El reto principal para encarar este proyecto era dar con la actriz para encarnar a Winehouse. Para ello se optó por una semidesconocida, Marisa Abela, una joven británica –veintisiete años ahora, la edad con al que falleció la cantante– cuyo crédito más importante era la serie “Industry”. “La directora de casting seleccionó, de entre muchas aspirantes, a ocho para que yo las conociera e hiciéramos una lectura del guion. Marisa fue la primera que vino a la prueba y, obviamente, la mejor”, cuenta la directora Sam Taylor-Johnson. Abela cumple con las expectativas y tiene en “Back To Black” una excelente carta de presentación. No solo en la faceta imitativa, sino también en la dramática. La voz única de Winehouse, por otra parte, es calcada por la actriz, una tarea que Abela, sin experiencia como cantante, califica de “dura” aunque “no era necesaria” ya que tenían “la música de Amy y se podía utilizar en cualquier momento”. Pese a ello, Abela decidió poner su voz. “Ella cantaba con tanta vulnerabilidad que yo sentía que necesitaba cantar para no desconectarme emocionalmente”, concluye.
Junto a Abela nos encontramos con Jack O'Connell, quien encarna a su marido Blake, Lesley Manville a su abuela, personaje que tiene gran importancia en la película –a diferencia del documental– y Eddie Marsan, a Mitch, el padre. “La gente piensa que es duro actuar con actores increíbles porque tienes miedo. Y sí, claro. Los dos primeros días estaba nerviosa, con ganas de impresionar y de mejorar yo misma. Pero, en realidad, hacen tu trabajo más sencillo. Los tres fueron mentores para mí de distintos modos. Eddie era protector; Leslie fue muy amable conmigo y Jack me hacía reír todo el tiempo”.
A pesar de la experiencia de Taylor-Johnson en videoclips de Elton John, R.E.M o The Weeknd –en ese caso, el tema de “Cincuenta sombras de Grey”, película de la que ella fue directora–, “Back To Black” no surgió de la voluntad de la cineasta, sino de Alison Owen, productora de otros filmes con protagonismo femenino (“Elizabeth”, “Sufragistas”). “Quería hacer el film más como fan de Amy Winehouse que como productora. Es el mayor talento musical del siglo XXI y creía que su legado estaba en peligro de ser eclipsado por la tragedia de su muerte, que es algo que suele pasar en la cultura y con mujeres artistas, por ejemplo, Janis Joplin o Judy Garland”, precisa Owen.
Imaginamos que, sabedora de los problemas que suelen dar los familiares de un cantante fallecido cuando su vida se traslada al cine, Taylor-Johnson, según nos cuenta Owen, ponía una sola “gran condición”: “No quería ninguna colaboración con nadie, ninguna aprobación de nadie. Mi deber como productora era asegurarle que tendría carta blanca. Afortunadamente los derechos de las canciones los tenía la discográfica y no la familia. Por cortesía también queríamos conocer a Mitch y la madre de Amy, pero no hubo colaboración como tal”.
Sin embargo, el padre de Amy sí colaboró con Eddie Marsan. “Nos vimos en varias ocasiones y le pregunté sobre la historia de la familia, sus experiencias con Amy, la fama de ella y la adicción”, revela Marsan, actor prolífico al que estamos acostumbrados a ver en papeles incómodos, incluso violentos. “Interpreto a seres humanos. No interpreto a pecadores o santos. Si alguien escribe un papel de una mala persona, intento entenderla y, si es un santo, intento encontrar su vicio”, confiesa. Aquí, en cambio, y a diferencia del documental “Amy”, Mitch aparece como una figura protectora. Así lo define Marsan: “Es el padre de una hija que es la mujer más famosa del mundo, con todo el dinero del mundo, aunque, al ser adicta, todo camello en Londres quería venderle droga. Interpreto a un padre que amaba a su hija, que intentó ayudarla en una situación imposible y que cometió errores”. Y remata: “Si cuando me dijeron de hacer el papel de Mitch, el guion hubiera intentado santificarlo o demonizarlo no lo hubiera hecho, porque no trabajo así”.
El libreto es de Matt Greenhalg, que acomete en “Black To Black” su tercer biopic de cantantes británicos fallecidos, después de John Lennon (“Nowhere Boy”, también de Taylor-Johnson) e Ian Curtis (“Control”). “Back To Black” es un biopic al uso centrado en el deseo de Amy Winehouse de mantenerse fiel a sí misma y en la pulsión romántica que la encadenó a su tóxico marido. El film nos deja una gran interpretación de Marisa Abela, algún momento musical destacado –entre ellos, el montaje de la canción que da título a la cinta– y una escena magnética, la del encuentro, en un pub, con Blake, un magnífico Jack O'Connell, posiblemente su mejor trabajo. “Amy y Blake realmente se conocieron en ese club. Jugaron al billar y escucharon canciones de la gramola. Todo eso es cierto, el resto está inferido, pero la química entre ellos en esa escena es asombrosa. Puedes entender porque se atraen el uno al otro”, confirma Greenhalg.
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