Diario de la gira francesa de Tokyo Sex Destruction (Parte II)
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Diario de la gira francesa de Tokyo Sex Destruction (Parte II)

David T. Ginzo — 27-01-2016
Fotografía — David T. Ginzo

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Tokyo Sex Destruction están ahora mismo girando por Francia con motivo del lanzamiento de su nuevo single,“New Religion For A Teenage Nation” (B-Core, 16). Para darle seguimiento a lo que la banda lleva años consiguiendo en nuestro país vecino les propusimos que alguno de sus miembros firmase un pequeño diario de gira. Bien, pues aquí está el resultado, en manos de David T. Ginzo.

22 de enero.

Nos despertamos y Juan Luis (no sé escribir su nombre correctamente en francés) nos preparó unas tostadas en el bar.
El Celtic no parece estar muy preparado contra incendios. Hecho en su mayor parte con madera y cubierto de posters, flyers y variados. Pero es muy acogedor.
Cargamos la furgoneta, nos tomamos algo caliente y salimos hacia Bordeaux.

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De camino quedaba Roquefort y me quedé con las ganas de entrar y hacer lo propio, como es lógico. Pero en la sala nos esperaba una grata sorpresa; en el camerino había una tabla de quesos digna de los mejores paladares.

La noche anterior se reventó el ampli de guitarra y, mientras unos montábamos y probábamos lo que podíamos, otros iban en busca de un taller que nos arreglase de urgencia el cacharro. No por no tener otro para esa noche (ya que había varias opciones en la sala), si no más bien porque nos queda toda la gira por delante...

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La sala formaba parte de un complejo gestionado por una asociación. Tienen talleres (con estudiantes que luego trabajan allí), locales de ensayo y oficinas.
La sala no es muy grande (250 personas) pero luego en el concierto estaba casi llena.

Nos dieron de cenar antes de tocar y en la cena conocimos a un asturiano que llevaba viviendo allí casi toda su vida (somos epidemia) y nos ofreció grabar el concierto en video con varias cámaras. Nos enseñó ejemplos y creo que el resultado puede molar.

Después de cambiar los conos del ampli, cambiar una válvula, arreglar la reverb (sí, el trasto estaba fino), salir a tocar delante de una sala entregada, con todo el sudor del concierto, a mitad del mismo miro hacia el otro lado del escenario y veo que el ampli en cuestión está tirado boca arriba en el suelo emitiendo un nivel de ruido perfecto para el momento de aquella canción.
Menos mal.

Los conciertos suelen ser así. Cosas que se caen o se rompen, mucho volumen, sudor y gente reaccionando entre la entrega y el pavor. Probablemente lo segundo.
En la parte final del concierto, supongo que una vez ya adaptados a nuestras payasadas, la gente empieza a mover el culo y a bailar cuando procede.
Cuando acaba el concierto levanto un poco la cabeza y miro las caras de la gente. Es bonito ver que la mayoría de las caras sonríen, quizá por agradecimiento; no se, uno también se siente agradecido en ese momento por poder desahogar de esa manera.
Si se piensa fríamente todo esto tiene un tanto de exhibicionismo por un lado y voyeurismo por otro, pero en esa extraña comunicación tiene que haber cosas que nos hacen seguir con ello. Como las redes sociales pero sin grandes empresas detrás aprovechándose del esfuerzo de todos. Oh! Wait...

Unos estuvimos en el puesto de merch un buen rato mientras otros recogían todo rápido, ya que después pinchaba un DJ.
Cargamos la furgoneta con todo y se metió en el parking del hotel.

A partir de ahí, cuando ya había decidido irme a dormir (el hotel estaba al otro lado de la calle) la noche empezó a cambiar de tercio.

El hotel era un Ibis de estos baratos que en este caso no podía estar peor cuidado e incluso la cama "supletoria" en la que me tocaba dormir (la otra era "doble" por decir algo) era una litera y estaba sin hacer. Estaba viejo, sucio y encima la cama sin hacer. Que les cobrasen por eso a los promotores los 60€ que anunciaban fuera me parece una vergüenza.
En un rato que pasamos por el hotel hice esa supuesta cama y fue un esfuerzo serio. Digamos que el rato que podía descansar un poco lo perdí en preparar una cama que luego ni usé.

Lo dicho, la noche empezó a ofrecer posibilidades. Uno se fue a dormir (después de dar mil vueltas con la furgoneta hasta conseguir entrar a la calle del parking correctamente), otro quería pachanga, otro quería dormir acompañado y yo andaba indeciso entre descansar o bailar reguetón como un desgraciao.
Sencillamente empezamos a andar acompañados de gente que hablaba castellano por momentos.
En esa noche hubo un momento en el que me di cuenta de estar diciendo en una misma frase una palabra en francés, otra en inglés y otra en castellano.

Acabamos en una casa (después de pasar por otra a por alcohol) en la cual se hizo una llamada al número que anunciaba un flyer. Atención, tienen TELEPRIBA!!!
Llamas y te traen el alcohol que quieras cuando quieras. Además las botellas no tienen dosificador... Si no me acabé una de whisky yo solamente sencillamente lo tuve que soñar todo (lo que tiene no consumir más droga que esa y llevar tres meses y medio sin fumar).

