El relato es eso que te dice que no puedes vivir en 2024 sin escuchar “Brat” pero que puede que cambie con el tiempo y dentro de diez años te diga que si te sigue gustando “Brat” es la confirmación de tu falta de madurez y buen gusto… (Por si acaso a mí me gusta “Brat” y espero que me siga gustando dentro de diez años). El relato lo componemos principalmente los periodistas, pero también publicistas, cineastas y un largo etcétera.
Y el relato, al poco de salir “Funeral”, decía que este disco era increíble y Arcade Fire el nuevo faro del indie, un indie entendido como un espíritu más que como cerrado estilo musical, aquí se reivindicaba a artistas denostados en los noventa por la nación alternativa como Bruce Springsteen o, anatema, U2, además de meter influencias folk pero con un enfoque maximalista, si podía sonar un instrumento más, se metía un instrumento más.
La crítica lo encumbró, la Biblia 'hipster' Pitchfork le colocó un 9'7, Bowie salió de su retiro para tocar con ellos y sus conciertos se convirtieron en acontecimientos. Su música sonaba en películas, series y anuncios, y les salían imitadores por todos lados. En unos años los festivales de música se llenarían de "uoooo ooohs" y música que intentaba sonar catárquica y maximalista y al final de la década fue encumbrado como el mejor disco de la misma, junto al “Kid A” de Radiohead y el “Is This It” de los Strokes.
Pero el relato comenzó a cambiar, a la vez que Arcade Fire, después de tres primeros discos excelentes, empezaba a sembrar las primeras dudas con “Reflektor” (13), aunque creo que es un trabajo a revindicar, y las confirmaba con "Everything Now"(17), principalmente, y "We" (22), que tampoco alcanzaba las glorias pasadas.
Un disco generacional
Además el signo de los tiempos también cambió, Pitchfork abrazó el Poptimismo y las bandas indies de comienzos de siglo no dieron el gran salto comercial que sí consiguió Nirvana en los 90. Además, “Funeral” y Arcade Fire eran muy de su tiempo, tan 'hipsters' como una película de Wes Anderson. Estábamos, sin duda, ante uno de esos discos generacionales, en concreto el de una generación que se sentía engañada, que vio como las guerras se hacían por petróleo y que las crisis de los bancos se pagaban entre todos. “Funeral” buscaba la catarsis a través de la música y, evidentemente, tampoco ofrecía muchas soluciones. Que es básicamente lo que pasa con los discos generacionales, que, aunque estén rodeados de relato, ni el “Sgt. Pepper's” paró la Guerra de Vietnam, ni el “Never Mind The Bollocks” impidió la llegada de Thatcher. Pero a día de hoy todavía puedes escuchártelos de cabo a rabo y disfrutarlos como un enano, porque son dos grandes discos, con o sin relato. Lo mismo sigue pasando con “Funeral”.
Obras y autores
Pero, incluso más que eso, otra de las cosas que pesa en el cambio del relato han sido las acusaciones sobre la conducta de su líder, Win Butler, y es que Arcade Fire era un grupo en el que esa imagen casi familiar y fuera de todo contaba, y eso se ha roto como un espejismo viendo a su líder actuando como uno de esos adultos que engañan a los niños de este mismo disco. Y es que la gran baza de Arcade Fire y “Funeral” es que sonaban dolorosamente sinceros, estaban cabreados pero no sonaban cínicos, sus arengas estaban a un paso de sonar exageradas, falsas o efectistas porque te los creías y eso es algo que ha destruido un poco las acusaciones contra Butler, pero eso también sería admitir que la obra es culpable de los pecados del autor y la historia del arte está llena de obras que están muy por encima de sus autores...
Así que, vayamos al contenido musical, el disco comenzó a idearse tras los primeros cambios en la banda, al dúo principal, formado por la pareja que componían Win Butler y Régine Chassagne se fueron sumando poco a poco Richard Reed Parry, Tim Kingsbury, Howard Bilerman y Will Butler, el hermano pequeño de Win, pero tampoco habría que olvidar a los fundamentales Owen Pallett y Sarah Neufeld cuyos arreglos de cuerdas, en los que ellos mismos tocaban, dieron a la banda una profundidad mucho mayor.
Antes de ponerse a grabar varios familiares de miembros de la banda murieron, incluido el músico Alvino Rey, abuelo de Win y Will Butler, y estas muertes afectarían al tono del disco y, en especial, a su título, “Funeral”.
Y es que sin ser un disco claramente conceptual, sí que había una especie de hilo narrativo a lo largo del disco, más obvio en esa suite de cuatro partes que componía “Neighbourhood” sobre niños atrapados en una nevada que van descubriendo las mentiras adultas, siendo ese despertar a la vida adulta uno de los grandes temas del mismo junto a la pérdida, de la inocencia o de la vida, y la propia muerte. Pero para ser un sonido que tenía tan presente la muerte, no podía sonar más vivo.
El disco canción a canción
“Funeral” se abría de la misma manera preciosista de su portada, un piano haciendo florituras hasta que entraba un riff interpretado a la vez por una guitarra distorsionada y el piano, luego entraba la voz de Butler y poco a poco se convertía en otra de esas explosiones épicas e intensas que les caracterizaban. Quizás el ejemplo más perfecto de su sonido, con una sección rítmica imparable, múltiples instrumentos a la vez, la apasionada voz de profeta en la montaña de Win Butler y un crescendo que llevaba a una coda catártica.
