, pero también sabía que teníamos otro en marcha y que tenía que ser mejor”.
David Fricke, veterano reportero de Rolling Stone recordaba en 2002 en una entrevista con Everett True ("Hey Ho Let´s Go, la historia de los Ramones", Omnibus Press), que Tommy Ramone le dijo que habían ralentizado un poco las canciones antes de grabar. “Es asombroso pensar cómo habrían sonado sus canciones aún más rápidas porque en 1976 parecían increíblemente rápidas. El caso es que tenían estrofa, verso, estrofa, pero en 1976 una canción de dos minutos y 10 segundos era muy corta. Sin embargo, en 1966 ese tiempo se consideraba un tiempo normal. Lo que no era una canción en 1976 era todo lo que necesitabas en 1966”.
Eso es lo que importaba y lo que hace del disco lo que es, más allá de la mezcla. Incluso esta puede otorgarle un punto de sentimentalismo al debut de Ramones. No suenan como lo harán después, pero no importa. Es un documento único.
En su estusiasmada crítica del disco para Rolling Stone (Julio 1976), el crítico Paul Nelson afirmaba: “Crudos y básicos, los Ramones pertenecen al rock and roll, no a las tendencias del rock de vanguardia”. Y añadía. “Cómo tratará el presente a los Ramones, exponentes del mismo minimalismo musical de Manhattan propio de los New York Dolls, está por ver. ¿Dónde está tu sentido del humor y la aventura, América? En el rock and roll y las cuestiones del corazón, todos deberíamos aferrarnos a cierto amateurismo. Esperemos que estos tíos vendan más discos que los peniques que tiene Elton John”.
No fue el caso. El disco alcanzó el puesto #111 en Billboard. Solo el tiempo le concedió a “Ramones” su lugar en la historia y en las ventas. Toda la gente que estuvo cerca del grupo en aquella época asegura que a pesar de no obtener un éxito más o menos inmediato, ellos seguían convencidos de algo. Puestos a elegir citas, ninguna como la de Joey Ramone que incluyen Legs Mcneail y Gillian McCain, del pionero fanzine Punk, en su celebrado "Por favor, mátame, la historia oral del punk sin censura" (Abacus, 1996). “Grabar un disco en una semana y por 6.200 dólares era algo raro entonces, especialmente teniendo en cuenta que fue un disco que cambió el mundo. Fue el pistoletazo del punk rock y ahí comenzó todo”.
Proclamado disco de oro en 2014, treinta y ocho años después, e incluido entre los mejores 40 discos de siempre en 2012 a juicio de la revista Rolling Stone, no es el mejor disco de los Ramones, al menos no para Johnny Ramone, que siempre defendió “Rocket To Russia” con sobradas razones, ni para una mayoría de fans. Sin embargo, es el disco más importante y el que más ha vendido de su discografía. Su onda expansiva se sigue escuchando y durará para siempre. Solo hay que ponerse “Judy Is A Punk” para sentir el golpe de los primeros segundos de ese tempo en nota sostenida y la gracia de una canción que empieza diciendo “Jackie is a punk...”.
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