Al día siguiente cogemos el Shinkansen (uno de los famosos trenes bala) a Kioto, una cuidad mucho más pequeña y tradicional que Tokio. Allí nos alojamos en el maravilloso Len, un hostel regentado por una pandilla de gente estupenda (Kenji, Natsuki, Bara y compañía) que hizo que nuestra estancia allí fuese una pura delicia. El hostel se encuentra a escasos metros de una de las calles más pintorescas de Kyoto, Kiyamachi Dori, un paseo a lo largo de un florido canal repleto de árboles que cruza gran parte del centro urbano de norte a sur. En el Len nos sentamos a tomar algo y coincidimos con Max, un holandés que trabaja de community manager en una cooperativa de productos ecológicos al que invité a que se pasase al día siguiente por el concierto en Nega Posi, el local de Kyoto en el que tendría lugar el tercer y último concierto de la gira al día siguiente.
Después de la llegada y la pausa, nos dirigimos hacia la zona del templo de Kiyomizu-dera, paseando por un laberinto de casas tradicionales y comercios de artesanía, que culmina en una loma en la que se encuentra el vasto complejo del templo y su elegante mirador a los bosques de alrededor. Antes, la torre del templo de Yasaka da la bienvenida al barrio. Caminamos dejándonos llevar por el espacio y el paseo, recorriendo calles y callejones hasta que llegamos al templo al final de la subida a la colina.
La calle Yasaka Dori, flanqueada por casas tradicionales japonesas, con la torre del templo de Yasaka al fondo
Grupo de geishas entrando a un local del barrio de Kiyozumi-dera
Luego volvemos cerca del río Kamo y buscamos un sitio donde comer por Pontocho, una tira de tierra entre el río y el canal con cientos de callejones plagados de restaurantes, por lo que la tarea no es difícil. Además, contra lo que se podría pensar, el hecho de ser una zona muy visitada y con mucha oferta gastronómica no merma la calidad de la comida, como sí sucede en algunos lugares de turismo masivo.
Callejón típico de Pontocho y su oferta culinaria
Por la tarde vamos en autobús hasta el templo de Kinkakuji, conocido como el templo dorado por la brillante cubierta de oro que lo recubre. Es un sitio ideal para dar una vuelta por los bosques de sus alrededores, ya en la periferia de la ciudad. Después de esta visita volvemos a nuestro barrio, Kawaramachi, y nos recomiendan probar una parrilla coreana que está muy cerca del hostel, el Sot-Ly-Laiss, especializado en casquería. Es un restaurante de decoración nórdica en el que, por primera vez en el viaje, consigo comer algo de fruta, una riquísima ensalada de aguacate con shichimi, alga nori y aceite de sésamo y soja.
Al volver al Len a dormir, me desvelo y bajo a fumar un cigarro a la calle, donde conozco a Tsung-Han Tsai ("Chicken" para los amigos), un taiwanés con el que conecto rápidamente y nos quedamos charlando casi una hora. Es un tío muy divertido y acabo invitándole al concierto. Me cuenta, entre tragos de whisky con cerveza, que está aburrido en Kioto porque no consigue comunicarse con nadie. Resulta que es fotógrafo profesional (luego comprobé que muy bueno), y que le encanta la música en vivo, así que irá seguro al Nega Posi con una doble finalidad: disfrutar de un directo y documentarlo visualmente.
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