Entrada uno: Día 4 de grabación. Primera semana en la Casamurada
El zumo de naranja escasea a la hora del desayuno y a día de hoy Joan Ra ya se ha comido todos los croisants que teníamos para pasar la semana. Sospechamos que mantiene una reserva debajo de la cama, al lado de las zapatillas, allí donde nadie se ha atrevido a mirar nunca. La rutina de cada mañana desde que estamos aquí se repite. En la sala Uri calienta parches desde primera hora, es el único de todos nosotros que tiene ese horario inquebrantable de ejecutivo pase lo que pase, sea cual sea la hora a la que te vayas a dormir. La cafetera hace turnos. Se suceden las colas en el baño con afán de reiniciar el día limpio de toda carga del día anterior. Nos hemos prometido que iríamos tema por tema. Sin historial previo. Vaciando papeleras. Eliminando cookies. Una queja amarga sale de la ducha, el último en levantarse es el primero en quedarse sin agua caliente. Santi se pasea despeinado y sin pantalones. Al mediodía se dará cuenta y se acabará de vestir.
Nos creemos seres de libre albedrío, sin embargo, existe una orden que no controlamos que delimita nuestros movimientos y circulación. Esa fuerza de gravedad que mantiene algunos cuerpos unidos en una órbita invisible prevista. Por eso volvemos a estar juntos, grabando un nuevo disco, ideando un nuevo viaje para vivirlo con las ventanillas bajadas.
A pesar de ser el octavo disco de esta banda no deja de ser una aventura nueva una y otra vez. Ideamos nuevos hábitos, movemos de lugar algunas comodidades, cambiamos de color tu cojín favorito, tratamos de desordenar algunas piezas con las que contamos desde el principio y volvemos a construir desde allí. Es inevitable y a la vez necesario. Somos los mismos pero algo siempre ha cambiado en nosotros. Somos el equipo que siempre ha trabajado junto desde "Ungravity", pero ya hemos mudado varias capas de piel y la que aparece ahora tiene algo de curtido y vintage.
Hoy encaramos nuestro tercer tema.
Entrada dos:
Es curiosa la idea de llevar a cabo un disco. Básicamente porque la mayoría del tiempo es solo eso: Una idea.
Estoy seguro que no es lo mismo hacer un disco para un artista que desarrolla su carrera en solitario que lo es para una banda. Me explico, en mayor o menor medida, una sola cabeza pensante toma decisiones y las lleva adelante haciéndolo del modo que le plazca o como bien pueda. Una banda , en cambio, es un monstruo grandote con muchas cabezas, y existen algunas bandas donde incluso hay cabezas con pensamientos propios, por lo que suele ser mejor unir en un objetivo o dirección toda acción y movimiento conjunto. La idea.
Por ese motivo antes de publicar un disco nos pasamos meses y meses hablando y dándole de comer a esa idea. Primero de un modo primigenio en tu cabeza, en una libreta, quizás una grabación furtiva mientras estás parado en un semáforo. Luego esa idea empieza a compartirse y a flotar en un espacio común que crea la banda para poder recurrir a ella. Va apareciendo un espejismo abstracto en el horizonte, algo así como una imagen de lo que podría llegar a ser o de lo que nos gustaría que fuera el disco. Pensamos en colores, sonoridades, fotografías, lugares, portadas, personajes o ambientes para crear un escenario donde ocurrirá todo. Montas un teatrillo mental, vamos. Conversaciones impulsivas, otras inspiradas y disparos erráticos se van sucediendo a cualquier hora.
Ojo! Ya desde el principio la idea avisa que no se va a dejar poner la mano encima en la primera cita. Acostumbra a tener un carácter resbaladizo y pronto te das cuenta de que tiene sus tiempos. No es de fácil manejo, ni quiere que la agarres demasiado porque cuando lo intentas con prisas y torpeza… se suele escapar. Aprendes que apretar demasiado no sirve de nada porque lo que más te interesa es que se vaya acercando por su propia voluntad, ganarte su confianza y poder acariciarla hasta donde tus deseos alcancen. Así, poco a poco y con paciencia, se va aproximando a ti con todos sus encantos. Algunos los podías intuir cuando todo era lejano, otros se muestran cuando estás metido de lleno en faena y adviertes que había mucho, mucho más de donde agarrar y te frotas las manos nervioso.
Y luego nada, tres o cuatro semanas de grabación en un estudio, dos o tres de mezclas y retoques, un golpecito final de mastering, portada y ya. Algo rápido y entonces el objeto físico donde recogemos nuestras canciones ya existe. Este diario va sobre los días de grabación pero ya veis… a veces me lío.
Hoy acabamos nuestro octavo día de grabación con su octavo tema.
Entrada tres:
Iniciamos la última semana en la Casa Murada acompañados de un diluvio bíblico y la visita de Gonçal Planas (Mi Capitán). Se producen largos cortes de luz en la zona y por un momento dudamos si es por culpa de la lluvia o de ‘Huracán’ Planas. Sin electricidad y forzados a parar la maquinaria, nos vemos obligados a hablar entre nosotros. Hacía tiempo que no lo hacíamos y entre el calorcito de la chimenea y la luz de las cuatro velas distraídas… nos volvemos a enamorar. Lo típico. Hay buen ambiente y hablamos durante horas y horas sobre el disco y empezamos a aceptar que tenemos un disco largo.
Pretendíamos hacer un disco más corto que ‘La Noche Eterna. Los Días No Vividos’ y lo hemos logrado en lo que a cantidad de canciones se refiere, pero éstas han salido caprichosamente largas y vamos a ser respetuosos y valientes con su propia identidad y nos hemos conjurado para que el disco sea un buen viaje. Abróchense los cinturones.
Desde el primer tema todo ha ido cogiendo un carácter especial y quizás sea el disco que mejor refleje la implicación del grupo al completo. Nos gusta mirarlo sabiendo todo el trabajo que queda por delante para acabar el disco, pero ahora y desde aquí, todo tiene un cuerpo robusto, las letras de Santi han hecho crecer los temas en significado y duración y la reverb natural de la sala ha abrazado fuerte a las pistas. Saldremos de aquí con las bases de trece temas acabados y eso quiere decir que
baterías, bajos, pianos y algunas teclas o la mayoría de guitarras ya están grabadas.
Tocará despedirme de un estudio en el que desde hace un tiempo vengo siempre que tengo la oportunidad y al que le he cogido mucho cariño. Este año y en este mismo estudio se han grabado discazos que saldrán en unos meses y de aquí me llevo recuerdos como la conversación sincera con
Quique González hasta la hora del desayuno, la emoción que descubrí en la mirada a Martí de Mucho mientras sacudía la coctelera alucinante que viene en su próximo disco o los días que viví como se facturaba la trituradora de rock que es ‘Dadnos precipicios’ que hace poco ha presentado Egon Soda. Por ese motivo, el deber nos obliga a respetar como se merece este lugar que ha albergado tanto talento entre sus paredes, hacer honor al precioso oficio de hacer canciones y dar lo mejor de nosotros.
Muchas gracias a Jesús y Eli de la Casa Murada por acogernos con tanto cariño y hacerlo todo tan fácil.
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