Empezó a llegar más gente a la casa. De Holanda, de Serbia... Pusieron música de todo tipo. Descubrí así a unos franceses que se llaman Cabaret Contemporain (una canción que se llama Love en concreto).
Pero como nunca falta en una noche de Tokyo hubo que poner a Maria Jiménez. Ahí empezó el despropósito.

Recuerdo a un tío muy alto que se quedó dormido (yo siempre he sido "uno de esos", pero este en concreto me ganó aquella noche). Estaba sentado echado hacia delante.
Pensad en la película de Mr. Bean. Cuando trabaja en el museo y se queda dormido. Pues exactamente así estaba, con la cabeza entre las rodillas. Entre dos canciones hubo un momento de silencio y todos escuchamos como roncaba. Increíble. Con todo el lío y el tío estaba roncando como un descosido en medio de todo aquello. Vaya campeón.
Eso sí es disfrutar de la noche, aunque esta vez no era yo.

23 de enero.

No creo que sea un tipo organizado, pero a veces tengo momentos de lucidez. Por algún motivo tuve la brillante idea de poner la alarma la tarde anterior pensando que había que salir pronto hacía Montpellier.

Miré el teléfono. Allí estaba, con el olor a tabaco y sin voz a pesar de no fumar. Me refresqué como buenamente pude, me abrigué y salí a la calle.

Ponte ahora a buscar la calle principal en la que estaba el hotel y la sala sin llevar mapa (y mucho menos internet). El frío sentaba bien. Cuando conseguí orientarme vi que tenía que pasar por un túnel pero que por encima había un parque.
Caminando por la calle entre dormido y resacoso le pregunté a una señora (cubriendo mi aliento por su bien) si era posible cruzar por arriba para llegar al mismo sitio. Dialogo de besugos mañanero. Ella parecía que iba peor que yo. Después de unos minutos de hablar sin decir nada y de darle las gracias me quedé mirando los árboles. Creo que se fue pensando que me había tomado algo duro, pero la verdad es que en esos momentos toda naturaleza se agradece de cerca. Se respiraba sano y verde allí.

Llegué al hotel y estaba Juandi desayunando. Sin siquiera subir a la habitación desayuné todo lo que pude. Subí a arreglarme, recoger todo y salimos hacia Montpellier.

En la carretera vemos Carcassonne a lo lejos, no hay tiempo de hacer una visita rápida. Siempre así.

Llegamos a la sala y flipamos con la producción. Todo equipo de primera liga, gente currando para todo, sitio cómodo, todo pinta perfecto. Hasta que el técnico dice que tocamos muy fuerte...
Tocamos más fuerte en casas (por no decir habitaciones) okupas, pero en una sala para ochocientas personas y con equipazo de sonido sonamos exageradamente fuerte. Ya, claro.
Luego vienen MBV o Sunn O))) y ahí sí vale. Será que sustituimos nuestra carencia musical con volumen y sin él el grupo es lo peor. O algo así.

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Otro grupo rollo cincuentas con equipo vintage que llevan el mismo dinero en equipo que en ropa del mismo estilo miran demasiado mi pantalón de chándal. No me parece que se pasen muchas semanas en furgoneta. Pero eso sí, iban como pinceles. Tocaban antes que nosotros pero no llegamos a verlos. Pintaban bien aunque no escuché ni un segundo.

Al fin un poco de relax. Fuimos al hotel y echamos una siesta rápida, ducha y vuelta a la sala. Para esto hubo que retrasar una hora  la cena y llegamos justos para tocar con la cena aun en la garganta.
Ojo la cena. Diré que nunca me gustaron los mejillones. Quizá porque en sí no me parecen gran cosa, pero cuando se cocinan con una crema de leche y cebolla como es el caso la cosa cambia. Y mucho.

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Así no se puede negar uno.

El concierto estuvo flojo de gente pero al menos nos encontramos con amigos de hace tiempo. Hemos tocado varias veces en Nimes y se acercaron unos cuantos desde allí.

Después de siete años cambié Malasaña por Lavapiés, donde llevo tres. Supongo que por eso mismo, cuando vi que había muchos sitios que anunciaban o incluso se llamaban directamente The Cheese Naan, siendo algo que me gusta mucho como acompañamiento pensé que la cosa prometía.

Al acabar el concierto nos fuimos con la gente de Nimes a tomar uno de aquellos Naan. Pedimos unas cerves para acompañar y la verdad es que palmamos. Los pedí solos, que es como los conozco.
Al menos ya habíamos cenado y era más por bien antojo que por hambre.
Lo interesante de todo esto es que lo que sirven es algo así como un durum (o wrap, o un rollo de toda la vida) y el pan tiene queso; además lo sirven con varias salsas en las que mojar mientras vas comiendo. Una gochez riquísima, vamos.

Acabamos con uno de los colegas de Nimes cantando canciones de pachanga españolas. El tío había vivido en Murcia y trabajado para una empresa valenciana. Se sabía de todo. Eso unido a nuestra costumbre de flamenquizarlo todo de coña arregló la noche cantando todo por bulerías.

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