Tras haber acuñado el concepto de “música industrial” como miembro de Throbbing Gristle, Peter Christopherson ya era una personalidad de la escena experimental británica allá por 1983, cuando conoció a John Balance, un joven poeta emocionalmente inestable y con problemas de alcoholismo con el que inmediatamente compartió su pasión por lo esotérico, iconos culturales como Pasolini o Derek Jarman y la imaginería gay. Throbbing Gristle se habían disuelto dos años antes y Genesis P. Orridge hizo suya su continuación natural, Psychic TV, así que montar Coil junto a su nueva pareja sentimental parecía la respuesta natural para las obsesiones musicales de “Sleazy”, a las que Balance dio algo más que voz. De alguna forma podría decirse que Balance puso su alma en un proyecto al que Christopherson daba forma, en ocasiones con la ayuda de otros “ocultistas” ilustres como Thighpaulsandra -a la postre miembro de pleno derecho-, Steven Stapleton, Gavin Friday, Trent Reznor, J.G. Thirlwell, Billy McGee o Marc Almond, a quien precisamente Coil “homenajeó” versionando “Tainted Love”, lo más cerca del éxito “popular” que nunca estuvieron como banda. Arranca así su etapa “solar”, que daría los discos más conocidos -“Scatology”, “Horse Rotorvator” y “Love's Secret Domain”- de un proyecto con múltiples aristas: lo mismo se entregaba a sus orígenes industriales como dibujaba sombríos pasajes orquestales o reivindicaba la esencia chamánica del acid house.
Pero, en lo que podría considerarse una siniestra premonición del destino, Coil aún oscurecería su sonido al adentrarse en lo que llamaron su “etapa lunar” con los dos volúmenes de “Musick To Play In The Dark” como referencias más representativas. También en ese momento decidieron exponerse al directo: la mítica actuación en 2000 dentro de la programación del Sónar barcelonés es buen ejemplo de ello.
El culto que Coil habían despertado a su alrededor no sirvió para que Balance ahuyentase sus fantasmas y en 2004 un accidente doméstico consecuencia de su estado de embriaguez puso fin a su vida; tal y como había dejado escrito, en el funeral sonó “Batwings”. Quien había sido su compañero terminó un año después, “The Ape Of Naples”, el álbum que Balance dejó incompleto y posiblemente su obra más emocionante. A partir de ese momento Christopherson se embarcó en un proyecto de recuperación del legado de Coil paralelamente al desarrollo de proyectos personales como SoiSong, The Threshold HouseBoys Choir o la fugaz reunión de Throbbing Gristle. Sin embargo, la muerte no tardaría en sorprenderle en Tailandia, donde había fijado su residencia, poniendo definitivamente punto y final a una de las historias más fascinantes y anómalas de la música popular de nuestro tiempo.
Disco imprescindible: “The Ape Of Naples” (Threshold House, 05)
Posiblemente no sea el más representativo del dúo -en esa categoría entrarían los clásicos “Scatology”, “Horse Rotorvator” y “Love's Secret Domain”- pero resulta imposible ignorar el componente emocional de un álbum que supone la despedida de Balance y Sleazy. Junto al “Closer” de Joy Division, el disco de pop funerario más impresionante de siempre.
Están de actualidad por: Jon Whitney, amigo de Peter Christopherson, ha retomado su proyecto consistente en recuperar grabaciones de Coil (por las que se estaban pagando barbaridades en el mercado de coleccionista). Por el momento han visto la luz ocho discos repletos de inéditos y rarezas como el proyecto de banda sonora para “Hellraiser” o una toma alternativa de “The Angelic Conversation”, banda sonora de la película de Derek Jarman. La edición, en CD, vio la luz a finales de octubre y se agotó en días.
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