Los discos de mi vida por la escritora Brenda Navarro
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Los discos de mi vida por la escritora Brenda Navarro

Redacción — 19-04-2023
Fotografía — Barry Domínguez

No cabe duda de que “Ceniza en la boca” (Sexto Piso, 22) de Brenda Navarro ha sido uno de los grandes libros del año pasado. En él, Navarro ya nos daba pistas sobre su afición a la música, por lo que no hemos podido resistirnos a preguntarle por sus discos de su vida. Y aquí los tenemos.

Alanis Morissette - Jagged Little Pill (1995)

Imagina crecer en un hogar en el que Luis Miguel, José Luis Perales y Marisela son el archivo musical y de pronto llegue a tus manos este disco tan lleno de todo: odio, ironía, desamor, ternura. Fue un antes y un después para mí con trece años. Este disco, que repetía una y otra vez en mi discman, fue la primera conexión que tuve con la voz de una mujer compleja, joven y rockera. Mi modelo a seguir. Claro, con el tiempo me desvíe, pero que nadie ponga en duda que lo intenté. Es un disco fresco, apasionado, sincero, como todo lo que es bueno.

Charly García - Hello! MTV Unplugged (1995)

Desconfío de toda persona nacida a finales del siglo XX y que diga que es amante del lenguaje y que no se sienta tocada de alguna manera por Charly García. Es nuestro maestro, un músico y letrista que sabe usar la metáfora, el ritmo, la imperfección, la política, la desazón, entre otras cosas, para tocarnos con su música. Este disco, que escuché unos cinco años después de que saliera, me ayudó a comprender las palabras como melodías y las historias como pequeños fragmentos capaces de encapsular el tiempo. Larga vida a Charly García.

Regina Spektor - Begin To Hope (2006)

Cuando escuché “Fidelity”, canción con la que Regina Spektor abre este álbum, me di cuenta que no estaba enamorada de mi entonces pareja y tuve la claridad de que quería enamorarme así, enamorarme para tener el corazón roto. Este disco fue el soundtrack de mi paso a los treinta años. Ese buscar un nuevo comienzo, una nueva vida, algo a lo que aferrarte. Cada canción es así: un poco melodiosa pero cruda, optimista pero profunda. Y el piano, ¡diosas, lo que hace Regina con el piano! Es de mis discos entrañables por siempre. “Field Below” y “Après Moi” son mis favoritas.

Bright Eyes . I’m Wide Awake, It’s Morning (2005)

Conor Oberst es para mí uno de los mejores cantantes y compositores de mi generación. Tiene una capacidad extraordinaria de hacerte sentir muchísimas cosas con su voz y cada una de las canciones de este disco es magnífica, podría ser el soundtrack de mi vida. Me lleva a distintos estados de ánimo y la última canción es como un orgasmo, quieres romperlo todo en un momento, mientras se te llena la cara de placer por el tremendo posicionamiento ante la vida que hace el grupo. Mike Mogis es un mago de los arreglos musicales.

Vampire Weekend - Contra (2006) - Modern Vampires Of The City (2013)

No puedo separar estos dos álbumes, para mí van unidos, seguido el uno del otro en loop. Con estos dos discos logré construir mi segunda novela “Ceniza en la boca”. Los escuché tantas veces los años 2019, 2020 y parte del 2021 que creí que un día iba a romper la plataforma digital o que iban a reportarme como bot. Son dos discos que se contradicen entre sí, uno es esencialmente juvenil, disruptivo, juguetón y el otro es más sombrío, más pensado, más concebido como obra musical. Me parecen un gran dúo. Todavía, cuando no sé qué escuchar, vuelvo a ellos para ponerme en mood Rafita (Ralph Wiggum) de “The Simpsons”, triste y enojada al mismo tiempo.

Thiago Pethit - Mal dos trópicos (2019)

Defiendo firmemente que Thiago Pethit es uno de los músicos contemporáneos más complejos que he escuchado. Es vérsatil, camaleónico y sensual. Este disco es la prueba de todo ello, pues es una especie de ópera brasileña única e irrepetible. La música de nuestro tiempo, sincretismo, dolor, sensualidad, política, muerte, vida. El verdadero mal de los trópicos. Dos frases que me persiguen: “Dizem que o amor è um mal dos trópicos/ Mas a fome è mais veloz” y “Me agarren como se agarra uvas/ Com os dentes da mão/ Devorem-me”. Pero, ¡por favor, que me devoren como a las uvas!

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