Su nombre permanece anclado al recuerdo de la segunda mitad de los años noventa, y no es de extrañar, porque Babybird – que es la marca creativa del británico Stephen Jones – vivió su momento de gloria cuando la preciosa “You’re Gorgeus” se mantuvo 17 semanas en el Top 40 de su país, despachando medio millón de singles (quién los vendiera hoy) y procurando unas ventas de más de cien mil copias para el álbum en el que se inscribía, "Ugly Beautiful" (Echo, 1996), su único disco de oro, un guarismo similar para su secuela y un par de nominaciones a los premios Brit. Hasta que a la altura de su octavo largo, el infravalorado "Bugged" (Echo, 2000), se pegó el gran batacazo comercial que llevó a su discográfica, subsidiaria de la major Chrysalis, a mostrarle la puerta de salida y a que nuestro hombre se olvidara por completo de la industria del disco. Así pues, el siglo XXI ha sido mediáticamente opaco para Babybird, como si MySpace, Facebook, Twitter, Spotify o Tik Tok no hubieran sido pensados para él, lo que no significa (ni mucho menos) que Bandcamp tampoco lo fuera: son más de 130 discos los que se alojan en su página durante los últimos diez años, publicados desde la más absoluta autogestión. Un pozo sin fondo, vaya. Los ha ido publicando con la misma discreción con la que fueron desvelándose en su momento "Between My Ears There Is Nothing But Music" (2006), "Ex Maniac" (2010), "The Pleasures of Sef-Destruction" (2011) o "Photosynthesis" (2019), todos también autoeditados, pero con su correspondiente formato físico, el último de ellos incluso por primera vez en vinilo desde más de dos décadas antes.
En realidad, es lógico que recordemos aquellos 90 por una serie de músicos y de bandas, y apenas nos acordemos de Babybird. Su carrera se alinea con la de otros ilustres excéntricos británicos – Momus, Lawrence, Bid, Baxter Dury – cuyo innegable talento se debatió entre la incontinencia y el mutismo (igual de perjudiciales pueden ser ambos), con frecuencia escogiendo caminos bacheados y a veces desprovistos de la heráldica de esos grupos por los que siempre jamás recordaremos el brit pop, por ejemplo. De hecho, el tránsito de Baby Bird (solista) a Babybird (grupo) pasó prácticamente inadvertido, aunque aquí pudiéramos gozar de una solidísima versión en directo, de banda tan engrasada que justifica la calificación grupal, como la que nos deparó en conciertos como el del FIB del 2000.
Hay, en cualquier caso, un buen número de motivos no solo para acordarse de él sino para reivindicarle e incluso no encasquetarle fecha de caducidad. Durante toda su carrera conjugó la artesanía de quien llevaba años disparando a todo lo que se movía en formato lo fi con la vocación cinemática de Barry Adamson, los patrones rítmicos del trip hop, cierto descaro tardíamente baggy, la dulzura melódica del Ian McCulloch que lideraba a los maduros Echo and the Bunnymen de su segunda juventud en los 90, el olfato para sintonizar con ese pop de corpachón electrónico tan propio del fin de milenio (los Primal Scream de "XTRMNTR", Death In Vegas, David Holmes, UNKLE) y la suficiente clase – intermitente, eso sí – como para facturar gemas como “You’re Gorgeous”, “If You’ll Be Mine”, “Goodnight” o “Back Together”.
Y no ha parado desde entonces, aunque los focos dejaran de alumbrarle con intensidad: ha escrito guiones, ha publicado tres novelas, dos álbumes en Estados Unidos en un sello propiedad de Johnny Depp (reconocido fan, guitarrista en un par de canciones suyas y hasta director de uno de sus videoclips) y esos más de 130 discos que pueden escucharse en su bandcamp, y cuyo contenido ha sido cribado en un recopilatorio que agrupa ahora lo mejor que ha ido difundiendo en la última década. El año pasado giró como telonero de los resucitados Dodgy. No estaba muerto, no. Ni siquiera de parranda.
Disco Imprescindible: "Ugly Beautiful" (Echo, 1996)
El infravalorado "Bugged" (Echo, 2000) suena – a día de hoy – más coyuntural y ligado a su momento, y puede que "Fatherhood" (Baby Bird Recordings, 1996) sea más consistente, o que"There’s Something Going On" (Echo, 1998) sea igual de sólido, pero no tienen una “You’re Gorgeous” que llevarse a la boca, ni siquiera una “Goodnight” en su versión definitiva, ni tampoco sintetizan ninguno de ellos sus cualidades ni su crédito en la pleamar de los noventa como sí lo hizo "Ugly Beautiful" (Echo, 1996), su primer álbum grabado en un estudio con todas las letras. Así que, por discutible que sea (al fin y al cabo, todos sus trabajos combinan pequeñas joyas y relleno), nos quedamos con él.
Está de actualidad por:
"King of Nothing" (2020), el disco (otra autoedición, por supuesto) que recopila lo mejor de su abultadísima producción de los últimos diez años, casi toda ya publicada en su propio bandcamp en infinidad de referencias con las que ha mantenido cubierta la voracidad de sus fans.
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