¡Bendita prensa inglesa! Son especialistas en hinchar y deshinchar grupos a su antojo. A Kings of Leon, por ahora, les ha tocado lo primero. Muchos pensarán que es mejor que nos den la brasa con ellos que con otros más insustanciales y seguramente no les falta razón, pero lo que deberíamos aprender de una vez por todas es a valorar a cada uno en su justa medida... y punto. Kings of Leon, por ejemplo, no tienen más que un disco y está por ver si sacarán mayor partido a una fórmula que no parece pueda dar mucho de sí. Que en las islas británicas les encumbren y les vendan como lo que no son, no es culpa suya. Ni tampoco se les puede reprochar que, los que asisten a sus conciertos influenciados por los medios, esperen el no va más de los mismos. Ellos se limitan a tocar su disco y un par de temas nuevos, por lo que en el Apolo, en apenas cuarenta minutos, se acabó lo que se daba y no se estiraron ni para el bis de rigor. Con todo, en directo no son tan vagos como los autocomplacientes Strokes (grupo con el que, por cierto, tienen más en común que con las bandas sureñas con las que algunos les relacionan). Hay que suponer que decepcionaron a los que estaban disfrutando de su show y auguraban un mayor minutaje, pero tratando de ser objetivos, el error es pedirle peras al olmo y pensar que cuatro chavales con buenas intenciones han venido para salvar algo. Ahora bien, que debido a las citadas limitaciones de la fórmula que utilizan, un concierto tan breve como el suyo acabe haciéndose largo para buena parte de los asistentes, sí que es realmente preocupante.
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