Ahora se disponen a celebrar sus cuarenta y cinco años de carrera con la gira “45 Years Doing What You Want”, que les acercará hasta siete localidades de la península ibérica, seis españolas y una portuguesa. (Puedes consultar las fechas al final de este artículo)
Pero por si no hubiera suficiente, habrá cuatro bandas invitadas en todos los conciertos de la gira, y además no unas bandas cualquiera. Les acompañarán nada menos que los estadounidenses Agnostic Front y Strung Out, los canadienses Belvedere y los catalanes Crim.
Por eso hemos querido darle un repaso rápido –como sus canciones más emblemáticas– a una carrera que les ha llevado a ser el grupo más respetado del punk rock, el hardcore melódico o como quieran definirlo.
Condenados a ser libres. Los inicios (1980-1985)
Formados en Los Ángeles por Greg Graffin (cantante) y Brett Gurewitz (guitarrista), Bad Religion quisieron huir desde el primer momento del cazurrismo que se asociaba con el punk rock. Ellos eran capaces de hacer buenas letras, de contar historias, de implicarse socialmente, y eso los diferenció rápidamente del resto de bandas. Provocaban en estas un cierto rechazo, al entender que intelectualizaban el punk, pero acabaron siendo aceptados por la calidad de sus canciones y una actitud en la que, ahí sí, no distaban en demasía de ellas.
Esta etapa de su carrera viene marcada por su debut discográfico, “How Could Hell Be Any Worse?” (82), un disco de culto para el género al que seguiría “Into The Unknown” (83), un trabajo en el que perdieron el norte experimentando con sonidos más complejos que los acercaban incluso al rock progresivo. Crítica y seguidores se encargaron de que volvieran al camino de la adrenalina y los tres acordes. Ahí entró en juego el EP “Back To The Know” que publicaron con Epitaph en 1984.
Quiero conquistar el mundo. El ascenso (1986-1993)
El gran cambio en su carrera se empezó a producir con el lanzamiento de sus discos con Epitaph, companía formada por el propio Gurewitz, responsable de lanzar su mejore referencia hasta el momento, el excelente “Suffer” (88), con el que definitivamente se hacían sitio a codazos como banda importante del género.
“No Control” (89) y “Against The Grain” (90) son sus siguientes pasos, y vaya pasos. De gigante. Su sonido se había refinado con el paso del tiempo y sus melodías eran cada vez más adictivas. Greg Graffin muestra una personalidad difícilmente comparable con la de otros compañeros de generación. Mantenían su querencia por las letras complejas, intensas, exprimiendo su visión sobre la política y la religión. En plena explosión del grunge publicaron uno de sus discos más oscuros, “Generator”, que se abría con la intensa pieza que le daba título. Pero el verdadero salto llegó con el éxito del imparable single “American Jesus”, que convirtió a “Recipe For Hate” (93) en su disco de mayor éxito hasta aquellos días. Aunque el disco era fantástico y, como toda su discografía, superaba ampliamente el notable. Eran los mejores y habían conseguido llegar al gran público manteniendo su innegociable actitud.
Mejor que muerto. Consolidación y cambio (1994-2000)
El grupo no pudo evitar los cambios de formación y 1994 fue el año del gran cambio. “Stranger Than Fiction” sería su primer disco para Atlantic, pero también el primero en el que Gurewitz no intervino, siendo reemplazado por Brian Baker (Minor Threat, Dag Nasty, G.I.), quien desde entonces permanece en el grupo. Gurewitz había permanecido fuera de la banda entre 1984 y 1988 para centrarse en liderar Epitaph, pero en 1994 lo dejaría definitivamente –hasta su retorno ya en 2001–, otra vez para dedicarse a su sello, argumentando también conflictos en la banda. Esos conflictos tenían que ver con el fichaje por una major, movimiento que muchos fans vieron como una traición a su autenticidad y la venta de su alma al capitalismo.
Disco de oro con medio millón de copias vendidas y colaboraciones de Tim Armstrong de Rancid y Jim Lindberg de Pennywise alumbran un disco mágico con el grupo en la cumbre. Y de ahí solamente podían bajar. El proceso creativo iba a quedar solo en manos de Graffin, y el grupo se resentiría de ello en sus siguientes pasos. Siendo un buen disco, “The Gray Race” (96), supuso su peor trabajo en años, aunque incluya la eterna “Punk Rock Song”. Empezó a hablarse de que la fórmula se había agotado, sensación que los siguientes “No Substance” (98) y “The New America” (00) –producido por el mismísimo Todd Rundgren– no lograron desmentir. No eran malos discos, pero quedaban lejos de su época más brillante.
Aburridos y extremadamente peligrosos. Avería y redención (2001-2025)
El grupo es consciente de estar en un tunel de difícil salida, pero con el nuevo siglo llega también el regreso de Mr. Brett a la banda y con ello el retorno a Epitaph. En “The Process Of Belief” (02) y “The Empire Strikes First” (04) vuelven los temas veloces de menos de dos minutos y los coros épicos.
La crítica lo tiene claro y acierta: quizás no vuelvan a hacer un disco memorable, pero el nivel está alto y el grupo parece dispuesto a mantenerlo. Eso es lo que dejan claro “New Maps Of Hell” (07), “The Dissent Of Man” (10), “True North” (13) o “Age Of Unreason” (19). Álbumes distanciados entre ellos que permiten, además, que los miembros del grupo participen en otros proyectos paralelos. Y la demostración de que Bad Religion saben madurar sin perder capacidad de reflexión, fuerza y ciertas dosis de espíritu rebelde.
Una larga trayectoria de más de cuatro décadas que subraya la capacidad de la banda por adaptarse a los cambios manteniendo la coherencia como muy pocos han sido capaces. De ahí que sigamos admirándoles y siga pareciéndonos excitante que, cuarenta y cinco años después, todavía podamos verles encima de un escenario.
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