Lubos Michel silbó, los más valientes olvidaron la pelota para regatear meretrices con la montera por sombrero, y caminaron hacia una estrella. Esa noche al Sol le colaron una ”u”, y le dieron alma los Bellrays. No era la primera vez que hacían arder el astro, y la sala se quedó pequeña. Lisa Kekaula se erigió en líder de la manada con su afro hacia el cielo, y con Bob Vennum volviendo a las seis cuerdas, dejando el bajo a Billy Mohler, Lisa dejó que un Craig Waters travestido en tenista la lanzase a baquetazos por la vertiente afilada de la música negra. “Blues is the teacher, punk is the preacher” rezan en sus discos, y tras un comienzo amable, enfilaron la nueva “One Big Party” con las primigenias “Testify” y “Voodoo Train”. Subidos a su locomotora no había vuelta atrás. La Kekaula es la Godmother del soul, un animal que descendió al centro de la sala para bendecir con gospel de garaje. Tras los sudorosos bises y más de una hora sin descanso, sin pausa, sin dar tregua, volvieron para lanzar a la masa camino al infierno de AC/DC. Tarantino y Pam Grier tomaron nota, y Lisa se fue pandereta en mano a degollar Amys y Duffys al ritmo de los MC5.
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