Para Undo no existe ese miedo intrínseco que invade habitualmente a los que pergeñan sonidos electrónicos a la hora de salir del formato single y lanzarse al larga duración. Estamos ante un disco conceptual que agradece escuchas completas. “Me gusta que un disco lo puedas escuchar de principio a fin, en casa, en el coche”, dice. Estamos ante un artista que se autodefine como meticuloso, inseguro y vago depende del día. “Es verdad que algunos de los temas del álbum los empecé hace dos años o más. También hay otros que los he hecho en un mes. Lo difícil no es empezar un tema, lo complicado es acabarlo”. Lo que se aprecia en este nuevo trabajo, respecto a aquel lejano “Despacio” (06), es una producción mucho más madura y alicatada. “Me lo cocino todo solo, y hace seis años en temas de producción, en los que soy totalmente autodidacta, estaba un poco pez. No es una cuestión de máquinas mejores, si no de saber utilizar mejor las máquinas y el software que tienes”. Escuchando los temas que reúne “Motas de polvo” se atisba un regusto por sonidos de otras épocas, siempre recientes, y de muy diferente orientación. Es evidente que Undo lleva los ochenta y noventa en la sangre, aunque no es de los que piensan que cualquier sonido pasado fue mejor. “Son las dos décadas en las que descubrí y me enamoré de la música. Supongo que eso se refleja, pero no he pretendido hacer un disco retro”. En todos los temas de este segundo texto el bajo, y el consiguiente bassline, es permanente, cuenta con un protagonismo esencial y marca el desarrollo de cada uno de los temas. Se nota que se trata de su instrumento favorito. “Siempre tiene mucha presencia en todo lo que hago. Muchas veces la chispa que me hace empezar un tema es una línea de bajo”. Respecto a los estilos que deambulan sin colisión, Undo lo tiene claro: “Me gustan muchos estilos y me gusta hacer música o pincharla sin atenerme a patrones, modas o prejuicios. No voy a hacer algo porque se suponga que tiene que ser así porque lo dicen los periodistas especializados o porque está de moda. Intento hacer mi música”. Otro de los elementos que sorprenden y enriquecen este trabajo conceptual, casi tan pop como electrónico y altamente emocionante, es que Undo canta en sus propios temas y de forma natural. “No suelo procesar mucho las voces, salvo cuando utilizo mi muy querido vocoder”.
Entre los temas que brillan con especial luz de este disco destacan “Whispers” (synth-pop con aroma a Berlín, al emo-techno de Paul Kalkbrenner, impregnado de esa fragancia a Factor City que le pilla todo el cuerpo) y “Dreamer” (es puro Undo, con ese toque pistero y bailongo, muy sofisticado, pero tratado como si de un tema pop fuera en todo su desarrollo instrumental, su melodía y el bassline tan marcado, irradia una felicidad tremenda). “En general todo el disco es mucho más alegre y luminoso que el anterior. Lo he hecho en otro momento de mi vida con un estado de ánimo diferente. Tener dos niños pequeños corriendo por casa es una gran alegría”. Pero también hay temas más electro-tech -maquinales y dark- en los que las melodías quirúrgicas invitan al movimiento, como es el caso de “De nit” y el excelente “Jupiter”, pura indietrónica a la que se le va añadiendo esos ambientes nebulosos y otoñales que lo enrarecen. Finalmente, en “Password” aparece lo ácido, lo anabólicamente electro, huele a madrugada y a canalleo. Recuerda a los primeros trallazos que firmó para Minifunk y F.C. “Junto a ‘Jupiter’ y ‘Dreamer’ son los temas que funcionan mejor en pista. He pretendido hacer un disco más orientado a la pista de baile, más concreto y hedonista. Y creo que lo he conseguido”. “El Crit” es otro regalo de pop sintético y crepuscular increíble; quizá sea en el que se deja ver más en cuanto a lo que supone para Undo la música ajena a etiquetas. “Es un homenaje al nuevo paisaje de mi vida, l'Empordà. Es una playa virgen y preciosa que está a escasos cinco kilómetros de casa y a la que en cuanto podemos nos escapamos a disfrutar”. Finalmente cierra el disco “Make It Happen”, una composición que sirve para dejar el álbum en todo lo alto y que recuerda aquel maravilloso “Orca” del 2005, o al “Onda expansiva” del 2007, que tanto pinchamos y bailamos todos.
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