Pero a medida que avanzábamos en la preparación de esta charla, nos dimos cuenta que debíamos poner el foco en el otro gran poder de los fans, a nuestro parecer, el más importante: Su habilidad para generar grandes historias desde las narrativas de otros y construir, a partir de ellas, comunidades fuertes y duraderas en el tiempo que además tienen una gran capacidad de impacto en nuestra cultura.
El imaginario alrededor del concepto fan está repleto de estereotipos construidos a golpe de plano a través del cine e impulsado también por otros medios. Los fans se han calificado como personas con una conducta irracional, histéricas (casi rozando la patología), características que además, casi siempre han sido atribuidas a mujeres jóvenes o adolescentes, estigmatizándolas y desdeñando su gran influencia cultural y social.
Henry Jenkins, una figura fundamental en el estudio del fenómeno fan, confronta este imaginario a través de su conocimiento y además de desmentir que este fenómeno no se ciñe a un segmento determinado de la población (mujeres jóvenes y adolescentes) sino que implica a géneros y generaciones muy diversas, también define el Fandom como un movimiento organizado que se nutre de la inteligencia colectiva, como una actividad sana, que construye pertenencia y genera comunidad.
El estudio de AmazonAds, “Insights globales sobre la cultura de los fans” lanzado en 2023, certifica con datos mucho de lo expuesto por Jenkins en sus estudios: el 48% de los encuestados dice que su comunidad temática les ayuda a darle sentido al mundo, el 64% que su fandom es una parte definitoria de su identidad, el 78% califican el fandom como un beneficio emocional y el 46% sienten que pertenecer a un fandom los empodera, los inspira y les da confianza.
Hay varios conceptos interesantes que destacar en este punto: sentido, identidad, beneficio emocional y pertenencia.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, dejó tras de sí un gran legado de conocimiento acerca de la sociedad en la que vivimos y además de escribir un libro dedicado exclusivamente al concepto de “Comunidad” (lectura que recomendamos), también introdujo un término con el cuál definió la vida, el amor, la identidad… Lo “líquido” en nuestra contemporaneidad, aquello que no permanece, que se diluye en un abrir y cerrar de ojos.
Lo líquido es lo que determina hoy muchas esferas de nuestra vida. Vivimos en un mundo veloz, muy complejo, al que es difícil darle sentido. Las identidades vienen y van y el pertenecer a algo más grande que uno mismo, es casi una utopía. Y ya todos sabemos, que los problemas de salud mental afectan a una parte considerable de la población. En medio de este mar, podríamos definir el fandom como una gran roca sólida a la que aferrarse para sobrevivir a una contemporaneidad que nos ahoga.
Porque el Fandom ha sido siempre y lo sigue siendo, sinónimo de comunidad.
Hoy se habla mucho de construir comunidades, pero también sabemos lo difícil que es, no sólo construirlas, sino que permanezcan, que trasciendan. Y es que como muchas otras cosas, las comunidades hoy se diseñan para el aquí y el ahora. Nos dirigimos a nuestras audiencias buscando generar un gran impacto con un disparo veloz, que las atraviesa por un instante, pero que no deja una sola huella en ellas. Las convertimos en audiencias atomizadas y las dirigimos de un lado al otro, mientras tratan de hallar un sentido que no encuentran. Las convertimos en audiencias líquidas incapaces de pertenecer. Nos sentimos cómodos en el corto plazo, se nos olvida que lo que une a una comunidad son las historias y que las buenas historias, se tejen con tiempo.
Para que las historias se vuelvan poderosas, los que las escuchan, deben tener el espacio y la oportunidad de apropiárselas, de hacerlas crecer y de convertirlas en su propia historia. Porque una comunidad, siempre está unida por una gran historia de la que todos son partícipes.
“Una historia no genera empatía porque alguien la haya concebido: necesita ser atendida para que sea poderosa" (Kae Tempest, en su libro "Conexión"; Editorial Sexto Piso Realidades).
No podíamos escribir sobre el fenómeno fan y no nombrar a Taylor Swift y es que ella ha entendido desde el primer momento el poder de las historias. Lleva contando la suya a través de su música desde su primer álbum y además, fomenta a través de los Easter Eggs que introduce en sus publicaciones, videoclips, entrevistas…, no sólo la interacción con sus fans, también que estos pasen horas publicando contenido y deduciendo qué historia hay detrás de cada uno de esos “mensajes ocultos”. Desde luego hay varios tipos de fans, pero Taylor tiene los realmente “valiosos”, que son aquellos que son capaces de crear y de amplificar su historia y eso sólo sucede, porque sus fans se sienten parte de ella.
Los fans son grandes creadores de historias, lo han sido siempre y además lo han sido sin ser retribuidos económicamente en la mayoría de los casos. Sin embargo, podemos leer infinidad de artículos, webs, etc. con mensajes como estos: “Superfan, el nuevo inversor de la industria musical”, “Figura dispuesta a gastarse su sueldo en discos, entradas y camisetas. Identificable y explotable”, “El fandom está fuera de control, cómo aprovecharte de él”... La pregunta está clara… ¿Qué piensa un fan cuando lee estos mensajes? ¿Es acertada esa forma de comunicar? ¿Qué tipo de relaciones podemos construir desde ese punto de partida?
La mirada hacia el fandom sigue siendo únicamente extractiva. Sí, es cierto que no podemos obviar la consecuencia económica que tiene un fandom para un artista, pero si queremos crear una verdadera comunidad, la comunicación debe mostrar que entendemos que nuestra audiencia está constituida por personas, que muchas de ellas buscan en esas comunidades estructuras que les permitan seguir adelante con sus vidas, expresarse, sentirse acompañados, realizados… La esencia de una comunidad, como decía Bauman, es que esta implica estar con y para el otro.
Historias compartidas por personas, eso es lo importante. Así se construye comunidad.
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