La conversación es poco fluida y torpe. Tengo la sensación de que su marido, al que he llamado al móvil, se ha dejado puesto el manos libres, porque a veces él contesta a mis preguntas desde lo que parece otra habitación antes de que lo haga ella, y eso, además de mi acento, hace que no entienda mis preguntas, así que me pide en repetidas ocasiones que las haga más simples. Resultado: hablo con la reina del rockabilly, la mujer por la que mi gata se llama Wanda, y no consigo mucho más de lo que cualquiera podría haber extraído de sus biografías en Internet y algunos comentarios sobre su colaboración con Jack White.
Aunque vayamos por partes. Wanda Jean Jackson es junto a Little Richard y Jerry Lee Lewis la última gran figura viva de la era en que nació el rock’n’roll. Nació en Maud, Ocklahoma, en 1937 y aún estudiaba secundaria cuando firmó su primer contrato discográfico después de que Hank Thompson la escuchara cantar. “Canté en programas de radio a menudo. Fue así como Hank supo de mí. También cantaba en el colegio y en concursos de talentos. De hecho, gané unos cuantos”.
Con Thompson grabaría sus primeros singles, pero pronto firmaría su propio contracto discográfico con Capitol Records y a las órdenes de Ken Nelson, colaborador habitual de Gene Vincent y sus Blue Caps, Jackson publicaría una serie de sencillos que todavía hoy desafían el paso del tiempo por su potente ritmo y descaro: “Mean, Mean, Mean”, “Rock You Baby” y “Fujiyama Mama”, que llegó al número uno en las listas de ventas de un Japón, son un buen ejemplo de ello. “Recuerdo que la primera vez que escuché música rock. Me sentí realmente fascinada. Nunca había oído nada que se le pareciera remotamente. Es evidente que todo ha cambiado desde entonces. Cada generación escucha una música diferente a la de la generación anterior, por eso me halaga el hecho de que mi música siga siendo escuchada después de tantos años y que la gente todavía piense que es relevante”.
Puede que se deba a que, a diferencia de la mayoría de figuras femeninas del rock’n’roll en aquellos días, Wanda Jackson era cualquier cosa menos una figura cándida, una baladista esperando el regreso de su amado del tipo Brenda Lee, a pesar de aún ser tan joven como para que su padre ejerciera de mánager en sus primeras giras y su madre diseñara sus vestidos, aunque estos fueran sorprendentemente atrevidos para la época. Fue durante esas primeras giras cuando coincidió con un cantante llamado Elvis Presley, con el que al parecer tuvo un par de citas, aunque la relación no fue a más. “Era un chico realmente divertido. Tenía una gran personalidad y era genial estar con él”, comenta.
Con los años, se acentuaría su pasión por la música country y gospel y de hecho a ellas dedicaría la mayor parte de sus álbumes desde mediados de los sesenta hasta ya entrados los ochenta, pero en los últimos veinte años la carrera de Wanda Jackson se ha limitado a actuaciones y giras esporádicas.
Hasta que Jack White se cruzó en su camino. “Al parecer ha sido un gran fan de mi música y se interesó en publicar un disco en su propia compañía”, explica Jackson sobre su encuentro con White. “Es muy joven y tiene mucha energía”, explica. “La verdad es que me obligó a esforzarme, ya que quería probar diferentes tipos de canciones para el álbum. Jack no quería que perdiera mi estilo, pero sí que probara cierto tipo de canciones que nunca había hecho antes”. Aunque fueran pequeños detalles, como versionar “You Know That I’m No Good” de Amy Winehouse, o desmelenarse con el clásico calypso “Rum And Coca Cola” popularizado por Andrews Sisters.
“The Party Ain’t Over” no deja de ser una fiesta pagada por un Jack White buscando nuevos retos tras el parón de The White Stripes, pero ha servido como mínimo para que la figura de Wanda Jackson sea reivindicada y la reina del rockabilly vuelva a la carretera: el 3 de noviembre actúa en Barcelona y al día siguiente en Madrid. Será una oportunidad única para escucharla repasando su extenso repertorio. Al otro lado de la línea, Wanda Jackson asegura que habrá de todo y que no faltarán sus grandes clásicos. Al menos eso me parece oír.
Una pena que no pudiesen hablar más y mejor. Tuve la suerte de estra presente en la primera entrevista que le hicieron en España, en 1996, y me pareció una mujer encantadora, llena de magnetismo y muy profesional. Su música es fascinante y, a pesar de su edad sigue brillando.