Muelas perforadas
En este contexto, y si el objetivo es volver a la publicación de Ramones, es probable que el día en que Lisa Robinson, conocida periodista y editora de la revista Rock Scene por fin se dignara a verles en directo conviene marcarlo en rojo. El camino de los Ramones hacia el estudio Plaza Sound había arrancado un año antes de llegar cuando la banda grabó su primera demo en Long Island y buscó un contrato. Las compañías discográficas rechazaron el material. “En Warner nos dijeron que sonábamos como unos malos Zeppelin”, escribió Johnny Ramone ("Commando: la autobiografía de Johnny Ramone". Abrams Image, 2012). Una respuesta elocuente en mitad de los setenta. La banda buscaba manager y puso sus ojos en Danny Fields mientras iba ganando público y notoriedad.
La presión de Tommy Ramone durante aquel año (generalmente ocultando su condición de miembro de la banda) dio sus frutos, un ejercicio de promoción y presión que tal vez no haya cambiado sustancialmente cuarenta años después. “Tommy era un coñazo: Tocamos el martes. No viniste la semana pasada. Esperamos verte, deberías venir. Te vamos a gustar”, relata Fields, columnista entonces del Soho Weekly News, en "Ramones Anthology" (Warner 1999). Con Robinson sucedía lo mismo. “Lisa y yo hicimos un trato”, recordaba Fields. “Coincidían dos grupos aquel martes y nos dividimos. Ella iría al CBGB para quitarse de encima a los Ramones y yo iría a ver al otro grupo. ¿Que qué grupo era? Quién sabe. Al día siguiente Linda me dijo: 'Tienes que verles, cada canción en fabulosa, los vas a adorar'”.
A estas alturas sabemos que detrás de la puesta en escena (y del management) había una fuerte disciplina y un pensamiento frío que tampoco se suele asociar al punk. “Creo que eran gente muy brillante en todos los sentidos”, opina Rocha. “Caminaban aparentemente dando bandazos, pero solo aparentemente. Conocían el terreno que pisaban y, lo que es más importante, tenían toda una ciudad llena de buenos ejemplos y de herramientas que podían utilizar”.
En verano la revista Rolling Stone cubre el CBGB Rock Festival y destaca a Ramones por encima del resto. En la edición de septiembre de 1975 , Rock Scene, publicación dominada por David Bowie, Kiss, The Rolling Stones, Alice Cooper, Elton John, Led Zeppelin, Lou Reed o New York Dolls, los Ramones aparecen entre la “implosión de Nueva York” junto a bandas como The Heartbreakers, Television, The Fast y los Miamis. El pie de foto está tomado de la primera hoja de promo que difundió Tommy Ramone. “Los Ramones cantan canciones breves, que van al grano, y todas son un hit single. Vienen de Forest Hills y afirman que todos los chavales que crecen allí se convierten en músicos, degenerados o dentistas. Los Ramones aseguran tener un poco de todo, con un sonido no muy distinto al de una muela perforada”.
Que Danny Fields cumpliera pronto la recomendación de su colega Lisa resultó definitivo. Era una de las figuras más relevantes de la escena musical de la ciudad. Amigo y confidente de estrellas como Jim Morrison, Nico o Leonard Cohen, tenía buen olfato para descubrir el talento como había demostrado con MC5 o los Stooges y se alagaba su lealtad a los artistas que a su juicio merecían apoyo. Se había unido como colaborador a Rock Scene en julio de 1975 y cerró una cita con Tommy Ramone para el siguiente concierto del grupo. “Cuando terminaron, me presenté ante Jonnhy Ramone. Quiero ser vuestro manager. Habéis cambiado mi vida, le dije”. “Bueno”, dijo Johnny, “eso está bien, pero necesitamos una batería nueva. ¿Puedes comprarnos una?” ("Ramones Anthology", Warner 1999).
Fields hizo dos cosas después de aquello, según su testimonio. Pedirle dinero prestado a su madre para comprar una batería nueva y convencer a Linda Stein, mujer de Seymour Stein, para que fuese su socia y aportase la tenacidad que él no tenía. A primeros de octubre, Linda Stein ve a los Ramones en directo junto a Craig Leon, de Sire, que acabará produciendo el disco. Solo falta Seymour Stein, que conoce a la banda, les escucha en audiencia privada y les ofrece el contrato. “Había canciones. Aunque fueran rápidos y fuertes, había buenas canciones. Algo de Beach Boys…”, recordaba años más tarde en "The Lifestyle of the Ramones". Grabarían pronto con un presupuesto reducido para entonces: 6.200 dólares, lo cual no deja de sorprender aún hoy, más allá de una cifra entonces ridícula pero con la que hoy una buena banda puede grabar dos discos de punk rock tranquilamente, incluso en analógico.
El contrato nos recuerda las contradicciones o la complejidad que rodea ciertos fenómenos que el tiempo tiende a simplificar. En el contexto mencionado surge el llamado punk americano pero las bandas de la llamada primera ola no parecen obsesionadas con responder a la industria como sí ocurrirá después. Son hermanos pequeños de los sesenta y buscan revitalizar la música, sustituir ese rock sobrecargado de talento y minutos con algo más vivo e inesperado, pero con contrato discográfico al uso. Todo ese cóctel, junto con las psicosis y las bajas pasiones de sus protagonistas, se concentra en las primeras canciones de Ramones que están a punto de pasar a la historia, “Blitzkrieg Bop”, “Beat On The Brat (WithAa Baseball Bat)”, “Judy is a Punk”, “53rd and 3rd”, “Today Your Love, Tomorrow the World”, etc.
Junto a la artista Bettie Ringma en el CBGB Foto: Rare/Glenn Horowitz Bookseller
“No éramos artistas ni nada”, relata Johnny Ramone en "Commando", “así que escribíamos sobre cosas simples que tuvieran relación con nosotros. Pensábamos que los nazis y los comunistas eran graciosos, que esnifar pegamento era gracioso pero ni siquiera sabíamos si la gente seguía haciéndolo. Pensábamos que éramos una banda de rock normal, pero pronto pareció claro que éramos un poco raros”.
Sin ser vanguardistas, acudiendo a cánones clásicos, los Ramones parecen estar ofreciendo sin embargo algo nuevo. “Todos estos fenómenos son parte de una sensación de ruptura con el pasado”, dice Servando Rocha, “pero los Ramones se inspiraron en su propio pasado: Beach Boys, Beatles, películas de serie B, el miedo a la guerra fría, etc. Es esa sensación de nuevo/viejo algo común en la vanguardia. Rompieron con lo que había antes definiendo y concretando ciertas ideas que ya estaban ahí. Existía una reivindicación del adolescente como tal, música para indaptados, feliz y grosera, deliberadamente ingenua pero también profunda. Había algo íntimo y familiar en su música. Creo que esos claros y oscuros la convierten en algo tan rico e inagotable”.
Will Hermes, veterano crítico de Rolling Stone, colaborador de The New York Times y autor del libro "Love Goes to Buildings on Fire. Five years in New York That changed Music, 1973-1978)", afirma que la generación de estos músicos eran ”jóvenes iconoclastas en el borde del mainstream y cuyos pasos DIY (hazlo tú mismo) se convertirían en movimientos que continúan dando forma a la música en todo el mundo”.
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