“Neighbourhood #2 (Laika)” seguía por los mismos derroteros, estribillo cantado como si estuvieran teniendo una crisis nerviosa, era evidente la huella de David Byrne y los Talking Heads, riffs que se convertían en artefactos coreables y se convertían en otro de esos himnos sin atisbo de humor e ironía pero sí de épica e intensidad con los que eran capaces de incendiar cualquier escenario.
Pero luego se bajaban las revoluciones con la emotiva “Une Annee Sans Lumiere”, cantada en francés e inglés, y demostraban que la banda tenía más capas de las que les terminaron reconociendo, cuando tras la preciosa parte instrumental, que me suena a homenaje al abuelo Alvino, el grupo se acelera, suena totalmente convincente. Además es la perfecta introducción para la nerviosa “Neighbourhood #3 (Power Out)”, tercer sencillo del disco en el que se mezcla el pesimismo de su letra con la energía cruda y desesperada que le imprime la banda a esta canción. Una explosión musical llena de pasión que subraya las cosas que ocurren en la letra, gente que oculta la luz, niños que mueren en la nieve... Aun así, como casi todo aquí, logran sonar eufóricos a la vez que cabreados.
“Neighbourhood #4 (7 Kettles)” sigue siendo la menos conocida de las cuatro suites sobre el vecindario, quizás por ser la más tranquila, pero su letra funciona casi como la tesis del disco ("Can't raise a baby on motor oil" o "They say a watched pot won't ever boil ; Well I closed my eyes and nothing changed"), además de que, musicalmente, cuenta con unos maravillosos arreglos de cuerda. Claro que puede que palidezca un poco ante la enorme belleza de “Crown Of Love”, los violines comienzan a robarte el corazón en la majestuosa segunda estrofa, pero hacia el final empiezan a elevarse hacia el cielo en un intento de trascender la desgarrada letra. Por supuesto, Arcade Fire decide elevar el tempo en la maravillosa coda final, a medio camino entre la música disco y la psicodelia.
La mala y la buena influencia
Y entonces llegaba “Wake Up”, la canción en la que piensa todo el mundo cuando piensa no solo en “Funeral” sino en Arcade Fire, solo el riff y los coros iniciales han sido plagiados miles de veces en el siglo XXI buscando algo para ser coreado por miles de gargantas en un concierto. Pero lo bueno es que, al contrario que sus imitadores, no se quedaban en lo fácil y la canción se construía sobre un arreglo increíble de majestuosas cuerdas. Otra de las cosas que les separaban de las malas copias es que a mitad de camino cambiaban el rumbo de la canción, con un puente inspirado por el sonido Motown, y, en vez de terminar con su coreable estribillo sin palabras, lo hacía convertida en un ‘groove’ explosivo que podrían haber firmado los Jam.
Con “Haiti” Chassagne tomaba la voz cantante para hablar sobre los muertos, la lucha y el derramamiento de sangre del pasado de Haití, todo ello sufrido por su familia hasta que emigró a Canadá, de ahí esa impactante estrofa “Mi familia me liberó”. Nuevamente, a pesar de lo oscuro de la letra vuelven a sonar brillantes y con un acertado punto caribeño, con piano y xilófono para darle color.
Y entonces llegaba la canción principal del disco, el himno definitivo de Arcade Fire. A pesar de que la voz de Win Butler no ha sido nunca una maravilla, eso no quitaba para que no fuera un cantante de lo más expresivo, sabiendo insuflar a sus palabras y melodías una pasión y una honestidad pocas veces igualada. Es cierto que no existe un rastro de ironía (lo que les alejaba un poco del 'hipsterismo') o de diversión en este “Rebellion (Lies)”, la suya es una voz hecha para cantar soflamas como esta, en la que se comenta la inevitable reacción airada por parte de los niños cuando se enteran de que el mundo adulto les ha mentido. Pero esa mezcla de folk y rock, de épica springstiniana y art rock que lograron perfeccionar, nunca ha funcionado mejor que aquí.
Pero siempre me pareció un acierto que no cerraran por todo lo alto sino que lo hicieran con la preciosa “In The Backseat”, de nuevo con Chassagne en la voz principal, que toma el asiento de atrás del coche, nuestro lugar cuando somos pequeños y nuestros padres nos llevan a sitios, como metáfora del paso a la edad adulta. El mundo es maravilloso desde el asiento de atrás, donde se puede mirar por la ventana, fantasear, etcétera sin tener que preocuparse de cosas mundanas como de no tener un accidente o llegar a una hora determinada…
Las nuevas mini sinfonías adolescentes
Así se terminaba un disco que, en cierta manera, era una actualización del ‘Muro de Sonido’ de Phil Spector y de sus mini sinfonías para adolescentes, claro que ahora estas ya no eran sobre ser tu chica o ser un rebelde, sino sobre la depresión, la rabia, la pérdida de la inocencia y el sentirse engañados.
Y sí, puede que “Funeral” fuera el responsable de que todos los festivales se llenaran de grupos buscando estribillos coreables llenos de “uouooos” insoportables para gritar en alto, lo que hizo un daño terrible al indie (incluido el nacional), pero no se le puede reprochar sus malas influencias cuando ni siquiera todas las canciones eran así, y es que este disco es mucho más variado musicalmente que lo que sus dos canciones más famosas (que además son fabulosas) dejan ver, esto es “Wake Up” y “Rebellion (Lies)”, como demuestran temas tan devastadores como “In The Backseat”.
Además si lo que se le va a reprochar a este disco son sus malas influencias, entonces habrá que contar también las buenas, y sería bueno no olvidar que sin "Funeral" no hay "Ants From Up There" de Black Country, New Road…
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